Día 47: Están juntos

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Me había mentido, se supone que había sido sincero y confesó todo lo malo que había cometido, tan solo que no se acordó de lo más terrible. Se suponía que Víctor estaba arrepentido, mas nunca admitió que fue él quién asesinó a Vicente. Esas mentiras no las podía dejar impunes, tenía que encarar a aquel desgraciado y escuchar de sus propios labios su confesión.

Lo busqué en la casa de la profesora Elena, pero nadie vive allí desde que la mujer está tras las rejas. Así me dispuse a buscar el hogar de Francisca, dónde vivían sus padres, los mismos de aquel que conocí como Borja.

No me costó dar con su dirección, me fue mucho más fácil que soportar la presencia de Daniel en la mansión cada vez que visitaba a la odiosa de Verónica.

-Ven, estamos viendo una película, podrías acompañarnos... - las palabras de la chica estaba llenas de veneno, como la mordida lastimera de la araña antes de engullir a su presa.

Me dediqué a omitir su presencia, como si se tratara de una mosca, un insecto sin importancia, aunque lo que más me costaba era resistir la mirada penetrante de Daniel, esa que me terminaba derritiendo. ¿Qué busca? ¿Acaso puedo confiar en las palabras de la Almeida y creer que ellos dos no tienen ningún plan entre manos? Sin saber con claridad sus intenciones, sólo atino a hacer lo mismo que hago con su novia.

Su mirada me pesa en los pasillos, en la cena, incluso puedo imaginar en las noches que me observa, como un ser todopoderoso. ¿Acaso pensará en mí todo el tiempo?

Cuando tuve la dirección de los Lamarca me armé de valor y subido en un taxi, hice guardia frente a la gran casona blanca, al otro lado de la ciudad, allí donde se acaba la civilización, a los pies de las montañas. Esperé largas horas intentando dar con la presencia de Víctor, si es que en realidad vivía allí.

Ya al anochecer me di por vencido, no le había visto y existían un montón de razones que podrían explicar tal situación. Podría estar allí en casa, escondido temiendo las represalias de Verónica. O tal vez estaba en otro lugar viviendo, y en ese caso, ¿cómo podría saber su nueva dirección?

Regresé derrotado a la mansión Almeida, tenía que encarar a aquel asesino, no podía quedarme con aquella ira acumulada. Estaba desesperado, pero como un rayo de luz, recordé de pronto la sentencia de Víctor: presidio domiciliario. Tan sólo tenía que indagar en la información de los tribunales de justicia para hacerme con el lugar dónde se encuentra.

Con un poco de dinero y contacto, pude tener lo que quería y a la semana después de enterarme de la verdad, estaba frente a la dirección que me habían dado. Supuse que quedaría impresionado al ver nuevamente al hermano mayor de Francisca, tan solo que no fue eso lo que me impactó.

Estaba allí, frente al domicilio de quien mató a Vicente, de quien utilizó a Eunbyul, pero también estaba delante del lugar donde mi primer amor expiró, donde se supone intentó violar a mi amiga. Sí, porque el lugar dónde Víctor cumplía su presidio era el mismo donde vive Daniel, él se estaba hospedando en la mansión Palmer.

-¿Qué haces aquí? ¿Acaso no vez que es peligroso que vengas a mi propia casa? - escuché la voz del nuevo novio de Verónica a mi espalda.

Di vuelta para quedar frente a los ojos verdes de Daniel y su expresión intimidante, no quería que estuviera allí.

-Ese es el problema, si vine aquí no fue para verte, sino que busco a Víctor... ¿Qué planeas? ¿Por qué le tienes aquí? - fui directo al grano, ya eran muchos los secretos que el rubio me escondía.

No recibí respuestas, porque en ese preciso momento sonó el celular de Palmer.

-Te dije que era peligroso venir... Verónica ya se ha enterado que estamos juntos y me está llamando... Te prometo que podrás ver a Víctor, pero no ahora... Tenemos que tener mucho cuidado con Verónica, es más peligrosa de lo que pensamos.... - me dijo mientras me mostraba la pantalla de su móvil.

Aunque él quisiera, no podía entrar a esa mansión en ese momento, por lo que decidí marcharme. No debido a que crea en Daniel, porque aunque pareció preocupado por mí, todavía dudo de su lealtad, como la de todo el mundo que me rodea.

ADVERTENCIA: La belleza es peligrosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora