Cuando aquel chico pecoso salió de su casa cerró la puerta lentamente y se quedó, durante unos minutos, mirando fijamente a la nada. Se frotó la cara, consiguiendo volver a la realidad, y se alejó con pasos pesados hacia el sofá, donde se desplomó junto a un suspiro. No... no lo entendía. ¿Qué es lo que le había intentado advertir con aquella visita? ¿Que Erik no era lo que aparentaba? No era ningún secreto para él que Erik nunca había sido del todo sincero. Quizá también era ese misterio lo que le había atraído en un primer contacto. Pero con el tiempo le había resultado mucho más placentero la luz que a veces se filtraba por las grietas de su coraza, que aquel Erik que aparentaba ser perfecto. Y quizá era el momento de que no solo la luz se filtrara, sino que dejara escapar también sus sombras, para que Björn pudiera abrazarlas y luchar a capa y espada contra ellas. Solo faltaba esperar que Erik dejara escapar esas sombras. Y estaba seguro que, con un poco de paciencia, llegaría a ellas.
Se levantó del sofá, se terminó la taza de café ya medio vacía y fue a buscar su teléfono. Quizá era buena idea cumplir al fin la promesa que ambos se habían hecho.
—Hola, Erik. ¿Qué tal tienes el día? —intentó hablar con la voz neutra, pero de ninguna de las maneras podía esconder su sonrisa.
—Hey. Tengo la mañana... ocupada—miró a sus amigos y recogió el porro que Danny le estaba tendiendo—. Pero por la tarde estoy libre, ¿por qué? —le dio una calada a este mientras esperaba la respuesta del mayor.
—Bueno... ¿te acuerdas de aquello que dijiste? ¿Qué me harías un retrato si posaba desnudo? —pudo escuchar la risa del menor, antes de que este asintiera—. Pues me he hecho un hueco en mi agenda por si quieres venir esta tarde.
—Cielo, con una tarde no tengo suficiente...—dio otra calada y lo pasó a Kevin.
—Entonces... ¿qué te parece si te quedas a dormir aquí? —se mordió el labio, esperando que la respuesta fuera positiva—. Podrías seguir el cuadro por la mañana, o... no sé. Lo que quieras—otra risa de Erik llegó a sus oídos.
—Hecho. Estaré allí a las seis, más o menos. Y más te vale que tengas una buena cena preparada, hoy llegaré con hambre—dijo con una media sonrisa en el rostro, mirando el porro pasar de mano en mano.
—De acuerdo, te estaré esperando—colgó la llamada y se volvió a desplomar en el sofá, suspirando con una pequeña sonrisa tatuada en la cara. ¿Por qué le hacía tanta ilusión pasar el tiempo junto a él?
Volvió a levantarse y decidió ordenarlo un poco todo antes de irse a trabajar. Aquello del hueco en la agenda era mentira, por lo que debería adelantar todo lo que tenía pendiente para poder disfrutar de tiempo libre.
Eran ya las seis menos cuarto cuando se acordó de mirar el reloj de la pantalla, y salió corriendo de nuevo a la suite para recibir a su acompañante. Estaba sentado de nuevo en el sofá, revisando unos últimos correos en su teléfono, cuando llamaron a la puerta. Al abrir, se topó con un Erik con una bolsa y un lienzo de casi un metro de alto bajo el brazo, junto a un caballete plegable.
—Como no tenemos mucho tiempo he cogido un lienzo pequeño—dijo acercándose para darle un beso en la mejilla y pasando dentro de la estancia.
—¿Eso... es pequeño?
—Por supuesto—preparó el caballete y puso el lienzo sobre este—. ¿Es que no has ido a ningún museo de arte? Los cuadros normales miden tres o cuatro metros—una vez todo preparado, sacó de la bolsa las pinturas y un mono azul cielo manchado de un montón de colores, que empezó a ponerse sobre la ropa. Cuando acabó, se giró hacia Björn—. ¿Ya estás preparado?
El empresario se había quedado embelesado un momento, viendo cómo Erik se entendía con todos aquellos extraños objetos, hasta que reaccionó a la pregunta que le reclamaba.
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Sugar
Romance《-¿Alguna vez has sentido que, por mucho que lo intentes, nunca conseguirás hacer las cosas bien? -Constantemente...》 Erik estaba dispuesto a llevar su vida, y todo lo que le rodeaba, al límite. Quizá fue aquello lo que hizo que se diera cuenta dema...