32 - Dylan

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Junio del 2014


—¡SORPRESAAA! —gritaron todos cuando Bastian atravesó la puerta de la terraza.

Bastian quedó en shock un momento, hasta que Katia y Flor fueron a abrazarlo y ponerle un bonete de cumpleañero. Entonces me vio y sus ojos azules se agrandaron aún más. Yo solo me encogí de hombros y le sonreí antes de ver como todos se acercaban a felicitarlo.


La fiesta era todo un éxito.

La música sonaba por los parlantes y hacían bailar a todos los que estaban en la improvisada pista de baile. Lo más tímidos o cansados nos situábamos cerca los viejos juegos de parque y de la mesa, abasteciéndonos de comida y bebida alcohólica que algunos habían contrabandeado y dejado en heladeritas portátiles. Una jarra de fernet llegó a mis manos y le di unos cuantos sorbos antes de pasársela a quien tenía al lado.

Yo me encontraba en un grupo de varios compañeros de Bas. Obstinadamente, Flor y Lionel se habían quedado a mi lado de manera protectora. Así que quienes quisieran charlar con ellos, terminaba hablando también conmigo... o al menos lo que mi timidez les permitía. A todos les sorprendía que yo ya estuviese en la universidad y Lionel hasta intentó hacerme sacar cuentas difíciles mentalmente pero como acerté a todas terminó rindiéndose.

Y algunas chicas hasta quisieron coquetear conmigo cuando mis chaperones me descuidaron un momento. Era tímido pero eso no significara que desconociera de los rituales de apareamiento humano.

—¿En serio ya vas a la universidad? —preguntó una—. ¿Cuántos años tenés?

—Dieciséis.

—Aww. Pero si sos más chico que nosotras.

—Es imposible que seas amigo de Bastian —sentenció otra antes de volverse a sus amigas—. Mirá la carita de ángel que tiene.

—¿Cómo es que te mantuvo oculto todo este tiempo?

—Aléjense, buitres. Ustedes son demasiado impuras para mi amigo —dijo Bastian abriéndose paso entre las chicas hasta llegar a mi lado.

Sus amigas se alejaron quejándose y diciéndole a Bas que era un ortiva y egoísta.

—Perdón por dejarte solo —se disculpó ofreciéndome la latita de cerveza que tenía en la mano.

—No te preocupes.

—Es de vos de quién estamos hablando. Me es imposible no preocuparme por vos, Dylan —exclamó, ruborizado por el alcohol—. Ni siquiera entiendo cómo es estás acá.

—Tu amiga es bastante determinada cuando se lo propone —respondí.

—Flor es de temer.

A partir de ese momento, Bas se quedó a mi lado y me habló sobre cada uno de sus compañeros, especialmente sobre Flor y Lionel, quienes se unieron luego. Intercambiamos un sinfín de anécdotas y hablamos de cosas sin sentido. Por primera vez en mi vida me sentía como un adolescente normal, con amigos, sin que el infinito cielo estrellado o las personas a mi alrededor me asusten... Al menos no mucho.

A veces la mano de Bas rosaba la mía. Tan sólo un recordatorio de que él estaba ahí para mí por si mi ansiedad me amenazaba.

Dylan & BastianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora