Día 88: Sí

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Esta vez me ocurrió algo que no me había sucedido antes. Cuando era adolescente no me importaba engañar a la persona a quien amaba, incluso llegué a competir con Verónica por quien estaba con más hombres, aunque ambos estábamos enamorados de Vicente. Sin embargo, esta vez fue diferente, porque tras la relación sexual fallida con Daniel, me costó mucho ver a los ojos a Víctor. Me sentí vil y rastrero por serle infiel.

-¿Qué sucede?- el hombre se dio cuenta de inmediato de mi distancia.

-Yo...Discutí con la gente de las empresas Palmer. El ambiente está muy tenso...-tuve que mentirle y es que no me atrevía a contarle la verdad.

Víctor solo decidió abrazarme y acariciar mi cabello para tranquilizarme, sin saber la verdadera razón de mi tristeza. Supongo que he perdido el poder de dañar a otros y no sentirme culpable. La vida te va enseñando que el mejor camino es el de la rectitud.

Me sentía sucio, veía mi cuerpo y recordaba las zonas que había besado el rubio, a cada momento podía sentir su mirada lastimera cuando me pidió que no le dejara. Todo ello me hacía estremecer. Perdí el apetito, y tuve insomnio todas las noches. La culpa me estaba matando, tan solo que no podía confesarle la verdad a mi pareja, porque... ¿qué haría yo si decidiera dejarme?

Preferí evitar a Daniel en la oficina, no quería caer nuevamente en la tentación de probar su piel o de sentir que nada ha sucedido, que él sigue enamorado de mí y que podríamos volver a revivir el amor que tuvimos en la adolescencia. ¿Todo podría ser igual que antes?

Y todo colapsó con esas visitas.

-Quiero que seas sincero y que me digas que no tienes nada que ver...- ingresó a mi oficina Pilar Lancaster, la esposa de Palmer.

La mujer estaba muy enfadada, tanto que golpeó mi escritorio exigiéndome confesarle una verdad de la que ni siquiera me había enterado.

-Buenos días, ¿cómo estás? Yo bien, muchas gracias por preguntar... ¿qué es lo que necesitas? - fui sarcástico al ver su arrebato.

-Mira, vamos al grano... Mi esposo me ha solicitado el divorcio de la nada. Estábamos muy bien hasta el maldito día en que ingresaste a esta empresa. Desde que volvió a verte lo he sentido distante, y ahora esto... ¿No crees que es obvio que me quiere dejar para correr a tus brazos? –Pilar estaba muy enojada, me miraba con ira.

-Pues fíjate que quizás tienes razón...De hecho, el otro día follamos en este mismo escritorio que estás tocando...-no me pude aguantar.

La mujer enloqueció al saberlo y se apartó como si hubiera tocado al mismísimo demonio.

-Eres un descarado, ¿acaso no te da vergüenza meterte con un hombre casado? –arremetió.

-En realidad no... porque lo que realmente me daría vergüenza sería casarme con un hombre que ama a otro... ¿tanto deseo de poder tenías? Por favor, por lo menos te hubieras buscado a un millonario heterosexual...Que bajo caíste...- me reía en su cara y es que muy fácil de incomodar.

-Mira, tú sabes que mi papá es capaz de todo para protegerme... Así es que no me pidas que te ataque...- me amenazó la hijita de papi.

-Tú si eres bien burra... Mira querida, le hice frente por años al mismísimo Antonio Palmer. ¿Acaso crees que el viejo mediocre de tu papá va a poder hacerme algo?... No me hagas reír...- me cansó su estupidez, así que me levanté de mi asiento y la escolté hasta la salida.

-No voy a permitir que te quedes con mi esposo...- dijo estando afuera de mi oficina, allí donde muchos gerentes pudieron escucharla.

-Mira, no me interesa estar con Daniel... de hecho, me voy a casar con mi novio... ¿ok? –no pensé lo que dije, solo quería que esa cacatúa dejara de hablar y no me percaté que el rubio estaba viendo toda la situación.

ADVERTENCIA: La belleza es peligrosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora