Día 37: Todo empieza a la medianoche

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Quedé sorprendido con el abrazo de Daniel, ¿por qué lo hizo? Si en conclusión, no somos amigos ni nada parecido,aunque me ha ayudado mucho.

-¿Por qué estabas tan preocupado por mí? - le pregunté mientras seguía abrazándome.

Y parece que recién en ese momento se percató de lo que había hecho. Me soltó rápido e intentó no mirarme a los ojos. Tartamudeó unos segundos, mientras se llevaba la mano derecha a la nuca, estaba nervioso.

-Bueno, te he ayudado todo este tiempo... Somos amigos creo... - respondió no muy confiado.

Sea lo que sea, no quiero hacerme ilusiones, no es el momento para pensar en otro asuntos, debo concentrarme en quienes me hicieron daño.

-¿Quieres caminar por el parque?- le pregunté de improviso, sorprendiéndole debido a la hora.

-Hace mucho frío, y es casi medianoche... ¿no crees que es muy peligroso?- respondió haciendo una mueca de disgusto.

-¿Acaso tienes miedo? ¿El hijo del gran Antonio Palmer es un cobarde?... Demuéstrame que eres un hombre...- le molesté de una manera infantil, alegre como hace mucho no estaba.

No sé si fue por las burlas a su masculinidad, o el hecho que me hacía feliz, pero me acompañó después de su rabieta. Dejó a su chófer en el barrio de Víctor y caminamos tranquilamente hasta llegar al parque.

El viento era frío, nos acariciaba el rostro melancólicamente, susurrando a los árboles y logrando que botaran sus hojas. Las luces de los faroles titilaban y se mezclaban con la sombra de las ramas viejas, que se mecían con dificultad. No había nadie a nuestro alrededor, sólo éramos Daniel y yo. 

-¿Qué sucedió con Borja?... ¿Qué ocurrió en su casa?- preguntó de pronto, cuando ya habíamos recorrido la mitad del parque en silencio.

-Primero que todo, no se llama Borja... en realidad es Víctor Lamarca, el hermano mayor de Francisca... Lo sé, lo sé, todo parece como una estúpida telenovela, pero es la verdad. No solo ha mentido en sus intenciones, sino que también en quién es...- respondí sonriendo.

Mierda, que no podía dejar de sonreír, supongo que estaba muy feliz por mi logro con Elena y el falso feo, o quizás, el abrazo del rubio me alegró más de lo que imaginé. ¿Por qué me abrazó? ¿Por qué es tan amable conmigo si apenas y nos conocemos?

-En fin... el muy zopenco está enamorado de la Almeida, y como es un tarado, le creyó las mentiras que inventó. Confió en que yo era el asesino de su hermana y por eso intentó matarme... Con las pruebas que me diste, les demostré que era todo falso y que yo soy inocente...-terminé de explicarle.  

Le vi sorprendido, supongo que es normal, porque todo es inverosímil. Meditó unos minutos sobre lo que conté, mientras seguíamos caminando por el parque. 

-¿Cuál es tu próximo movimiento?- retomó la plática.

-Ahora no puedo hacer nada... pero en diez minutos más tendré todo el poder en mis manos...- sonreí nuevamente, intentado intrigarlo con mis palabras.

-¿Diez minutos? ¿Qué ocurre en diez minutos?- logré lo que quería.

-Será medianoche...- y no dije nada más hasta que aquello ocurrió.

Llegó un nuevo día, pasó de las doce y con ello, inició un nuevo periodo en mi vida, uno en que me defendería con garras y muelas, uno en que seré independiente.

-Entonces... ¿qué ocurrió?- insistió tras ver la hora en su reloj.

-Lo que sucede es que desde ahora, soy oficialmente mayor de edad.... Daniel, estoy de cumpleaños...- y revelé mi secreto finalmente. -Y con esto, haré que mis padres se arrepientan de lo que hicieron... Ahora puedo hacer todo lo que quiera sin depender de su aprobación y utilizaré eso en mi beneficio...- Volteé para quedar frente a él y demostrar la seguridad que tengo en mi plan.

-Wow, yo... me has dejado sin palabras de nuevo... ¿por qué eres tan intenso?... Además, ¿no te importa que sea tu cumpleaños? ¿Acaso no vas a celebrar?... Es un día de festejo, ¿o no?- desvió la tensión de la conversación a algo más banal. 

Solo suspiré, y es que esos deseos de niño mimado han quedado muy atrás, ya no estoy interesado en los regalos de personas cínicas que querían ser mis amigos por la popularidad, o los regalos que la secretaria de mis padres me enviaban intentando que creyera que había sido un presente de ellos. Ahora son otros mis objetivos y una estúpida fiesta no es algo que anhele.

-Que aburrido eres... En fin... ¡Feliz Cumpleaños!- gritó feliz antes de abrazarme y felicitarme por mi cumpleaños. -Sé que soy muy rico y todo, pero no tengo nada que regalarte ahora... Nada excepto mis sentimientos por ti...- quedé pasmado ante sus palabras.

Se puso serio de la nada y colocando sus manos en mis hombros, se acercó lentamente hacia mi rostro, buscando un beso. Me coloqué muy nervioso, mucho como... como hace mucho no me ocurría, de la misma manera en que estaba ilusionado con el primer beso de Vicente, en aquella época cuando todavía era inocente.

Cerré mis ojos ante el inminente beso, estaba dispuesto a dejar fluir la situación, hasta que....

Hasta que...

Escuché su estúpida risa.

-¿Qué? ¿Acaso creías que te iba a besar?... ¿Quieres decirme que te gusto? ¿Te vas a unir a mi fanclub?- se moría de la risa, se burlaba de mí en mi cara.

Ah no, no me iba a quedar de brazos cruzados, así es que sin mayor aviso, me acerqué a sus labios y le besé delicadamente, uniendo mis labios a los suyos, mordiéndole con sutileza.  

-Sí... me gustas...- le dije en su cara, antes de seguir con mis pasos y dejarlo completamente atónito, incapaz de moverse. 



ADVERTENCIA: La belleza es peligrosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora