Capítulo 9

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—Policía, ¿cuál es su emergencia?

El aire de sus pulmones se esfumó, y por un momento no pudo hablar. ¿Por qué sentía como que aquello no era lo correcto? ¿Por qué estaba tan nervioso? Aunque, en cuanto volvió a ver la droga, todas las dudas desaparecieron. Tomó aire para poder hablar.

—Buenas noches, yo... necesito hablar con el señor Davis—habló con la voz un poco temblorosa, dando golpes en el suelo con su talón.

—Señor, este teléfono no...

—Sí, es una emergencia—cortó a la voz al otro lado del teléfono, un poco nervioso—. Pero tiene que revisarla el señor Davis.

—De acuerdo.

Owen se sentó en la cama y soltó un pequeño suspiro, mientras esperaba que en la otra línea apareciera el policía. Tuvo que esperar solo unos minutos, y pronto escuchó la voz del hombre.

—¿Diga?

—Ted, soy yo, Owen—en otra ocasión hubiese callado para que la persona le saludara de vuelta, pero no quería perder el tiempo en eso—. He encontrado... he encontrado cosas en la habitación de Erik.

—¿Cosas? ¿Qué cosas?

En ese momento Owen se odió un poco por ser tan estúpido. Claro, ¿qué clase de información es decir que había encontrado cosas?

—Creo que es droga. Bueno, estoy bastante seguro de que es droga—empezó a explicar, mientras contaba las bolsitas que había dejado a su lado—. Hay cuatro bolsitas de plástico, y creo que en cada una hay una droga diferente. No lo sé, la verdad. No... no puedo diferenciarlas muy bien.

—¿Puedes decirme más o menos qué hay en las bolsitas?

—En una hay polvo. Creo... Podría ser cocaína, ¿no? —escuchó asentir al policía—. Luego hay pastillas y unos... como unos sellos de cartón. No sé lo que es.

—Debe ser LSD—Ted habló para sí mismo—. Bien, ¿has encontrado algo más?

Owen le echó un rápido vistazo al dinero y el traje de Armani. Si bien era más que sospechoso el cómo su hermano había conseguido todo aquello, no creía poder denunciarlo. Después de todo, no era como si estuviese dañando a su hermano. Decidió que aquella parte del descubrimiento la mantendría en secreto, y en cuanto pudiera intentaría tener una charla con él. Con un poco de suerte al menos le escucharía.

—No, eso es todo lo que he podido encontrar.

—De acuerdo, no te preocupes. Mañana por la tarde iremos a tu casa para requisar la droga.

—Y arrestaréis a mi hermano—al decir aquello, Owen entendió por qué había dudado en llamar a la policía en un principio.

Pudo oír cómo Ted cogía aire profundamente.

—Pues... sí. Es eso lo que debemos hacer. Pero es menor, estará de vuelta en casa antes de que te des cuenta, ¿de acuerdo?

Owen asintió, a pesar de que no podía verle.

—Yo solo quiero lo mejor para él. Si lo hubieses conocido hace unos años...—un suspiro escapó de sus labios—. Era un niño tan tierno...

—Me hago una idea—dijo el policía, con una pequeña sonrisa en sus labios. Si hacía unos años los hermanos se habían parecido tanto como se parecían en la actualidad físicamente, no le cabía duda que había sido un buen chico, al igual que el mayor—. Es muy tarde ya, deberías irte a dormir.

—Sí, eso haré—se levantó de la cama y recogió todo lo que había movido de sitio—. Buenas noches, Ted—a diferencia de antes, esta vez sí esperó a escuchar la despedida del policía, y entonces colgó la llamada.

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