En el departamento veo una escena que me parte más el corazón. Mia está sentada en el sillón con Ted en su regazo, él la envuelve con sus bracitos el cuello, tiene la cara escondida en el pecho de mi hermana. Mientras ella lo mece, le acaricia el cabello, le hace ruidos para que se tranquilice y le dice palabras de cariño. Me acerco con cautela para no hacer ruido y espantarlo. Me pongo de cuclillas para quedar a la altura de su cara y le acaricio la mejilla.
—Hola campeón ya estoy aquí.
Ted suelta un brazo del cuello de Mia para poder voltear y ver mejor hacia la voz que le habla. Sus ojos buscan los míos, están llenos de lagrimas y proyectan una inmensa tristeza. La cara la tiene roja de tanto llorar. Limpia sus lagrimas como si ellas le estuvieran creando un espejismo, porque ahora sus ojos muestran incredulidad.
—¿Papi?
—Sí Ted. Soy yo, papá.
Se suelta de Mia, se lanza a mi cuello como si su vida dependiera de ello. En este abrazo mi hijo me demuestra la necesidad que tiene de sentirse seguro, protegido y sobre todo en los brazos de alguno de sus padres. Ahora escucho su llanto y su cuerpo se convulsiona por los sollosos.
—Shhhh, tranquilo campeón, papá ya está acá. Shhhhh. Shhhhh.
Lo abrazo muy fuerte, yo también necesitaba este abrazo. Sentir que soy querido por alguien tan especial como mi hijo, darle un poco de amor a mi corazón que en este momento se siente destrozado. Respiro el aroma del cabello de mi pequeño buscando la tranquilidad y paz que me proporciona la misma acción cuando lo hago con el de su madre. Busco fuerzas y alguien de quien agarrarme para no seguir cayendo en este pozo sin fondo. Me siento perdido. Este abrazo nos llena y nos consuela a los dos.
—¿Y mami?
Mi hijo me acaba de hacer la pregunta del millón de dólares. Quiere saber dónde está su mamá y eso ni siquiera yo lo sé. ¿Qué le voy a responder? Tengo que darle una respuesta a mi pequeño de dos años que extraña a su madre. No le puedo decir lo que está pasando porque lo asustaria, además ni siquiera lo entendería. Así que busco una respuesta que aunque sé que es una mentira, por el momento me va a sacar del problema, de cierta manera también le voy a decir la verdad.
—Ted por el momento mami no va a venir. Tuvo que hacer un viaje que ella no sabía, un viaje sorpresa. —Me detengo para ver la cara de mi hijo, la cual no se ve muy feliz. Tampoco quiero que se sienta abandonado, que su madre no quiso llevarlo—. Quería que tú fueras a ese viaje con ella. —Sus ojos tienen un poco de alegría—. Pero yo le dije que no, que yo venía a Nueva York para estar contigo y con la tía Mia.
Hace un gesto con la boca que me muestra su disgusto. Se que me quiere mucho, pero la conexión que tiene con Ana es única. También tengo que decirle algo para que me deje salir en el momento que me llame Taylor.
—Papá tiene trabajo acá en Nueva York, así que cuando me llamen voy a tener que salir como lo hago cuando estamos en casa. —Ahora su mueca es más grande. Tengo que darle a mi hijo alegrías, permitirle hacer cosas que a todos los niños les encanta y a mí me caga que haga por su seguridad—. Cuando sea de día la tía Mia te podrá llevar al parque y buscar un sitio donde hay esos juegos inflables que tanto te gustan ¿Cómo se llaman?
—¡Bincolines papá!
—Esos, los brincolines. —Que son una trampa mortal—. Si no encuentran un sitio podrían comprar uno y ponerlo acá en el departamento.
Los ojos de mi hijo se abren como platos. Ana me dijo que Ted quería uno de esos juegos para la casa y jamás quize comprárselo. Nunca le había negado que comprara algo y mucho menos para nuestro hijo; no era por lo que costara, sino que se me hacen los juegos más inseguros. Si se desinflan el niño podría quedar atrapado y llegar a asfixiarse. Por eso no lo permití.

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Sombras y Luz
FanfictionCon su pequeño hijo Ted y la espera del nacimiento de su hija Phoebe; Chistian y Anastasia Grey viven en su hogar lleno de paz y felicidad, en donde las sombras del pasado han sido iluminadas por una luz que solo el amor verdadero y profundo puede d...