Día 75: La Verdad

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-Quieres vengarte de Antonio y con eso, vas a dañar a quien amas.... No veo un buen final para todo esto... - comentó Marcela durante la cena.

Le comenté a ella y a Consuelo lo que había descubierto del líder Palmer, lo que haría pronto para protegerme de sus ataques.

-No quiero venganza, solo voy a defenderme... - intenté contrarrestar su posición.

-Eso da igual... Quieres revelar un secreto que destruirá a Daniel, para lograr ¿qué?... ¿Estar a su lado y amarlo?.... Dudo que pueda recuperarse luego de ello... - seguía en su postura.

-En la guerra y en el amor todo se vale... - intervino Consuelo, queriendo aportar a la discusión.

-Entonces tendré que hacerlo sin que él se entere... - vino a mi cabeza esa idea.

Vi la desilusión en el rostro de la anciana, no apoyaba mi idea.

-Parece que has olvidado todo lo que aprendiste mientras estabas en el secuestro...- Marcela se levantó de la mesa y se fue cabizbaja.

Debo reconocer que su rechazo me afectó mucho, es la persona que más admiro en este mundo y en el fondo de mi corazón, sé que tiene la razón, que lo que estoy a punto de hacer es perjudicial para el hombre a quien amo.

-¿Qué hago? - le pregunté acongojado a Consuelo.

-La bondad es algo que se genera con el tiempo... Apenas eres un muchacho, y te ha tocado sufrir mucho en esta vida... Si tienes que cometer algún error con tal de lograr el amor, creo que es entendible... - la mujer tomó mi mano y la acarició con ternura.

Medité todas las noches lo que estaba planeando, no soy estúpido como para no comprender que el más dañado sería Daniel, que tal vez le separaría de su padre para siempre, pero... Es él quien me quiere alejar de su lado, quien no nos deja vivir con tranquilidad nuestro amor. Consuelo tiene razón, en el amor todo se vale y me quedé con esa idea antes de poner en marcha mi plan.

Me contacté nuevamente con el policía que me ayudó a ingresar a la cárcel, tenía que hablar con Francisco Álvarez otra vez.

De a poco me he ido acostumbrando a su físico, a su cuerpo mutilado producto de la venganza de Palmer.

Al entrar a su celda, se me vino a la cabeza la idea de terminar como él, que si Antonio se entera de lo que voy a hacer, intentará hacerme pagar por su osadía, ¿y cómo me defendería?

-Necesito grabar tu confesión... - fue lo primero que le dije al reo.

-Pensé que serías más valiente y lo dirías tú mismo... - se rió en mi cara.

-Debo tener pruebas para que me crean... ¿Cuánto vale mi palabra? Quizás nada... - no estaba de ánimos para sus bromas.

-Está bien, si ni me importa cómo lo hagas... Lo único que quiero es que dañes a Antonio... - mencionó antes de mecerse entre sus muñones y acercarse hacia mí.

Su confesión fue larga y llena de detalles, no se quedó con ningún secreto, por lo que se extendió por varios minutos.

Luego de eso, tras imaginarme todas sus vivencias, me marché determinado a hacer todo lo posible para dañar a Antonio y a la vez, protegerme de sus ataques futuros. ¿Cómo lo haría?

Pensé en ello mientras estaba en el taxi camino a mi casa. La noche parecía más oscura que otras veces, apenas distinguía las luces de los faroles a un lado de la calzada. Las ideas viajaban fugaces por mi mente, una tras otra y las descartaba, nada me parecía viable.

Estaba desesperado, tenía en mis manos un arma poderosa y aún así estaba bloqueado, no podía llegar a la forma idónea de proceder.

Seguía sobre el taxi, cuando vi en la calle a una muchacha de cabellera negra, como la oscuridad que le rodeaba, de piel pálida y silueta delgada. Recordé de inmediato a Verónica, y de todo lo que hice para destruirle, todos esos planes estúpidos que no llegaron a nada, que finalmente me llevaron a una relación falsa con Leonardo y a un secuestro que casi acaba con mi vida. Si algo hay que aprendí, es que para todo en la vida es mejor ser directo. No, no me defendería de Antonio de una forma cobarde, sino que de frente, sin titubear.

-Disculpe, cambiaré mi destino... - le indiqué al chófer.

Así llegué frente a la mansión Palmer, con la grabación guardada en mi celular. Reconozco que estaba nervioso, que un nudo se formó en mi estómago y que mi garganta se apretó. Llamé a la puerta y me hicieron pasar hasta la sala, ya era alguien conocido en esa casona.

-Le avisaré a Daniel de su visita... - mencionó el mayordomo.

-No, vengo a ver a don Antonio... - le corregí.

Asombrado el hombre de elegante uniforme fue hasta su despacho para luego regresar e indicarme que podía ingresar.

-¿A qué vienes? - el padre de Daniel fue directo al grano, demostrando en su rostro su desagrado.

-A pedirle que cambie de opinión... Que me deje estar con su hijo... - busqué el tono más sereno posible.

-Siempre he apoyado su relación... ¿Por qué dices eso?... Si tú no tienes nada malo... - él sabía que no podía ser tan directo en su propia casa, cualquiera podría escucharle.

-Sabía que esto sería así.... Por eso le traje un regalo... - mencioné antes de sacar mi teléfono y mostrarle el vídeo de Francisco.

-¿Y qué significa esto? - se puso más serio esta vez.

-Es un regalo, uno que he guardado ya en varias nubes y que podría compartirlo con todo el mundo en cualquier momento... Supongo que le hace muy feliz ver a esa persona ¿o no?.... Tan feliz que estará siempre de acuerdo con mi relación con Daniel... ¿Verdad?-puedo ser igual de cínico que él.

-No dañarías a Daniel ¿o sí? - no quería dar su brazo a torcer.

-No, como usted no quiere separarse de él... Si se entera de lo que le hizo a esa pobre mujer embarazada, dudo que le vuelva a querer de nuevo... ¿Quiere arriesgarse?.... - ambos teníamos mucho que perder.

-Que sean muy felices... - por fin le había detenido, no podía seguir impidiendo que esté junto a Daniel.

Estaba dichoso de lo que había conseguido.... Hasta que...

-Quiero ver ese video.... - escuché la voz de mi novio a mi espalda.

Mi corazón se detuvo por completo, Daniel había escuchado nuestra conversación y ahora estaba a punto de enterarse de toda la verdad. Nada sucede como uno se lo espera.

ADVERTENCIA: La belleza es peligrosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora