Capítulo 14

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Björn finalmente se deshizo en la boca de Erik. El menor, en otras circunstancias, habría tragado aquel líquido sin rechistar. Pero aquella vez no. Estaba aún molesto y no le daría ese placer al empresario. Se levantó del suelo y lo escupió en la papelera, haciendo una mueca de asco.

—¿Era necesario poner esa cara? —replicó Björn, subiéndose los pantalones rápidamente. Cómo se arrepentía de haber pensado en casarse con él. El chico era diferente y le llamaba la atención de una forma especial, pero eso no quitaba que fuera sorprendentemente irritante.

—Totalmente necesario.

—Bueno, pues... Tengo trabajo, así que déjame solo—se levantó para recoger el móvil que Erik había lanzado. Como había caído sobre el sofá estaba intacto.

—¿Y ya está? —preguntó sorprendido Erik, alzando una ceja.

—¿Qué más quieres? ¿Un beso de buenas noches? —le dio la espalda—. Oye, yo no te he obligado a darme esa mamada, así que no des la lata—meneó un poco la mano para echarlo de la oficina.

—Ya, lo había olvidado—dijo el chico en un tono amargo, buscando la cajetilla de cigarros—. Muchas palabras bonitas para conseguir una mamada y luego a tomar por culo—aquellas palabras se clavaron como dagas en el pecho de Björn. La verdad dolía demasiado. Erik chasqueó la lengua y bufó al no encontrar la cajetilla—. Joder, creo que me la he dejado en la suite...

Björn, de nuevo, meneó la mano. Y el chico alzó el mentón para salir orgulloso de aquel despacho. Subió en ascensor hasta el piso de arriba y llamó a la puerta con insistencia. Por suerte Harald seguía dentro, y sin saber que se trataba del menor, abrió.

—¿Qué haces aquí?

—Ni me hables, Casper—escupió en burla, entrando en el salón y buscando rápidamente los cigarrillos. Pero Harald no se calló.

—¿Qué? ¿Ya te has follado a mi padre? —Erik bufó, rodando los ojos. ¿Realmente aquel chico tenía diecinueve años? Parecía mucho menor—. Te lo dije, no te creas tan especial. Han pasado decenas como tú por este edificio.

Erik encontró la cajetilla y se giró para salir de allí, pero se topó con el albino frente a la puerta.

—¿Sabes? Empiezo a pensar que estás celoso.

—¿Celoso? —se cruzó de brazos—. ¿Y de qué mierda estaría yo celoso, niñato?

—De tu padre, obviamente—encendió un cigarrillo y empezó a darle rápidas caladas, mirando de reojo al chico—. Ahora que lo pienso, es más que evidente. Vivir a la sombra de alguien tan deslumbrante debe ser una mierda—sonrió de forma cínica, cambiando el peso de una pierna a la otra—. También te gustaría poder follarte a quién quisieras, ¿me equivoco? Pero vamos, apuesto a que no duras ni la mitad de tiempo que tu padre.

Harald rió desganado, echando la cabeza hacia atrás.

—¿Qué? ¿Acaso quieres comprobarlo? Podría cerrarte de una puta vez esa boquita tan molesta—avanzó un par de pasos y sujetó a Erik con fuerza de las mejillas, apretándole la cara.

—Te propongo algo. Bésame, y si me gusta prometo dejar de verme con tu padre.

El hijo del empresario sonrió de forma casi traviesa, y sin pensarlo mucho se abalanzó sobre los labios del menor. Erik no lo vio venir. Sí, él mismo lo había propuesto, pero estaba más preparado para un golpe o algún insulto que aquel beso. Pensó un poco mientras lo besaba, y sin poder retenerse empezó a reír a carcajadas. Harald se apartó y le miró más que molesto. ¿Se estaba riendo de él?

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