Capítulo #11

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PV Christian

Coloco las 24 rosas blancas, las cuales significan el regalo de mi amor eterno e incondicional a Ana. Ted pone el grabado de un ángel en una base especial que se encuentra en la lápida debajo del nombre de Phoebe. Cada año Carla hace un diseño nuevo y lo deja cuando viene para celebrar el cumpleaños de su nieto.

Abrazo a mi hijo por el hombro pegándolo lo más que se pueda a mí, demostrándole con este gesto que no está solo, nos tenemos el uno al otro.

En estos cinco años he dedicado mi vida en cuerpo y alma al bienestar, salud y felicidad de mi pequeño tratando de ser el mejor padre. Ted se convirtió en mi ancla a la vida; cuando supe que Ana y mi hija estaban muertas, yo también me quise morir, pero después pense en mi hijo. No quise que el sufriera lo mismo que yo, quedarse sin padres. Aunque se que sus abuelos, tíos, hasta Taylor y Gail que lo quieren como a un hijo, hubieran cuidado de él como lo han hecho hasta ahora, pero no sería lo mismo. No podía abandonarlo, debía de ser fuerte, salir adelante, luchar por él y protegerlo contra todo o contra cualquiera que pudiera hacerle daño.

Ambos permanecemos en silencio, sumidos en nuestros pensamientos.

Hola pequeña, mi princesa, mi ángel de ojos azules, siempre he pensado que si hubieras nacido serías igual a tu madre con el cabello castaño y esos hermosos ojos que tu hermano Ted también tiene.

Anhelo algún día poder abrazarte y besarte. Estar juntos para demostrarte todo el amor que he sentido por ti desde el momento en que tu madre me dijo que estaba embarazada. Me hubiera encantado verte crecer, compartir tus sueños e ilusiones, complacer tus deseos, hacerte feliz. Todas las noches que entro a tu cuaro y leo un cuento, deseo que donde quiera que estés lo estés escuchando, que te encuentres en paz y segura al lado de tu madre.

Ahora llevo esta obscuridad conmigo en mi alma y corazón. Esta pérdida está grabada tan profundamente que ni siquiera los años me han hecho olvidar aunque sea un poco. Te extraño tanto Ana. Sin ti me siento perdido, tan solo y triste. No tienes una idea de los asfixiantes momentos de dolor que he tenido en la solitaria obscuridad de la noche. Quisiera levantarme con la esperanza que todo lo que sucedio fue una horrible pesadilla. Pero al despertar me doy cuenta que no se trata de un mal sueño sino de una cruel realidad de la que no puedo escapar por más que hago todos los intentos. En ocasiones siento que voy a perder la razón. Lo único que me mantiene con vida es nuestro hijo, ese gran regalo que me pudiste dejar. Ayúdame Ana, ayúdame donde quiera que estés para poder encontrar un poco de paz.

Sé que no voy a encontrar a otra mujer como tú, no habrá nadie que llene el vacío que dejaste dentro de mí. Mi amor por ti es eterno y estoy seguro que nos volveremos a encontrar.

Limpio una lágrima que escapa de mis ojos, no quiero llorar, no quiero que mi hijo vea lo destruido que estoy. Tengo que ser fuerte por él. Volteo a verlo cuando siento su mirada puesta en mí.

—¿Terminaste?

–Sí Papá.

—Bien, vámonos.

Cuando nos damos la vuelta me encuentro con Sawyer que como cada año también le trae flores a mi esposa e hija.

En Nueva York Luke nos contó cómo habían sucedido las cosas, el había tratado de impedir que Ana se subiera a ese metro. Sé por Taylor que siempre se ha sentido culpable de lo que pasó. El mismo día que regresamos de Nueva York le presentó su renuncia, él no la aceptó, le dijo que se tomara un tiempo. Pasó un año para que se incorporara al trabajo. Los tres primeros años se dedicó exclusivamente a la seguridad de la casa, hasta que Ted me dijo que quería que Sawyer fuera su chofer y guardia de seguridad para llevarlo o regresarlo del colegio los días que yo no puedo hacerlo. Mi hijo le tiene mucho aprecio.

—¿Me permite señor Grey? —Sawyer me enseña las flores.

—Adelante Luke. Te esperamos afuera. —Asiente.

Después de algunos minutos Sawyer llega hasta donde nos encontramos. Miro mi reloj es un poco tarde, si paso a dejar a Ted al colegio no voy a llegar a tiempo a una reunión.

—Campeón voy un poco retrasado, que Sawyer te lleve al colegio.

—Sí papá, esta bien. —Juego con el cabello de mi hijo que siempre está alborotado.

—Nos vemos más tarde. —Beso su mejilla.

Me volteo a ver a Sawyer.

—Te lo encargo. No me falles.

Hasta el próximo...

Gloria

Sombras y LuzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora