Día de Verónica 1

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Mi nombre es Verónica Leonor Almeida Fisher, tengo dieciocho años y estudio mi primer año de danza clásica en la universidad. ¿Qué más podría decir sobre mí? Vivo en el barrio más acomodado de la capital, tengo todo lo que quiero y si no es por la razón, lo obtengo por la fuerza.

Muchas personas podrían decir que soy vil, que soy una mujer sin escrúpulos, pero ¿qué es lo que quieren? ¿Qué permita que los demás me pisoteen como les de en gana? Claro que no, ya he sufrido mucho en esta vida como para ser tan estúpida de dejarme vencer.

Siempre ha habido alguien que me ha querido destruir, y todo comenzó con mi propia madre, con la siempre elegante Leonor Fisher, si hasta mi propio segundo nombre me recuerda a esa zorra, a esa bruja que me destruyó la vida.

¿Cómo es posible que una madre rechace a su hija? Eso ni siquiera las perras lo hacen. No tengo ni siquiera un recuerdo de amor que provenga de ella, cuando pequeña me dejaba a cargo de las niñeras, pocas veces se preocupaba de mí, nunca me llevó al jardín de niños, mucho menos al colegio. Hubieron abrazos fingidos en las fiestas, como en navidad o la pascua, pero siempre los sentí fríos, como tocar un témpano de hielo.

Así como era conmigo, también se comportaba con mi padre, con ese hombre que ha sido el único que me ha entregado amor, quien siempre se ha preocupado por mí. Se casaron por interés, nunca hubo amor y por eso, nunca entendí la razón por la cual se suicidó al enterarse que don Leonardo tenía una relación con la desgraciada de Francisca.

Hace un par de meses la muerte de quien se suponía mi mejor amiga volvió a surgir en tribunales, todo por culpa de Valentín. Quería inculparme por la muerte de esa zorra, tan solo que no se lo permití y le eché toda la culpa a Alonso. De algo que haya servido aquel inútil.

El caso se cerró con la confesión del muchacho, el que circuló por todos los medios de comunicación tras su muerte. No fue necesario atestiguar, ya todos creían que el asesino era él. Como me lo propuse, salí limpia de todo y Valentín no pudo hacer nada en contra.

Sus padres fueron enjuiciados por ser cómplices de Alonso y fueron sentenciados a reclusión domiciliaria. Creo que a ambos les dieron tres años de condena, la verdad es que no me importa.

Me gradué en la Scuola Bianchessi como siempre lo soñé, siendo la chica más bella y popular, siendo halagada por todos, habiendo sometido a Pfeiffer, quien ni siquiera fue a la ceremonia. Todo parecía perfecto, mi vida estaba por fin tornándose amable.

Todo, menos el amor. ¿Por qué nunca he podido tener el corazón del hombre a quien amo?

Primero intenté con Vicente, quise tenerle para olvidar a mi alma gemela, tan solo que nunca lo conseguí. Luego vino Víctor, quien nunca estuvo a mi altura. Y por último Daniel, quien ni siquiera tuvo ojos para verme, simplemente me rechazó. Todos han sido pretextos, excusas para intentar olvidar aquel amor no correspondido.

Ahora estudio en la universidad, he logrado que un par de mis compañeros se convirtieran en mis lamebotas, y es que tan solo basta con demostrar un poco de mi dinero.

He intentado conquistar a algunos chicos de otra facultad, aunque ninguno me ha parecido atractivo pro completo.

No tenía de qué preocuparme, las amenazas habían quedado en el pasado... Hasta... Hasta aquel estúpido día en que me percaté que fui estúpida, muy tarada al subestimar a mi enemigo.

Luego de mis clases me dirigí a mi casa, iba caminando por el pasillo del tercer piso cuando escuché unos gemidos desde la habitación de mi padre. Suele acostarse con mujerzuelas, pero siempre fuera del hogar. Por eso, enfurecí a tal nivel que abrí de un golpe la puerta y lo encaré.

Grande fue mi sorpresa cuando encontré a Don Leonardo sobre el cuerpo de otro hombre, de un muchacho mucho más joven. Le estaba penetrando sin compasión, sudando y jadeando como un animal sobre su presa.

Al darse cuenta que estaba ahí, mi padre palideció y se escondió bajo las sábanas. Solo en ese momento pude ver el rostro de su amante, esos rasgos que conozco muy bien.

-Verónica, hija... No quería que te enteraras de esta manera.... Pero, debes saber que Valentín y yo... Somos pareja hace un tiempo... - el mundo se me vino encima al saber que aquel maricón se estaba metiendo con mi papá.

Ahora si que ha llegado muy lejos, ha tocado a la persona más sagrada de mi vida y no voy a permitir que lo utilice para vengarse. Valentín no sabe de lo que soy capaz de hacer con tal de proteger a quienes amo, solo me ha visto jugar hasta ahora.

ADVERTENCIA: La belleza es peligrosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora