Capítulo 16

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—¿Pero qué se te pasó por la cabeza para hacerlo? —interrogó Helena, un poco alterada. No podía creerse que su amigo hubiera cometido un error como aquel.

Aquella mañana, a pesar del buen tiempo que hacía, Central Park estaba casi vacío. Se sentaron en uno de los bancos cerca del lago para poder hablar. Habían intentado comprar un par de cervezas, pero esta vez no habían tenido suerte. Ser menor de edad era un completo dolor de cabeza.

—Ay, no sé—murmuró Erik, encogiéndose de hombros y con una pequeña mueca plasmada en el rostro—. Estaba caliente, eso es todo.

—Pero Erik, ¡es su hijo! —la situación era tan surrealista que acabó soltando una carcajada.

—Bueno, ¿y qué más da? Björn no es mi novio, ¿no? No puede decidir con quién me acuesto. Y qué mierda, ni aunque fuera mi novio podría.

—O sea que se lo has dicho—dedujo Helena, alzando una ceja.

—¡No, claro que no!

—¡Ajá! —la chica lo señaló con el dedo—. Eso es que sabes que, en el fondo, no está bien lo que hiciste. Ni novios ni ostias, Erik. Se trata de confianza—el chico empezó a replicar—. No, no. Déjame acabar. Mira, yo sé que lo que tienes con ese hombre es algo raro y no estoy segura de poder llamarlo relación, pero hasta donde yo sé te trata bien. No hace nada que tú no quieras y si lo hace se disculpa. ¿Cuántos chicos como él te has cruzado en la vida, Erik? —el chico se mordió la lengua—. Eso pensaba.

—Bueno, ¿y qué quieres? ¿Le declaro mi amor, nos casamos entre animalitos y vivimos felices por siempre?

—No seas idiota—le dio un golpecito en el hombro—. Creo que deberías hablar con él y... no sé, ¿establecer unos límites? Tenéis que estar de acuerdo en si os podéis acostar con otros o no y ese tipo de cosas. Comunicación, Erik. Comunicación—el menor rodó los ojos, pero bueno, se lo pensaría—. Y cambiando de tema, creo que deberías ir mañana a clase.

—Ostia, Hel, ¿qué mosca te ha picado? —la chica rió divertida. Quizá se estaba pasando un poco con los sermones, pero solo se preocupaba por su amigo.

—Llevas dos semanas sin ir. He escuchado rumores de que podrían expulsarse si sigues así. Piénsatelo, ¿vale?

—Que sí—le dio un rápido beso en la frente—. Pero cállate ya—Helena volvió a reír, y de nuevo le dio un amistoso golpe.

***

Erik se miró un momento al espejo y soltó un pesado suspiro. Apenas eran las siete y media de la mañana y se estaba muriendo de sueño. ¿Realmente tenía que ir al instituto? No quería, joder. Quería volver a la cama, ver un poco de porno y dormir, dormir durante todo el día. Se peinó un poco con la mano y empezó a ponerse el uniforme. En cierto modo le hacía gracia. El instituto al que iba era una mierda, una enorme mierda. Pero tenían uniforme. Era una fachada muy convincente. "Si llevan uniforme debe ser un buen instituto". Todo mentira.

Ni siquiera se ató bien la corbata, le daba demasiada pereza. Recogió la mochila, que casi tenía más cigarros que libros, y salió por la puerta. Tuvo que esperar diez minutos el autobús y eso no ayudó a que calmara sus nervios. Para cuando llegó al instituto ya estaba más que harto.

—¡Hombre, ¿a quién vemos aquí?! —un chico se acercó para darle una palmadita en la espalda.

—¡Ryan! Había echado de menos tu pelo afro—se puso de puntillas para acariciar el rizado cabello del chico.

No era uno de sus mejores amigos ni mucho menos, pero era el camello del instituto y con él las clases se hacían más amenas. Ojalá estuvieran allí sus verdaderos amigos, pero todos habían dejado la escuela hacía tiempo. Y Helena estaba en el otro edificio, con el resto de las chicas. De todas maneras no es como si estuviera solo. De hecho, y a pesar de lo poco que iba a clase, era bastante conocido. El topicazo del chico malo, a veces le deprimía un poco pensar que esa era la imagen que tenían de él. Pero vamos, que la mala fama se la había ganado él solito.

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