Capítulo 17

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Un espeso suspiro escapó de los labios de Erik mientras el mayor, rodando los ojos, se apartaba de él.

—A ver, ya, ya sé lo que estás pensando—empezó a decir el chico, sujetándose los brazos—. Pero puedo explicarlo... creo.

—¿Puedes explicarlo? —Björn le dirigió la mirada, algo recelosa—. ¿Y qué vas a explicar, si se puede saber? ¿Te acostaste con él "sin querer"?

Erik chasqueó la lengua contra el paladar y le dio la espalda al hombre. El mayor hizo lo mismo.

—Es difícil de explicar, ¿vale? Pero oye, he tenido los cojones de decírtelo. Podría habérmelo callado y ya está—y de hecho, empezaba a arrepentirse de no haber hecho justamente eso, callar. Se cruzó de brazos, encogiéndose un poco, y giró la cabeza solo para toparse con la firme espalda del empresario—. De verdad que lo siento. Siento que haya sido con tu hijo. En serio, créeme.

La espalda de Björn se destensó y empezó a girarse lentamente, hasta quedar nuevamente de frente con Erik. Respiró profundamente durante un momento, y luego empezó a hablar.

—Sientes que haya sido con mi hijo. Si hubiese sido con otro, ¿lo sentirías?

Y aquella pregunta era tan difícil.

No, claro que no lo sentiría. No al menos teniendo en cuenta la relación que tenía con Björn. A él no debería importarle con cuantos se acostaba Erik. Pero, ¿en el fondo? ¿De verdad Erik no lo sentiría? Y aquello ya no tenía nada que ver con sus parejas, sino con él mismo. Estaba cansado de ir de un chico a otro toda la noche, y sin embargo sentía que no podía parar... Era casi una sensación asfixiante, que le empujaba a buscar algo escondido entre las sábanas. Y cuanto más buscaba y cuantos más eran los chicos con los que se acostaba más sentía esa presión en el pecho y esa ansiedad por encontrarlo. Pero no estaba, nunca aparecía. Nunca. De nuevo sentía que se hundía en un pozo lleno de alquitrán. Soltó un pequeño jadeo, intentando coger aire, y habló.

—No somos novios. No tenemos una relación cerrada—fue lo único que pudo decir, sintiendo que de repente hacía mucho frío.

Oyó a Björn suspirar y sus pasos acercándose. Una mano se posó sobre su mejilla y le hizo alzar la mirada hasta clavarla en aquellas dos gotitas de hielo.

—Estoy bien con eso, no eres mío. Pero, por favor, no te acuestes con mi hijo...—Erik cerró los ojos y asintió con la cabeza, deseando que aquella conversación acabara ya. Se sentía muy cansado, y Björn lo notó—. ¿Sabes? Creo que deberías irte a casa. Si quieres puedo...

Erik negó con la cabeza, suavemente.

—No, iré caminando. Así... me despejo un poco.

Sonrió suavemente y se puso de puntillas, tomando el beso por el que tanto había luchado. Saboreó los labios del mayor como si fueran de caramelo y se separó de él casi sin ganas. Sin decir nada más dio media vuelta y salió de la suite.

Caminó unas cuantas manzanas, pero hacía demasiado calor como para hacer todo el trayecto hasta su casa andando, así que decidió coger uno de los autobuses. Se sentó en uno de los sitios de atrás, al lado de la ventana. Se arrepintió enseguida cuando una señora se sentó a su lado y se quedó sin apenas espacio para moverse. Pero bueno, al menos tenía las vistas. Se quedó mirando por la ventana y reflexionando sobre lo que acababa de pasar. Se sentía tan culpable... ¿A quién se le ocurre hacer algo tan impulsivo? Las imágenes de la noche con Harald llegaron a su mente como flashes, dándole dolor de cabeza. Y a cada minuto que pasaba la culpa crecía y crecía. Empezó a sentir un poco de náuseas y se bajó como pudo del asiento. Estar en el autobús le estaba asfixiando, así que prefirió acabar el trayecto andando, a pesar del calor.

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