Capítulo 51

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El número al que llama está apagado o fuera de cobertura. Si quiere...

Erik chasqueó la lengua con disgusto y colgó el intento de llamada, dándole otra profunda calada al cigarrillo. Owen le había dicho que Kevin había salido de la cárcel. Ya está, sin más información, sin más palabras. Casi como si no quisiera tocar el tema y se lo estuviese contando por obligación. Intentó llamarle, pero siempre le saltaba el contestador automático. Quizá sí lo tenía apagado o fuera de cobertura, pero Erik se rehusaba a creerlo, convencido de que le estaba ignorando. O quizá se había cambiado de número. Qué más daba, lo importante es que con aquel último intento de llamada se le acabó la paciencia. Y pensó que, si Kevin quería verle, tendría que poner de su parte. De James, Owen no dijo nada. Nadie le había visto desde los juicios, y el irlandés prácticamente se había olvidado de él. Quizá seguía en la cárcel, quizá incluso estaba muerto, pero Erik prefirió centrar su atención en el humo del cigarrillo y el hueco en su pecho que había aparecido después de dejar el centro.

No se sentía bien. No acababa de entender del todo qué era, pero definitivamente no estaba bien. Se sentía incómodo, como fuera de lugar, como atrapado entre dos mundos. Se apoyó mejor en la barandilla del balcón y volvió a fumar, lentamente, disfrutando del sabor amargo y picante que se le pegaba en el paladar. El cielo volvía a ser completamente gris, pero las vistas de las montañas le gustaban bastante, así que aquel balcón se había convertido fácilmente en uno de sus sitios favoritos.

Se sobresaltó al escuchar la puerta corrediza abriéndose. Al ver a Björn salir al balcón se apartó el cigarrillo rápidamente de la boca, apagándolo sobre la barandilla con algo de nerviosismo y echando el humo que aún le quedaba en los pulmones. El empresario se quedó estático un momento, observándole con atención, y finalmente acabó de avanzar los pasos que les separaban para ponerse a su lado.

—Pensaba que habías dejado de fumar—comentó en un tono suave, ganándose la mueca de Erik.

—Yo también—tiró el cigarrillo apagado y soltó un suspiro—. Bueno, al menos he dejado el alcohol y las drogas.

—Dos de tres, no está mal—Erik se rió un poco y se acercó más a Björn, rozándole el brazo con su hombro—. De todas formas no deberías fumar mucho, ¿de acuerdo?

El chico asintió, cerrando un momento los ojos. Cuando Björn le decía aquellas cosas sonaba muy lejos de ser una reprimenda. Sonaba con cariño, y a Erik le calmaba.

—Sí, de acuerdo.

—¿Te encuentras bien?

El irlandés volvió a hacer una mueca, encogiéndose un poco de hombros, y apartó la mirada hacia las montañas del horizonte como había estado haciendo antes de que Björn llegara.

—Si te soy sincero, no mucho—apartó la vista para mirarle a los ojos, con lo que intentó ser una sonrisa—. Me siento... No sé, no sé cómo explicarlo.

—Inténtalo—le animó Björn, acariciándole la mano que tenía sobre la barandilla.

Erik cogió aire con profundidad, pensando en la respuesta.

—Me siento... que no sé quién soy. Quiero decir—rápidamente intentó explicarse—. Sé que soy Erik. Soy Erik. Soy yo. Pero... No soy como el Erik de antes de entrar en el centro. A pesar de que estoy en el mismo sitio, y podría hacer las mismas cosas. No soy igual que ese Erik—volvió a hacer otra mueca, removiéndose un poco—. Pero tampoco soy como el Erik que estaba en el centro hace una semana. No soy igual. Allí... No sé, tenía menos miedo, supongo—se encogió de hombros—. Y no sé quién soy.

—Mira—Björn empezó a hablar, pasando a acariciarle la nuca—. Yo creo que eres un chico que acaba de salir de rehabilitación, que está aprendiendo a gestionar sus decisiones de forma responsable por primera vez en la vida, que no es algo fácil... Y que aún le falta un poco de tiempo para aclimatarse a su nuevo estilo de vida, pero que lo está haciendo muy bien—le pasó el pulgar por la mejilla—. Cariño, has dejado el alcohol y las drogas. Es un paso grandioso, ¿no crees?

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