Y aquella noche, La Reina, las cortesanas y sus hijos estuvieron reunidos en la habitación de los pequeños. Porque era domingo, porque las trabajadoras tenían el día libre, y porque todos querían escuchar el acostumbrado cuento de la hermosa mujer.
Sara, Lucy, Margaret y Emil se recostaron en las camas, mientras Megara, Menelao y unas cuantas mujeres más; tomaban asiento en las sillas que habían trasladado para la ocasión.
Y La Reina les sonrió alegré, rió ante las elocuencias de sus hijos y se puso cómoda, justo al lado de ellos. Escuchaba los vagos resúmenes de sus cuentos anteriores y asentía, dudaba y negaba con gestos silenciosos para que sus cortesanas tuvieran una idea mínima en cuanto a la continuidad de la Luz Oscura.
Bebió un sorbo de hidromiel; largo, pausado y con elegancia. Se acomodó la falda del vestido e hizo un gesto con las manos, exigiendo silencio. Entonces dijo:
"He llegado a saber, ¡Oh hijos míos! Sobre el ladrón más famoso de todos los reinos del continente. Ese que había robado a Reyes, que había extorsionado a nobles y que había sacado provecho de las fallas para alimentar a la gente de Roseland.
Robin Hood no había sido visto por Las Elegidas desde su altercado con La Bruja Comeniños, y desde que intentó fallidamente ayudarlas, su huella fue borrada por las leguas de LoudRia. Pero aquel día iba montando un dinosaurio carnívoro; de esos que corrían a dos patas y se alimentaban de las vísceras crudas. La gente los apodaba "Corredores", pero el doctor Frankenstein los había llamado Velociraptors.
Iba a toda velocidad; ondeando su caperuza verde y agitando las cinco bolsas de oro que llevaba colgadas al lomo de su indomable criatura. Estaba apurado, confundido y preocupado; se había perdido en el Bosque Verde tratando de ubicar la cabaña, y hasta la fecha no se había topado con algún viajero, animal o ser mágico que pudiera ubicarlo en tierra.
Su cabello iba bien peinado, sus ropas pulcras y su aljaba repleta de flechas. Su arco ahora era de Metal Doblado, ese que podía moldearse para regresar a la forma original en la que fue fundido. Tenía botas, guantes y chaleco marrón, pues había logrado comprarse ciertas ropas para estar a la altura.
Sin embargo, maquillar su apariencia no difuminaba su inexperiencia. Solo sabía que debía proteger a cierta doncella, y que regresaba a ella para saldar su deuda con El Herrero; que ahora lo buscaba para asesinarlo. Pero la amaba. La amaba más que nada en el mundo; y solo después de haber vivido tantas desavenencias pudo comprenderlo con absoluta reflexión.
Entonces la vio, era chata, larga y con un techo hecho de pastos y raíces aún frescas; tenía una puerta cuadrada y siete ventanas clausuradas por madera y arbustos. Lucía un poco más descuidada que antes, pero era ese el lugar que El Arlequín le había descrito.
Llegó a sus puertas y preguntó en voz alta; siempre empuñando su arco para evitar inesperadas sorpresas. Y Krom lo recibió entre pasos apresurados y un renqueo singular; la pelea contra El Lobo Albino lo había lastimado severamente.
—¡El ladrón! —exclamó sorprendido—. ¡¿Qué haces aquí?! ¡El Herrero ha ofrecido una recompensa de mil piezas de oro, a quien le entregue tu cabeza!
Se conocían, pues el día en el que Robin selló su trato con el misterioso anciano de Roseland, el leprechaun estuvo presente. Conocía su rostro, y aunque lo hubiera visto más harapiento; era él.
—Están buscándote en todo el continente... Y no solo él, las amigas de Blancanieves se han dividido para ubicarte, requieren de tu ayuda.
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Cuentos de Luz Oscura
FantasiUna hermosa reina se ve obligada a entretener a sus hijos, tras la partida misteriosa de su adorado esposo. Aquellos cuentos de hadas que escuchó durante su juventud, le servirán de inspiración para entrelazar algunas cosas que supo de personas que...