Hace algunas noches mi percepción de Leonardo ha cambiado mucho. Siempre le vi como alguien fuerte, un hombre de negocios que no poseía miedos, el padre de mi enemiga y quien también quería acabar conmigo. Tan solo que me demostró aquel lado que intenta ocultar de todo el mundo.
En la oscuridad de la noche desperté debido al llanto que mi prometido producía mientras dormía. Me quedé unos minutos mirándolo, viendo la desesperación en su rostro dormido. Cuando ya no aguanté su sufrimiento le mecí para que despertara.
-¿Dónde está?... La necesito... - fue lo primero que mencionó.
-¿Quién? ¿A quién buscas? - quería entender de qué hablaba.
No respondió y sólo me abrazó, me agarró entre sus brazos y me apretó tan fuerte que parecía que su vida dependía de ello. En ese momento sentí la humedad de sus lágrimas recorriendo mi abdomen. ¿Qué había soñado como para estar tan desesperado?
-No me dejes nunca... Te necesito mamá, por favor no me abandones... - susurró con un tono muy diferente al usual, se comportaba como un niño.
-Leonardo, no soy tu mamá... ¿Qué te sucede? ¿Puedo ayudarte en algo? - quedé impactado.
-Quédate conmigo... Acaricia mi cabecita ¿ya?... Soy pequeñito, necesito a mi mamá... - realmente estaba frente a un infante.
No dije nada más y es que no sabía cómo responder a aquel delirio. Le abracé y acaricié su cabeza como me había pedido. Al rato volvió a quedarse dormido.
Estuve con insomnio toda esa noche y es que no podía sacar de mi cabeza aquel comportamiento. ¿Qué le habrá sucedido de niño? ¿Será ese el motivo de su comportamiento adulto? ¿Del incesto?
Pensé que al otro día el hombre se disculparía, intentaría explicar su desvarío. Tan solo que nada de eso sucedió, se comportó como si nunca me hubiera confundido con su madre.
-Cada día siento que te amo más... - fue la forma en que me saludó, aunque yo lo sentí más como un agradecimiento.
Aquel asunto ocupó mi mente todos estos días, creí encontrar la razón de toda la maldad de aquella familia.
Y en medio de mis dudas, otro misterio volvió a aflorar. Estaba en la cocina tomando un jugo cuando aquel gemido de mujer volvió a ocurrir.
-¿Qué fue eso? - le pregunté a Sandra, la sirvienta que ha tenido la mansión por años.
La anciana pareció no notar el ruido y me respondió como si hubiera sido parte de mi imaginación.
-¿Acaso crees que estoy loco? En esta casa suceden cosas raras y tú quieres esconderlo... - la encaré, y es que la mujer siempre me ha tratado como a un invasor, un entrometido.
-Disculpe, pero no puedo respetar a un maricón... - dijo sin culpa antes de querer marcharse de la habitación.
-¿Quién crees que eres para tratarme así? ¿Acaso piensas que no sé defenderme?... Si vuelves a decirme algo parecido, sabrás que no temo en pegarle a una vieja desgraciada como tú... Ten mucho cuidado mierda, porque puedo ayudarte a morir luego... - la tomé del brazo, y la aprisioné contra la pared.
-Yo soy como la madre de don Leonardo... Ten mucho cuidado conmigo.... Soy alguien importante... - intentó responder Sandra, aunque le costaba respirar producto de la conmoción.
-¿Cómo la madre? Ella está muerta, una campesina como tú jamás será importante... - le reproché, pero no como un alegato, sino que para incitarla a decir la verdad.
-¿Y quién te dijo que doña Marcela está muerta? - sonrío como si con ello fuera a dañarme.
-¿No está muerta? ¿Entonces es ella la que está encerrada? ¿La que gime? ¿O acaso es la madre de Verónica? - quería llegar a la verdad absoluta, tan solo que en ese momento sentí pasos y tuve que dejarla en paz para no llamar la atención.
Algo raro esconde la historia de la tal Marcela, la madre que abandonó a su hijo y que al parecer, todos en la mansión saben que sigue con vida.
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ADVERTENCIA: La belleza es peligrosa
Mystery / Thriller¿Por qué está lleno de gente hermosa pero fría? ¿Acaso la belleza no puede ser acompañada de bondad? La Scuola Bianchessi fue fundada por una de las mujeres más hermosas del país, y por ello, ha decidido crear un lugar donde la hermosura física se...