Capítulo # 67

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Febrero 4 de 2020

PV Anastasia

Después de bajarme del columpio Christian me llevó en sus brazos hasta la que era nuestra recámara, me hizo tomar un ibuprofeno y me dio un masaje mientras me untaba una pomada para el dolor muscular, ni siquiera me di cuenta cuando terminó porque me quedé profundamente dormida.

Todo el domingo me consintió muchísimo, por la mañana me sorprendió con un delicioso desayuno en la cama hecho por él. Mientras estuvimos juntos los dos primeros años de casados de vez en cuando me ayudaba a cortar, cuidar que los alimentos no se quemaran o calentar comida ya preparada en el microondas sin quemarse como ocurió la primera vez para alimentarme, pero nunca cocinó algo. Ya me había comentado que Gail le enseñó a preparar algunas cosas para poder darle de desayunar a nuestro hijo los fines de semana, me hubiera encantado verlo cocinar pero no sentí cuando se levantó. Puedo asegurar que mi marido es un experto en todo lo que hace.

Nos dimos un baño en la tina, le hice saber cuántas cosas recuerdo ya, cuando lo tomé por sorpresa y comencé a hacerle sexo oral. Me sentí tan o más poderosa que la primera vez. Terminamos nuestra escapada o velada romántica como él la llamó haciendo el amor en nuestra antigua cama.

Para la comida nos reunimos en casa de mis suegros, Kate y Elliot nos llevaron a nuestros hijos allí. El estar con mi hombre me hace sumamente feliz y capaz de hacer cualquier cosa, pero no hay nada comparado cuando estamos los cuatro juntos.

Los siguientes días fueron muy atareados, lo más difícil fue encontrar un ama de llaves que cubriera a Gail. Le ofrecí el puesto a Rita, me dijo que agradecía mi confianza pero fue muy sincera conmigo aceptando que no es muy buena cocinera.

La primera mujer que nos envió una agencia, supuestamente era la mejor y la más capacitada. Pero solo duró cuatro horas en el trabajo, en cuanto me di cuenta de cuáles eran sus intenciones y sobre todo cuál era el menú principal que tenía para ella, Christian Grey a la naranja, prescindí de sus servicios. Mi marido se sorprendió cuando lo hice, porque sigue sin prestar atención cuando una mujer se lo come con los ojos y no hace caso de sus coqueteos e insinuaciones. La segunda no les agradó a los niños, en realidad las funciones de la ama de llaves no es cuidar de ellos, para eso debería de contratar a una niñera en caso de que fuera necesario, pero la señora Taylor nos mal acostumbró a sus cuidados, atenciones y cariños.

Desde hace cinco días el puesto lo está cubriendo una chica que me recomendó Hannah, su nombre es Stephanie Alexander, cocina muy bien, es muy cariñosa con los niños, algunas veces la he visto viendo a mi marido pero sus miradas no me molestan, hasta la entiendo, no se puede evitar ver a un hombre tan guapo como lo es Christian.

Este fin de semana Gail salió del hospital con muchas recomendaciones y órdenes específicas de los doctores. Acondicionaron una de las habitaciones de su casa como si fuera un cuarto de hospital, entre Christian y Jason se aseguraron que contara con todo el equipo necesario para que pueda estar allí cómoda, monitorearla a ella y su bebé, además de atenderla. Sigue sin poder levantarse de la cama por ningún motivo, así que ahora está bajo el cuidado de enfermeras y por supuesto de todas las personas que la queremos.

La primera en apuntarse a ayudarla y consentirla fue Sophie, está encantada de que va a tener un hermanito o hermanita. Por supuesto que su mamá se opuso y tuvo problemas con ella. Le pidió a Carrick que la representara legalmente, ya que al ser una adolecente tiene la capacidad y el derecho de pedir y elegir con cuál de sus padres quiere vivir.

Taylor está feliz de que su pequeña, como aún la llama, viva con ellos pero sigue muy abrumado con todo lo que están viviendo, así que Gail le suplicó a mi marido que le exigiera que se presentara a trabajar. No es que no quiera que su esposo la cuide o esté con ella, pero su sobreprotección la estaba asfixiando. Pobre mujer la entiendo perfectamente porque de cierta manera yo he vivido lo mismo con el mío.

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