Día 73: Con todo

64 11 15
                                    

Me reuní con Daniel después de la conversación que mantuve con su padre, ¿qué había significado todo eso? ¿Qué iba a hacer el rubio?

Lo esperé un par de minutos en un parque cercano a la mansión Palmer, estaba nervioso y caminaba de un lado hacia otro.

-¿Qué sucede? ¿Por qué estás tan ansioso? - fue lo primero que me preguntó.

-Supongo que no sabes nada entonces... - dije un tanto desilusionado.

Imaginé que Antonio jugaría limpio, que también amenazaría a su hijo para que se alejara de mí.

-Tu papá me vino a ver hace poco, y me dijo que me separara de ti, que no te hago bien por culpa de mi reputación.... Como si fuera culpa mía todo lo que me ha sucedido... - fui directo al grano, botando todo eso que tenía atrapado en la garganta.

El rubio me miró incrédulo, no entendía lo que le había confesado, y es que parecía algo que don Antonio jamás haría.

-Pero si él te estima mucho... Creo que hasta le gusta la idea que seamos novios... - al parecer su padre se ha comportado con él todo lo contrario que conmigo.

Ya veo, quiere dejarme como culpable a mí, en vez de asumir sus prejuicios. Pues bien, veamos cómo reacciona cuando llegue a su casa.

-¿Qué seamos novios? ¿Eso somos? - cambié el tema.

-Bueno... Yo pensé que sí... ¿O no? - Tartamudeaba.

-¿Vas a pedirme noviazgo? - insistí.

El muchacho solo sonrió, de esa manera tan linda que tiene, poniendo chueca la boca y encogiendo los ojos. Una brisa sacudió su cabello y le hizo parecer aún más atractivo.

Sonrojado, se arrodilló frente a mí, tomó mi mano y mirándome fijamente a los ojos, pronunció:

-¿Usted quiere ser el amor de mi vida?... ¿Quisiera convertirse en mi novio? - fue todo lo romántico que jamás nadie fue conmigo.

No respondí con palabras, sino que arrodillándome también, para besarle en la boca y sentir el calor de sus labios hermosos. 

Aunque fue orquestado, el sentimiento en mi pecho fue profundo, y es que por fin tenía una relación sería con el hombre a quien amo. Tal vez necesitábamos esa discusión para formalizar.

-¿Vamos a tu casa? - pregunté al rato, luego de estar unos minutos sentados bajo la sombra de un árbol.

Todo parecía normal entre nosotros, aunque en realidad, lo que quería era provocar a Don Antonio, saber qué es lo que realmente planea y de qué manera intenta alejarme de su hijo.

Entramos a la mansión y quién nos recibió fue la sirvienta, la misma que me ofreció té y me dejó en la sala de estar.

-Voy a buscar a mis padres, para contarle la noticia... - Daniel parecía entusiasmado.

Respiré profundo antes de comenzar con la cuenta regresiva, sabía que el líder de los Palmer no estaba bromeando cuando fue a mi casa a amenazarme, así es que esta provocación de mi parte le sentaría fatal.

-No lo puedo creer, cuando me lo dijo mi hijo me llené de alegría... - apareció el hombre hablando en voz alta y buscándome con sus brazos para abrazarme.

Antonio parecía otro ser, un caballero amable y gentil que se alegraba con nuestro noviazgo. Aquel abrazo que me dio me congeló por completo. Aún cuando todo parecía grato, su sonrisa y postura, algo en su tacto me paralizó. Era más bien como el gesto humanitario del verdugo antes de liquidar a su rehén, como el veneno de la araña antes de devorar a su presa.

-No ves Valentín, a mi papá le encantas y se alegra que me haya enamorado de ti... - soltó la lengua mi novio.

Recién en ese momento pude percibir el desagrado de Palmer, y es que su mirada me estaba quemando como el sol más fuerte de verano.

-No seas tímido muchacho, si ya eres parte de esta familia... - interrumpió, como si quisiera que olvidara aquello que hace unas horas me había dicho en mi casa.

Daniel fue a buscar a Guillermo, su otro padre y nos dejó a nosotros solos en la sala de estar.

-Así que de esta manera será... No pensé que sería tan cínico... - fui directo al grano y es que detestaba esa situación.

-Eso es algo que tienes que aprender... No importa la forma, sino que el fin...-sé que hubiera seguido con su sermón, pero justo en ese momento llegó su esposo.

-Mucho gusto, soy Guillermo Palmer... Déjame confesar lo mucho que te estimo, eres alguien muy valiente... - todo lo contrario a Antonio, este hombre me trató con sinceridad, estaba realmente feliz de verme junto a su hijo.

-Ahora sí, ya somos oficialmente novios... - me abrazó Daniel frente a sus padres, en una escena que debería ser alegre, pero que finalmente sólo era un montaje.

En un hecho inédito, se le ha concedido libertad vigilada a Leonardo Almeida durante el proceso de investigación del controversial caso Pfeiffer. ¿Qué quiere significar esto? Muchos rumorean que los peritos policiales están encontrando evidencia de la inocencia de este hombre y que la mente maestra detrás de los secuestros sería la todavía prófuga Verónica Almeida.

Escuché esto en un noticiero, en lo que se había convertido en el caso del día. Todos hablaban de la libertad de aquel monstruo y que tal parecía que nada tuvo que ver en mi sufrimiento, pero ¿cómo? ¿Acaso nadie confía en mí testimonio?

Nunca olvides que controlo este país.

Llegó un mensaje a mi celular desde un número privado. No tuve que pensar mucho para darme cuenta que se trataba de Antonio Palmer, él estaba detrás de todo lo ocurrido con Leonardo.  Era su represalia por no hacerle caso y seguir al lado de Daniel, no cabía dudas.

Lo que hizo fue algo muy arriesgado, y es que está dispuesto a todo con tal de alejarme de su hijo. ¿A dónde llegaría? Tal vez puede hacerme mucho más daño, y él sabe que le conozco, pero lo que él no se imagina, es que yo no tengo nada que perder y que lo único que poseo en este mundo, es el amor de mi novio. No, no voy a claudicar, si el gran Antonio Palmer quiere guerra, pues guerra tendrá.

ADVERTENCIA: La belleza es peligrosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora