Enero del 2006
Después de que nuestros padres nos encontraran dormidos con una botella de sidra en la mano, fuimos castigados. A Dyl y a mí nos prohibieron vernos.
También me prohibieron salir a jugar con Flor y Lionel o cualquier otro ser humano. Estaba bajo arresto domiciliario. Y Dylan su mamá lo obligó a salir más de lo normal. Por lo que sé, se habían ido a pasar las vacaciones a lo de sus abuelos en Córdoba.
En cuanto a mí, me pasé ese verano tocando el piano sin parar hasta que lo callos de mis dedos tenían callos. Motzar, Chopin, Debussy, Yiruma, un viejo ventilador y Pepi se habían convertido en mis únicos amigos durante esos días.
Fueron las vacaciones más miserables de mi vida.
Hasta que una noche, un conocido golpeteo llamó a mi ventana.
Dylan estaba allí. El niño que siempre seguía las reglas se había escapado de su casa y había incumplido su castigo.
—¿No tenés miedo de que te atrapen y te castiguen peor? —le pregunté desde mi cama.
—Nuestros padres dijeron que no podíamos vernos —respondió con los ojos cerrados, abriendo la ventana y dejando una de las latas de nuestro viejo teléfono—. No dijeron nada sobre no hablarnos.
Él se fue.
Pero hablamos toda la noche a través del teléfono.
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Dylan & Bastian
Teen FictionTodo comenzó cuando Bastian le lanzó una lata en la cabeza a su nuevo vecino, Dylan, y desde entonces no se han separado, a pesar de que son algo diferentes... Bastian es un alma libre. Dylan es agorafóbico. Para Bas la música lo es todo y a veces s...