Capítulo # 43

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PV Christian

-¿Estuviste en Nueva York hace casi cuatro años, para ser exacta en el mes de noviembre en el World Trade Center?- Asiento. Todos los años vamos a celebrar en ese mes el aniversario de la editorial. -Yo estaba allí, en el mirador.- Hago memoria.

-¿Tú eras una de las personas que estaban esperando el elevador?- Asiente. Paso la mano por el cabello. No puede ser, hemos estado tan cerca y tan lejos tantas veces. -Yo no las pude ver bien, me deslumbró una luz que estaba en la parte de atrás de ustedes.- Esboza una sonrisa. -¿En alguna otra ocasión me viste?- Aparece el tono rosado en sus mejillas. -Dime.-

-Solo te voy a decir si te levantas.- No había notado que aún permanecía de rodillas. Me siento en la otra silla. -Tus ojos me han perseguido desde esa noche.- Pone cara de dolor y lleva las manos a la cabeza.

-¿Qué ocurre?- Le pregunto angustiado.

-Tengo un fuerte dolor y calambres en mi cabeza.-

-Ven, recuéstate en el sillón.- La ayudo a levantarse y acomodarse en éste. -¿Te sucede muy seguido?- Tuerce la boca.

-Antes eran solo fuertes dolores de cabeza, pero de un tiempo para acá se han incrementado con estos terribles calambres.- Resoplo.

-¿Tienes algún medicamento?- Niega.

-Si tuvieras una pastilla para el dolor, estoy segura que esto ayudaría.- Voy por ibuprofeno y le doy uno.

-Es mejor que te lleve a tu habitación para que te recuestes.- La tomo entre mis brazos para subirla. Siento una punzada en el corazón cuando la cargo, su peso es considerablemente bajo. La pongo en la cama. -Duerme un poco, estoy seguro que esto te ayudará.- Tuerce la boca.

-No, tengo que salir.- Levanto una ceja. -Tengo que ir a la óptica del doctor Kinney a mandar a hacer unos lentes nuevos con el armazón que Ted me regaló.- Frunzo el ceño. -¿No lo sabías?- Niego con la cabeza. -Tu hijo le regaló la muñeca que traje a Eloise y a mí me compró el armazón, yo no quería que lo hiciera pero no hubo forma de convencerlo, en eso se parece mucho a ti.- Esboza una sonrisa pero inmediatamente la cambia por una mueca de dolor. -Quiero darle una sorpresa, estoy segura que esto lo va a poner muy feliz.-

-Si quieres yo puedo ir, solo tienes que darme la dirección y el armazón.- Niega.

-Yo quiero pagar eso, seguro ya me depositaron el sueldo de los últimos días que trabajé en el colegio.- Resoplo.

-Ya te dije que yo voy a correr con todos sus gastos y más si se tratan de cuestiones médicas.- Suspira.

-Todo se quedó sobre tu escritorio.-

-Descansa.- Le doy un beso en la frente.

Aprovecho a pasar por la óptica antes de reunirme con mi padre, me encuentro con el doctor Kinney y aprovecho a hablar con él. Me dice que estos lentes no harán gran diferencia en la vista de Anastasia, la cual está, muy deteriorada, la única solución es la operación y tampoco me asegura una mejoría al cien por ciento. Le pido que los hagan, para que pueda recogerlos hoy mismo, los cristales van a tener una coloración ligera, la cuál ayudará a que Ana se sienta más segura, pero no oculten sus ojos por completo.

En la comisaría Carrick solicita una ampliatoria de la declaración, para que no se levanten cargos contra mí de ocultar información a la policía. Declaro todo lo relacionado con el anónimo que recibí, a mi pesar entrego únicamente la fotogragfía donde está Anastasia acostada, la otra imágen he decidido no entregarla pese a la insistencia de mi padre desde el día de ayer, no quiero que nadie vea los glúteos de mi mujer, el micro chip y las grabaciones que les van a ser útiles, el Almirante Biermann me regresó todo el material catalogado por medio de la mensajería del ejército. Los estudios que realizaron ellos no pueden ser utilizados como pruebas en el juicio, peritos de la policía deben realizar sus propios estudios. Aunque el detective Clark está seguro que éstos no van a hacer un estudio tan exhaustivo.

Sombras y LuzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora