Capítulo # 12

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PV Sawyer

—Te lo encargo. No me falles.

Otra vez. Estas son las palabras que pienso que el señor Grey omite cada vez que me encarga la seguridad de su hijo.

–Sí señor. —Me subo al coche. Sacudo la cabeza para sacar estos pensamientos y el sentimiento de culpabilidad que ha estado conmigo desde el accidente de la señora Ana. Mi terapeuta me dice que si sigo pensando así, lo único que hago es llevarme lentamente a mi auto destrucción.

Durante el trayecto al colegio veo a Ted por el espejo retrovisor. No me ha dirigido la palabra lo cuál es muy raro en él. Va viendo por la ventanilla sumido en sus pensamientos. Se parece tanto al señor Grey cuando actúa así.

Después de dejar al niño me voy directo a la casa. Necesito encerrarme en el cuarto que tenemos disponible los de seguridad, quiero estar solo.

Me recuesto en la cama, cierro los ojos, los recuerdos de ese terrible día llegan inmediatamente.

Voy molesto con la señora Grey en el automóvil. Como es su costumbre se ha saltado todos los protocolos de seguridad que tenemos. El tráfico está espantoso. Recibe un mensaje en su celular, va tarde a su cita sé que esto le enoja y la desespera. Empieza a moverse. Abre la puerta del coche en lo que me dice  —Nos vemos allá.

¡Qué mierda!

Volteo a verla y alcanzo a decirle —Espere señora Grey no se puede bajar. —Pero no me hace caso. Se aleja del auto y se dirige a la estación del metro.

Apago el automóvil y me bajo. Le grito —Señora no. —Para colmo ella no cerró su puerta, como rayo rodeo el auto para dejarlo todo cerrado.

Me dirijo a la estación del metro, corro lo más rápido que puedo. Cuando llego a los torniquetes y voy a brincarlo un policía me impide el paso.

—Tiene que comprar su boleto.

—Pero la señora —le digo al policía señalando a Ana.

—Ella compró su boleto —esto me lo dice señalando la máquina que se encuentra un poco más atrás.

Voy hacia ella, dos chicas llegan delante de mí. Están platicando y riéndose.

No puede ser.

—Por favor tengo prisa. —Ambas me voltean a ver, sonríen coquetamente. No puedo perder más tiempo, así que hago a un lado a la chica que está justo en frente de la máquina.

—¿Oiga qué le pasa? —me grita.

Compro el boleto y salgo disparado. Cuando voy llegando al andén veo que ya se encuentra el tren. —Ana —grito. Me voltea a ver y se sube al vagón. Acelero lo más que puedo, cuando llego a la puerta esta se cierra en mis narices. Me dice adiós con la mano y sonrié.

No lo puedo creer, me la volvió a hacer.

Me regreso al automóvil. Si ya había tráfico de por si, con lo que hice de quedarme parado a media calle provocó más congestionamiento. La gente me grita una sarta de insultos.

—Imbécil... Eres un idiota... ¿Qué estabas pensando pendejo?...

Mismos que yo me repetía una y otra vez, porque la señora Grey se había vuelto a burlar de mí. Golpeé varias veces el volante con mi mano, tenía que sacar todo el coraje y la frustración que tenía dentro.

Avancé unas calles cuando el tráfico se volvió a parar, llevo más de media hora acá. Escucho el sonido de un celular en la parte de atrás del automóvil. Volteo y veo que es el celular de Ana.

Sombras y LuzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora