Día 76: El fin no justifica nada

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Es difícil marcharse cuando el corazón te suplica regresar. Tan solo en un instante todo se puede desmoronar, todo puede cambiar de tal modo que se hace imposible corregirlo.

Daniel intentó controlar lo que sucedía en su interior, pero era tan fuerte que no pudo. Lloró delante de nosotros, destrozado al enterarse de la verdad, de lo que había ocurrido con su madre.

-¿Acaso crees que estoy así por algún accidente? Pues no, fue tu padre quien se encargó de torturarme por años, de cortarme pedazo a pedazo hasta despojarme de toda humanidad... Antonio Palmer Edwards no es la persona que crees, tu padre no es un santo, sino que todo lo contrario... Acaso, ¿cómo crees que se quedó contigo? ¿Nunca te has preguntado la razón por la cual murió tu madre?... Pobre Daniela, justo se enamoró de la persona equivocada, si no se hubiera fijado en Guillermo, nada de esto hubiera pesado... Conociendo a Antonio, no creo que te haya contado cómo murió esa pobre chiquilla... Entonces yo te haré un favor, te diré que Daniela fue atropellada estando embarazada... Y no me vas a creer quién fue el conductor que lo hizo... El muy desgraciado ni siquiera se bajó a ayudarla y la dejó ahí, a su suerte... Menos mal que no ocurrió nada malo, o por lo menos no en ese momento, porque la chica tuvo principio de aborto y se agravó tanto su parto, que terminó muriendo cuando te dio la vida... ¿Quieres adivinar quién hizo todo eso? Tu padre, el gran Antonio Palmer... - son las palabras que Francisco pronunció en el video que había grabado, los mismos secretos que Daniel escuchaba.

El pobre no podía dar crédito a lo que oía, mientras que su papá estaba de espalda, mirando fijamente por la ventana como si de esa manera pudiera eludir la realidad.

-¿Es verdad?.... Tú... Tú.... ¿La mataste?... - el rubio encaró a Antonio por fin, sumamente acongojado, casi sin poder hablar.

-No fue así, todo fue un estúpido error... Jamás quise que muriera, incluso hoy en día sigo arrepintiéndome por eso... - Palmer no se despegaba de la ventana, ni siquiera miraba a los ojos a su hijo.

Yo veía toda la escena muy alejado, arrepentido por haberle revelado aquello que tanto dolor le producía.

-Por tu culpa no conocí a mi madre... - Daniel seguía apelando.

-¡Yo no quise!... Ella me había quitado a Guillermo... Sí, la odiaba, pero jamás quise acabar con ella... Todo fue un accidente, uno que nunca imaginé acabaría así... No quería separarte de ella, por eso incluso te nombre como ella... ¿No lo entiendes? Jamás haría algo que te dañara... - Antonio se acercó a su hijo. Es la primera vez que le veía afligido, el gran amo y señor de este país estaba temeroso, tenía miedo de perder a su único hijo.

-¿Cómo puede ser un error atropellar a alguien que te ha quitado la persona a quien amas?... Dudo que haya sido una coincidencia... ¿Por qué lo hiciste? Ella era inocente... - Daniel no entendía razones.

-Eres muy joven para comprenderlo, pero.... ¿Acaso no te basta todo lo que he hecho por ti? He arriesgado todo con tal de ser tu padre, eres lo más importante que tengo en este mundo... Te amo como si fueras de mi sangre... - imploraba clemencia.

El silencio se apoderó de la habitación después, el ambiente estaba denso, tanto que podría haberse cortado con el filo de un cuchillo.

Daniel no soportaba más aquel lugar, por lo que sin decir palabra alguna se marchó de allí, sin siquiera verme.

Mi mirada se conectó con la de Antonio, quien estaba furibundo, me detestaba con todas sus energías, le había arrebatado lo que más amaba, estaba haciendo lo mismo que Daniela hace muchos años atrás. ¿Haría lo mismo conmigo?

Decidí salir de allí y buscar a mi novio, necesitaba explicarle cómo ocurrió todo, que jamás quise contarle la verdad, que solo buscaba defenderme de su padre.

-Daniel... Yo... - pero no supe qué decir.

-No quiero hablar contigo, eres la última persona a quien quiero ver ahora... - estaba en el patio de la mansión, sentado sobre una banca y mirando el cielo. No me vio, solo me habló al sentirme a su lado.

El corazón se me partió en ese momento, cualquier otra persona puede herirte, pero si es alguien a quien amas, la tortura se convierte en suplicio.

-Yo... No quería que te enteraras.... Él... Quería alejarte de mí, porque no cree que sea digno de ti... Me dijo que alguien con mi historia sería perjudicial para tu reputación... Tenía que defenderme, no iba a permitir que me alejaran de ti...créeme por favor... Lo siento tanto... - fui sincero.

-Sé que has sufrido demasiado, que quizá no vuelva a conocer a nadie que le haya tocado una vida tan triste... Podría intentar comprenderte por eso, pero yo también he sufrido y ahora me has dañado mucho... Demasiado... Creo... Que no puedo perdonarte... - ese fue el fin, todo lo bonito que había logrado se arruinó, todo era mi culpa.

Un nudo en mi garganta me impidió seguir hablando, y antes que derramara la primera lágrima decidí marcharme. Le dejé atrás, arrepentido por lo que había hecho, apenado y aún así, alimentando la esperanza que tal vez cambie de idea, que me perdone y se dé cuenta que nunca he querido hacerle daño.

-Pronto sabrás de mí... - escuché la voz de Antonio antes de marcharme.

-Tú haces algo para dañarme, como dejar libre a Leonardo o incluso, atentar contra mí vida... Y te juro que este video se va a reproducir en cada celular y computador del país... Tengo muchas copias y gente de confianza que si sabe que me ha sucedido algo, lo divulgarán... Supongo que no te vas a arriesgar ¿verdad? - mostré mis garras, el peor rostro que poseo.

No recibí respuesta, le había dejado callado. Y así, abandoné la mansión Palmer, destruido por completo y es que aquello que trataba proteger, terminó siendo dañado finalmente, por mi propio orgullo.

ADVERTENCIA: La belleza es peligrosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora