Capítulo #26

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Agosto 8 de 2019

PV Samantha

Estoy en las escaleras del edificio donde vivimos, cuando llegamos de Nueva York nos hospedamos en una habitación de un hotel económico durante cuatro días, después Scott rentó un departamento amueblado. Está muy bien ubicado de hecho viven muchas personas que no son de Seattle por lo mismo.

No quiero entrar a mi departamento, estoy muy cansada y triste. Desde hace dos meses estoy buscando trabajo y no he podido encontrar nada. La relación con Scott cada vez está peor, no deja de reprocharme que por mi culpa ya no recibimos la indemnización del accidente, que aunque era una miseria ayudaba con mis medicamentos. Mis dolores de cabeza, mareos y vómitos han ido incrementando ya que muchas veces no podemos comprarlos. Desde Nueva York yo sabía que Scott tomaba y estaba con otras mujeres, pero ahora lo hace más frecuente, en ocasiones pasan tres o cuatro días que no se aparece por casa. Muchas veces he estado tentada en dejarlo, pero me da miedo porque me tiene amenazada con que si lo hago me quitará a la niña.

Esta semana Cielo se ha ofrecido a cuidar a mi hija mientras voy a buscar trabajo, es una chica muy linda. Hace un mes que su familia se vino a vivir a Seattle, ellos son de Buenos Aires, Argentina. Todos mis esfuerzos han sido en vano, he recorrido la ciudad de punta a punta, pero nadie quiere contratarme.

Escucho que alguien va subiendo las escaleras así que limpio mis lágrimas.

-¿Samantha? ¿Te encuentras bien?-

-Sí, Cynthia no te preocupes.-

-Pero como no me voy a preocupar si estás llorando. Ven vamos a mi departamento para que tomes algo y me platiques.-

-No quiero molestarte más.- Me toma del brazo y me jala para meternos en su departamento.

Cynthia Palma es de Asunción Mita, Guatemala. Se vino a vivir a Seattle por cuestiones de trabajo, es una excelente persona, desde que llegamos al edificio me ha apoyado mucho.

-Cuéntama Samantha que es lo que te pasa.-

-Aún no he encontrado trabajo. Como ya te dije antes, solo estudié hasta el nivel obligatorio y elemental, mi apariencia física no ayuda y mucho menos el problema de mis ojos.-

-¿Por qué no vas a ver a un doctor Samantha?-

-Le tengo terror a los hospitales y a los doctores. Desde el accidente los odié, pero con el paso de los años ha ido en aumento. Simplemente no puedo Cynthia. Scott es quien lleva a nuestra hija al doctor para que la vacunen y la revisen.-

-Nunca me has dicho en qué trabajabas en Nueva York.-

-Trabajé muchos años haciéndole compañía a una señora y ayudándola con la limpieza de su casa.- Por supuesto que omito que antes era prostituta, será el último recurso que utilice para conseguir dinero.

-¿Así que no te molestaría trabajar limpiando?-

-¡Claro que no!- Se queda pensando por un momento.

-Espérame acá, creo que tengo una posible solución para lo de tus ojos.- Se mete a su recámara, cuando sale trae unos anteojos. Me los da. -Pruébatelos, eran de una amiga del trabajo, está más ciega que una tapia, los dejó hace mucho tiempo en mi departamento, cuando le dije que los había olvidado me dijo que ya no los quería. Los cristales son fotocromáticos, deben de obscurecerse con la luz del sol y aclararse cuando no les pega éste, pero al parecer ya no funcionan bien porque en la sombra ya no se aclaran por completo.- Me los pongo, no veo bien, pero mi vista mejora un poco. -Son muy grandes para tu rostro.- Voy hacia un espejo que tiene en la entrada.

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