Día 54: Propuesta

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-¿Me quieres ayudar?- le dije a Daniel tan solo ingresó a la habitación.

Luego de nuestra reunión en la casa de Eunbyul, nos hemos juntado los cuatro para platicar de cómo destruir a nuestra enemiga. Lo único que tenemos claro hasta ahora, es que Víctor debe declarar en la justicia que fue Verónica quien tuvo la idea de matar a Vicente, que es ella el autor intelectual. 

Daniel asintió con su cabeza  a mi pregunta.

-Entonces ayúdame a conseguir los favores de tus padres... Necesito destruir a los Almeida con aquello que les da poder: el dinero...- mencioné sin titubear, y es que he pensado mucho en esta posibilidad.

Ahora que he comprado acciones de Industrias Grimaldi, me es posible tomar decisiones en una de sus empresas, en esa donde tengo mi patrimonio invertido. Se trata de la Sociedad Portuaria Grimaldi o Puerto Grimaldi por controlar esa terminal marítima. 

Decidí invertir en esta empresa ya que el mayor rubro de Fisher and Oldman es la prestación de servicios de ingeniería tanto en el área portuaria como de la construcción. Además, las otras empresas que posee Leonardo están relacionadas de una u otra manera con estas actividades . Ahora que poseo poder de decisión en una empresa que puede ser cliente de los Almeida, he decidido iniciar mi estrategia.

-¿Y en qué quieres que te ayude?- preguntó extrañado Daniel.

-Quiero que me ayude a iniciar un proyecto de ampliación del puerto Grimaldi, quiero convertirlo en un gran centro de acoplamiento para la industria minera.... Tu padre es dueño de las más grandes minas de cobre, por lo que también le podría convenir... Le daría un trato más que generoso...- Hablé de negocios con un chico de mi misma edad, aquel mismo discurso que le tengo preparado a don Antonio.

-¿Y qué gano yo con eso? ¿Qué tiene que ver con nuestra venganza en contra de Verónica y Leonardo?- seguía incrédulo.

-Uno de mis contactos me dijo que Fisher and Oldman está buscando nuevos proyectos, porque ha perdido todas las concesiones del Estado... Parece que están prefiriendo a las firmas chinas, que son más baratas. Por eso quiero que ellos inviertan en el Puerto Grimaldi, que se convierta en su mayor negocio, para tenerlos en nuestras manos...- le expliqué mi plan, ese que he desarrollado en mi cabeza paso a paso.

-Está bien, creo que podría hablar con él.... aunque no te prometo nada...- respondió con el mismo tono que tuvo toda esa tarde,  como si no creyera en mis capacidades.

Supongo que es normal, todos siempre me han tratado como a un imbécil, alguien frívolo que solo piensa en la belleza y el sexo. Es la reputación que me hice después de tanto tiempo enamorado de Vicente y creo que será difícil de eliminar de todos quienes me conocen. O tal vez no, porque si Antonio Palmer no me ayuda con esto, tendré que buscarme a un millonario con quien casarme y quitarle su dinero. 

Luego de nuestra reunión, regresé a la mansión Almeida. Allí me encontré con mi novio, quien me esperaba con una cena romántica.

-Te he preparado una sorpresa...-me dijo mientras corría la silla para que pudiera sentarme.

Las rosas rojas, las velas encendidas, la luz tenue y la música de violín, todo estaba pensado para generar un ambiente propicio, una velada de ensueño. Debo reconocer que me gustó y es que jamás nadie había tenido tal detalle conmigo. Un gesto de caballero, de hombre mayor.

-Espero que la cena te guste, le pedí a Consuelo que la preparara especialmente para ti... porque sé que ella te conoce como si fueras su hijo...- sentenció sonriente mientras la sirvienta entraba con los platillos.

La mujer parecía contenta de vernos así, como si supiera un chiste divertido que no puede sacárselo de la cabeza y que la obliga a reír constantemente. Supuse que se alegraba por la prodigalidad de mi amante, de su excesiva amabilidad para con quien se suponía estar enamorado.

En medio de los platillos, sentí cómo su mano se deslizaba por el mantel hasta llegar a la mía. Acarició mis dedos con cariño, a la vez que no podía despegar su mirada de mis ojos. Sonreía al verme como un bebé hace al contemplar a su madre, parecía como si sintiera por mi el más puro amor, como si todo fuera verdad.

-Soy muy feliz desde que estamos juntos, me encanta despertar y verte al otro lado de mi cama... Y por eso...- se levantó de su asiento para hincarse frente a mí.

-Por eso, quisiera que esto fuera legal ante todos... Valentín, te amo.... y quiero que estemos juntos por muchos años más.... ¿quieres casarte conmigo?- puso un anillo en mi dedo.

Por un momento llegué a las nubes, me sentí como la doncella atrapada en la torre, custodiada por el dragón. Fue una sensación agradable, de haber encontrado un gran tesoro escondido. Por un segundo imaginé una vida a su lado, creí que podría amarle y dejar toda la tristeza de lado, tan solo que jamás dejará de ser el padre de Verónica, ni tampoco quién violó a Vicente.

-Claro que sí, amor... Nada me haría más feliz...- respondí besándole en la boca.

Si él quiere que nos casemos, entonces así será. ¿Acaso planea algo en mi contra? ¿Verónica le dijo que lo hiciera para ocultar su incesto? Intenté fingir felicidad, cuando en realidad sabía que todo era una táctica más y que nada de lo que hacía Leonardo era sincero. 

Levanté la vista cuando mi ahora prometido me abrazaba, y me encontré con los ojos azules de la Almeida mirándonos detrás de una puerta. Estaba vigilándonos y sufriendo al ver al hombre a quien ama pidiéndole matrimonio a otro. El hecho que estuviera oculta, me causó repulsión, y es que ahí estaba la araña moviendo sus hilos, controlando a sus presas a su antojo, haciendo que todo transcurra como ella quiere, porque todo siempre ha sido a su voluntad. 

ADVERTENCIA: La belleza es peligrosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora