Lo últimos días intenté llegar tarde a mi casa, no quería estar allí cuando mis padres se reunieran después de sus trabajos. No les advertí que había puesto una demanda en su contra, por lo que se sorprendieron mucho cuando les llegó la citación a tribunales.
-¿Qué hiciste?... Se supone que si te dábamos las acciones de Fisher and Oldman, no nos denunciarías...- don Agustín Pfeiffer entró en cólera, no podía creer que repetiría aquella pesadilla una vez más.
-No, nunca dije eso... lo que dieron fue para pagarme todo el sufrimiento. Nunca dije que no los iba a denunciar...- respondí con sarcasmo.
Tanto él como su esposa decidieron que todo lazo entre nosotros se había acabado, que al ser mayor de edad no tenían que seguir manteniéndome y por eso, me echaron de la casa como hace mucho querían hacerlo.
No me resistí, para ser sincero fue la mejor decisión que pudieron tomar. Con un poco de dinero ahorrado me fui a un hotel, donde aunque me encuentro solo, ya no tengo la presión de aquellos que intentaron ser mi familia.
Lo único que me dio pena al dejar aquel departamento, fue despedirme de Carlota. Aquella mujer de esfuerzo y que siempre estuvo ahí para apoyarme, lloró mucho al saber de mi partida. Ella, que no tienen ningún lazo sanguíneo conmigo, demostró siempre tener más afecto por mí que mis propios padres.
-Está bien, ya soy grande... puedo defenderme. Te prometo que algún día te pagaré todo lo que hiciste por mí... Te lo juro...- me despedí de ella con un beso en la mejilla, mientras la pobre intentaba no llorar.
Al estar en un lugar secreto, un hotel con alta seguridad, he podido planificar mis próximos pasos con serenidad. Tengo pruebas materiales para iniciar los juicios. Sin embargo, todavía me faltan los testigos, persona que puedan contar lo que saben y así librarse del peso que llevan encima.
Todos sabemos que Borja y Elena son parte de ese grupo, pero será muy difícil que quieran atestiguar en su contra. Lo único que tengo claro, es que jamás se aliarían con Verónica, ella es la asesina de Francisca y a quién más deberían odiar. Con ellos he decidido solo esperar, veré cuáles son sus próximos pasos y cuando sea necesario, me entrometeré.
A Daniel lo dejaré fuera de todo problema, lo único que ha hecho es ayudarme y ya es suficiente, no tiene por qué involucrarse, él nada tiene que ver con la muerte de Francisca, aun cuando se empeñe por entrometerse.
Así es que solo debo concentrarme en una sola persona: Alonso. El muchacho fue cómplice de la Almeida, aunque se ha arrepentido y me ha confesado la verdad. Me ha prometido que me ayudará en todo, aunque eso signifique buscar un castigo para él también.
-Solo quiero que me perdones...- dijo el moreno.
Lo invité a mi habitación para planificar la demanda. El chico aceptó de inmediato y esa misma noche llegó a mi puerta. Al verle ahí, no pude olvidar el tiempo en que fuimos amantes, en que nos escondíamos de Vicente para consumar nuestras pasiones. Ahora es todo tan distinto, tanto que me dio la impresión de estar frente a un desconocido.
-Me gustaría... Valentín, en realidad te amo. Nunca había sentido esto por nadie y todavía sueño en conquistar tu amor... ¿Crees... crees que algún día puedas llegar a amarme?- me abrazó tiernamente luego de platicar en el sofá.
Me sorprendió mucho su actitud, se reflejaba en su mirada la pena, la desesperación por desear con todas las fuerzas algo que jamás sucederá.
-Alonso... prefiero serte sincero, pero... no creo que eso ocurra. Simplemente no somos compatibles... Lo siento...- y me separé de su abrazo.
El chico se marchó después de eso, sin despedirse siquiera. Me quedé en el cuarto un tanto acongojado. No soy de las personas que suelen ser empáticas, o por lo menos eso intento, tan solo que en ese momento ver a Alonso tan destruido me afectó demasiado.
Saber que no te tendré es lo mismo que morir. Por eso prefiero terminar con mi vida ahora, antes de soportar tanto sufrimiento.
Me llegó un mensaje de Alonso al celular, pasada la medianoche solo horas después de su visita. Desperté del pánico, no podía creer que el moreno hubiera decidido acabar con su existencia. Sin pensarlo dos veces, me vestí y salí en su ayuda. Lo llamé con desesperación, necesitaba saber su ubicación para impedir que cometiera una estupidez, pero no contestaba.
Aquí es donde acabaré con mi vida.
Me llegó una fotografía del Edificio Palmer, aquel donde mucha gente se ha suicidado, todo después de la leyenda del primer suicida: un inmigrante haitiano llamado Michel. No lo dudé dos veces y llamé a un taxi para que me llevara hasta el centro financiero. El camino fue una agonía, al igual que la subida en ascensor hasta el último piso de la torre.
Estaba a punto de llegar a la azotea, cuando recibo una llamada.
-¡Alonso! Por favor, no lo hagas... Estoy a punto de llegar, por favor no...- hablé tan solo al contestar, y es que era el número del moreno. Sin embargo, no pude seguir tras escuchar esa voz.
-Yo he intentado detenerlo, pero no quiere hacerme caso... Quizás a ti sí...- era Verónica quién estaba al otro lado de la llamada.
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ADVERTENCIA: La belleza es peligrosa
Mystery / Thriller¿Por qué está lleno de gente hermosa pero fría? ¿Acaso la belleza no puede ser acompañada de bondad? La Scuola Bianchessi fue fundada por una de las mujeres más hermosas del país, y por ello, ha decidido crear un lugar donde la hermosura física se...