4: Lo que no deseas recordar

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La cuarta noche de primavera, La Reina más hermosa de su generación fue recibida por el abrazo afable de sus hijos, quienes ya comenzaban a hacerle preguntas sobre sus historias en el transcurso del día. La mujer evitó contarles detalles y se guardó los mejores secretos intrigando a sus pequeños, para que esperaran con mucho más entusiasmo el cuento para dormir.

«Por lo menos lucen más felices. Y yo estoy feliz de que ellos lo estén.» Pensaba La Reina cada vez que uno de sus príncipes corría entre los pasillos del castillo asegurándole que esperaría para escuchar la continuación de tan fantástica historia.

Ya las camas estaban ordenadas y ellos cómodos para escuchar la continuación del relato. La mujer les sonrió levemente, notó que los ojos les brillaban y se recostó sobre uno de los colchones para comenzar.

Y dijo:

"He llegado a saber, ¡Oh hijos míos! Que La Bestia Fémina, a la que Cenicienta y Blancanieves huyeron durante toda la noche, era conocida en Riverbrook como Belle, la prometida del desaparecido Rey David. Pero Robin Hood había desarrollado una alergia a su repulsivo lado salvaje y el equipo completo estuvo de acuerdo en tomarla como rehén.

Belle; una joven de ojos marrones, piel blanca y cabellos castaños, fue apresada luego de volver a su forma humana. Las muchachas a las que tanto había perseguido terminaron encadenándole los pies, las manos y el cuello con algunas cadenas encontradas de camino a Goldville, y a pesar de que suplicó entre lágrimas; ninguno quiso escucharla.

—Lo siento, las oí pero no pude detenerme —se disculpó ella con el vestido rasgado, la piel mugrienta y el cabello desgreñado.

—No tienes por qué. Todo es cuestión de... Nathanielle —dijo Cenicienta con un halo de desconfianza.

—¿Qué ocurrió? Pensé que habías sido exiliada —le preguntó Blancanieves sin poder entender la conversión de la furiosa bestia.

—Es una historia compleja. El Príncipe Egoísta me convirtió en esto tras firmar un acuerdo mágico con él —contó la muchacha mientras caminaba.

"Volvía de la biblioteca, pues Riverbrook es el reino más culto de todos. Y lucía este mismo vestido; blanco y escarchado en amarillo. Con el cabello semirrecogido y ondulado hasta la cintura, y un par de guantes que tocaban muy de cerca mis codos.

Recuerdo haber discutido con David esa mañana por hablar sobre la magia blanca y negra en la hora del desayuno. Pero a pesar de todo, él era hermoso, y el hombre del que me había enamorado inesperadamente. Era rubio, robusto y acuerpado... Tenía veintiún años la última vez que lo vi. Poseía una apariencia imponente pero cuya sensibilidad era inigualable. Tocaba piano y siempre me regalaba una de las rosas de su jardín.

Ninguno se dio cuenta, pero Nathanielle llegó a las puertas del castillo con su séquito oscuro y tras su visita inesperada, David y yo le atendimos como nunca antes; ofrecimos los mejores vinos, las mejores comidas y el mejor entretenimiento. David le tenía estima, incluso había visitado muchas veces al moribundo Rey Midas, pero ese príncipe tenía otras intenciones, no me daba buena espina y discutí con mi amado durante los días en los que precedieron su presencia.

Siendo un talentoso hechicero, Nathanielle utilizó sus habilidades para curar enfermos, multiplicar comida y crear viviendas para las personas consideradas gentuza. Utilizó sus conocimientos para envolver con sus palabras a los ignorantes y sembró odio en los corazones de la gente para que lo apoyaran de manera definitiva. Regaló algunos de los dinosaurios más inofensivos de Saurius-In Rivers para garantizar la lealtad ante su flagrante campaña, y escuchó cientos de peticiones y sugerencias para la mejora del reino.

Cuentos de Luz OscuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora