51: Todas para una

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"La tarde abrazaba el mar abierto en compañía de un crepúsculo hermoso. El día amenazaba con terminar tranquilo y quieto, pero para Las Elegidas, la verdad sobre el primero de sus peligros permanecía latente.

Había un baile que marcaría el inició del resplandor oscuro en LoudRia, y más estrechamente, la aparición de Nathanielle como el mayor tirano en toda su historia. Sin embargo, estaban más nerviosas por los designios del destino, estar atrapadas en el pasado y el conocer el fatídico final de una desconocida como Cordelia Pownfried.

Se sentían contrariadas, pues ni siquiera se habían topado con la joven de caperuza roja, pero su abuela les hubo brindado extenuante ayuda en su momento, y lo mismo hacía Simbad desde que se habían trasladado al pasado. Sabían que no debían interferir con la línea de los acontecimientos, pero si no lo hacían, serían tan culpables de la masacre como cualquiera de sus perpetradores.

Aurora revisaba una y otra vez las fechas, el calendario circular y sus desordenados conocimientos acerca del momento en el que estaban. Belle devoraba las hojas de unos cuantos libros en busca de algún conjuro o encantamiento que pudiera ayudarlas, y Cenicienta trataba de organizar un plan dinámico y cauteloso por si el asunto se salía de las manos.

Quien peor la pasaba era Blancanieves, a quien habían delegado la imprevista tarea de revelar la verdad, sobre lo que ocurriría en el baile de Dreamshire y lo que generaría la aparición de Nathanielle Lang, al cabo de tantas muertes. No obstante, las cuatro estaban asustadas, confundidas y ciertamente abrumadas, ante la prueba que el destino les había colocado en aquella oportunidad.

Habían peleado contra el amor verdadero, habían sobrevivido a las tretas macabras del despiadado príncipe y hasta se habían enfrentado la una contra la otra, para salir airosas de los ataques de los Dioses. Pero estar en medio del tiempo; atrapadas y a sabiendas de una verdad tan determinante, las descolocaba enormemente. Y volvieron a sentirse frágiles después de tanto tiempo.

—Las fechas concuerdan, señoritas. Hemos retrocedido un par de años o tres —comentó Aurora sin dejar de revisar calendario, mapa y eventos al mismo tiempo—. Ahora mismo estamos en medio del Espigo, y queda solo una semana para el próximo ciclo de luna llena.

—¡Vaya noticia! —Soltó Belle con cansancio—. No he encontrado nada que pueda ayudarnos, no existe magia para evitar lo que ya pasó.

—¿Entonces eso significa que tendremos que hacerlo nosotras mismas, no es cierto? —saltó Cenicienta, cabizbaja.

Nadie fue capaz de responder la pregunta. Ni siquiera tenían idea de cómo continuar, y pensaron que quizás lo mejor era ignorar que cientos de jóvenes inocentes estaban por morir.

—¿Cuándo debo explicarle a Simbad lo que ocurrirá con su hermana? —preguntó Blancanieves al pie de la ventana. Veía el atardecer con poco afán.

—Nieves —llamó Aurora—. No tienes que hacerlo sola. Ni siquiera tienes que hacerlo... No podría hacer nada aunque quisiera.

—Si él lo quiere, lo hará.

—Pero no podemos interferir con la línea de tiempo —recordó Cenicienta—. ¿Cómo se le explica a una persona que su familiar está a punto de morir y no podrá hacer nada para socorrerla?

—¿Has perdido un familiar? —Preguntó Belle refiriéndose a su padre—. Si te sometieras a tal experiencia, te darías cuenta de que harías lo que fuera por ayudarlo.

—Perdí un hijo. Creo que eso es suficiente.

—Pero todas sabemos que Raven seguirá vivo, y crecerá hasta convertirse en un excelente hechicero. No se compara con tener que ver morir a la gente que amas —siguió desafiando Belle.

Cuentos de Luz OscuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora