Capítulo # 66

4.1K 217 44
                                    

PV Scott Adams

Desde que el imbécil de Grey puso precio a mi cabeza mi vida se convirtió en un infierno. Vivo en una pocilga, tuve que cambiar por completo mi apariencia decolorándome el cabello, las cejas, la barba y el bigote ahora que me los dejé crecer, uso lentes de contacto de colores para que escondan el verdadero color de mis ojos, mi ropa es una desgracia, parezco un vagabundo y para colmo atraparon a mi amigo Alan, que es quien me ayudaba depositándome dinero en una cuenta que abrí con la documentación falsa que me envió. Ya no tengo ni siquiera para comer y mucho menos para mis vicios.

Lo único bueno es que antes de que lo capturaran pudimos hacer todos los arreglos que necesito para salir de Seattle y vivir como me merezco, el estúpido de Grey va a ser quien me proporcione el dinero, lo siento por Alan porque no va a ver ni un centavo. No puedo hacer nada con las denuncias que tenemos en Nueva York por robo y falsificación, pero con el plan que armamos estoy seguro que la cobarde de Anastasia va a quitar todas las denuncias que hizo en nuestra contra, además su esposo no permitiría que nada empañara su imagen de esposa perfecta y mujercita pura, tampoco le conviene que el mundo entero se entere de lo que en realidad hacen.

Estoy en un bar de mala muerte esperando a Edward Cooper. No confío en nadie, pero he tenido que recurrir a algunas personas para que hagan ciertos trabajos, por supuesto los tengo amenazados con información muy valiosa que arruinaría sus vidas o matarlos a ellos o algún familiar. Los cinco millones que ofrece Grey son muy tentadores, pero no hay mejor motivación para el ser humano que su instinto de protección y conservación.

-Acá está todo lo que me pediste.- Me dice Edward en lo que tira al suelo una bolsa negra de basura.

-¿Adentro están las fotografías?- Asiente. -Si serás imbécil se van a maltratar, quiero que luzcan impecables.- Le digo en lo que busco en la bolsa donde hay ropa y un sobre donde me imagino que están metidas. -Espero que hayas traído dinero porque tendrás que pagar la cuenta y darme para vivir, en lo que obtengo lo que quiero.-

-¡YA BASTA!- Me grita, haciendo que las pocas personas que están en el bar volteen a vernos y lo que menos quiero es llamar la atención. Lo tomo del brazo y lo jalo para que se siente.

-No grites estúpido. Recuerda que si yo caigo, tú también caes conmigo.- Tuerce la boca. -Además para ti va a ser peor, ya sabes lo que le pasa a los violadores en la cárcel y más si las víctimas se tratan de menores de edad.-

-Sabes que yo no violé a esa chica y que no sabía que era menor de edad.-

-Las fotografías que tengo no dicen lo mismo que tú y ella está dispuesta a declarar lo que le he dicho.- Le digo muy serio y amenazante. No es momento que este chamaquito se me salga de las manos.

-Ya te he ayudado suficiente Scott, traté de encontrar la información que me pediste, te hablé inmediatamente cuando me enteré que estaban buscando a tu mujer o mejor dicho a la señora Grey, te volví a informar cuando supe que iban para tu departamento y...- Levanto una mano para que deje de hablar.

-Ni me lo recuerdes. Si ese condenado mocoso no hubiera interferido yo ya tendría mi dinero. Jamás me imaginé que la estúpida estuviera tan cerca de su familia.-

-Aún no entiendo cómo te metiste en todo esto.-

-¿Quieres que te platique?- Sus ojos se abren sorprendidos. Sé que en todo este tiempo le ha matado la curiosidad por saberlo. Un poco de información te ayudará a tranquilizarte. -Compra una botella y te cuento todo.- Asiente y se va a la barra.

Regresa con dos botellas de whisky, que en realidad se lo agradezco porque hace mucho tiempo que no puedo darme ese lujo. Me sirvo en un vaso una gran cantidad y lo bebo de inmediato.

Sombras y LuzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora