Capítulo 53

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A Erik le gustaba el profesor de matemáticas. No en un sentido romántico; aunque alguna que otra vez había pensado que era atractivo, pero su admiración pocas veces cruzaba la línea de lo académico. Le gustaban sus clases, o más bien, la forma en que las impartía. La manera en la que explicaba las cosas, y aquel tono casi quedón con el que a veces intentaba tomarle el pelo a sus alumnos. Le gustaba la emoción que ponía a la enseñanza y los problemas a los que les enfrentaba en cada tema nuevo que aprendían. Por eso, aunque a Erik no le gustaban las matemáticas, disfrutaba de aquellas clases más que de cualquier otras.

—Buenos días, clase—saludó animado mientras cruzaba el aula e iba directo hacia su escritorio. Lo primero que hizo, antes siquiera de quitarse la chaqueta, fue sacar de su bolsa una tiza y dibujar una línea recta en la pizarra. Erik no entendía aún de qué iba aquello, pero abrió su cuaderno y dibujó la línea también—. ¿Alguien sabría decirme qué es esto?

Una niña al fondo de clase levantó la mano, y el hombre le dio el permiso para hablar.

—¿Una raya?

El profesor asintió, aprovechando aquel pequeño momento para sacarse la chaqueta, y volvió rápidamente a la pizarra para acabar de dibujar un cuadrado.

—¿Y esto? —esta vez nadie contestó. Ni siquiera Erik, que estaba tan centrado en la explicación como le permitían sus cinco sentidos—. Un cuadrado, ¿verdad? Y si hago esto—siguió dibujando líneas en la pizarra—. Se convierte en un cubo. Pero os lo voy a explicar de otra manera. Esto—golpeó la superficie un par de veces con la tiza—. Es la tercera dimensión—borró directamente con la mano algunas de las líneas hasta volver a dejar el dibujo de un cuadrado—. Esto, la segunda. Y esto...—siguió borrando hasta dejar una sola línea de nuevo—. Es la primera dimensión. Y en realidad os acabo de mentir a todos—el chico levantó la vista de su libreta al escuchar aquellas palabras, mientras el resto de la clase se reía suavemente. Se preguntó si tendría que borrar todo lo que había apuntado—. Esto, en todo caso, es la representación de la primera dimensión. Pero vivimos en un mundo de tres dimensiones, ¿no? Así que esta línea, por muy fina y delgada que sea, sigue teniendo tres puntos de coordenadas: longitud, latitud y profundidad. Todo, absolutamente todo está en tres dimensiones—se detuvo un momento para sonreír—. Y con esto dicho vamos a empezar el tema de la geometría. Abrid el libro por la página 58.

Se giró hacia su escritorio, pero antes de que diera más de dos pasos le interrumpió la voz de Erik.

—¿Y la cuarta dimensión?

—¿Perdona?

El chico empezó a arrepentirse de haber hablado, porque ahora todo el mundo le miraba. No era tímido ni le suponía un problema llamar la atención de vez en cuando, pero no cuando era en clase y por haber hecho una pregunta que ahora suponía había sido bastante estúpida.

—La... cuarta dimensión. Hay una cuarta dimensión, ¿no?

—Bueno—el profesor alzó las cejas, asintiendo—. La hay. Pero es puramente teórica. Como vivimos en un mundo de tres dimensiones, se nos hace imposible tener un objeto en cuatro dimensiones. Al igual que uno en dos, o en una.

—¿Pero cuál es la cuarta dimensión? La primera es la longitud, ¿no? Y la segunda la latitud, y la tercera la profundidad. ¿Y la cuarta?

El profesor pareció suspirar, pensativo sobre algo.

—Es un poco más complicado. Por ahora seguiremos con la clase, ¿de acuerdo? Y si quieres mañana podemos hablar de la cuarta dimensión.

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