Capítulo 8

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-¿Qué se supone que es obvio? – Pregunto en tono gélido, estaba muy molesta, parecía que iba a gritar o matarme en cualquier momento.

-Alice... Deja esto – Dijo intentando presionar el botón, ella aparto mi mano de golpe.

-Primero, entras aquí mintiéndonos, segundo, saliste con mi hermano... Y lo que más me duele es... -Hizo un mohín con su labio inferior – No me lo dijiste – Mi mandíbula fue a dar al piso, ni en mis sueños más locos me hubiera esperado esto.

-Alice – Dije sin saber exactamente qué decir, creo que aún no conocía en su totalidad el carácter misterioso de Alice, jamás creo conocerlo.

Suspire la aparte y presione el botón, faltaba muy poco para llegar, el ascensor anuncio la llegada y salí de él como si de salir de prisión se tratara y choque, choque con Edward, sus ojos penetraron los míos, trague saliva inquieta y me aleje.

-Disculpe Señor Cullen – Dirigí un asentimiento en saludo, no formulo ninguna sola palabra, ningún gesto, solo me miro, me aproxime a mi lugar de trabajo, me deje caer en mi asiento muy poco entusiasmada, coloque mis manos en el escritorio y deje caer mi mentón en él, cerré los ojos, el teléfono sonó sacándome de mi santuario personal, lo tome sin mirar – Dirección de casa de modas "Cullen" Buen día, ¿En qué puedo ayudarle? – Este sería un día mucho más largo que los anteriores y en definitiva uno del top 10 de los peores.

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-Bien, bien – Dijo Esme mirando a las modelos pasearse con la ropa de Alice – Este – Dijo frenando a la modelo con un vestido color ciruela, tenía un corte ajustado, su espalda estaba totalmente descubierta, enfrente estaba totalmente cubierto, tenía cuentas y brillos por todas partes – Me gusta para que fuera la imagen de venta – Dijo caminando alrededor de la rubia modelo – Es joven y fresco – Dijo mirando a Edward, se encontraba enfrascado con la computadora portátil - ¿Edward? – Pregunto colocando sus manos en sus caderas.

-¿Eh? – Dijo mirándola, Esme alzo una ceja – Estamos trabajando jovencito – El sonrió y negó con la cabeza.

-Es bonito – Dijo sonrojando a la chica que modelaba el desmotador vestido, mire a Edward de reojo – Aunque – Dijo levantándose y subiendo a la pasarela, suspire y comencé a revisar algunos documentos electrónicos en la tableta electrónica – Me gusta el diseño, en diferente color – La curiosidad mato al gato – Hace ver pálida – Dijo colocando sus dedos en el mentón de la chica, apreté mi mandíbula y sonreí forzadamente, trague saliva.

-¿Lo crees? – Dijo Esme mirando a la chica, que parecía más tomate que pálida.

-Es un buen color – Dijo Alice paseándose por la pasarela.

-Si pero insisto quedaría mejor en... - Dijo posando la mirada en todas las chicas – Lo hacía intencionalmente, lo sabía – En ella – Dijo extendiendo su mano a una chica que modelaba un vestido den corte A de shifon, este era en color azul – Ella es muy hermosa, queda perfecto – Reí, todos me miraron.

-Lo siento – Dije volviendo a mi trabajo.

-¿Qué opinas.... – Dijo haciendo un largo silencio en mi nombre, lo mire resistiendo las ganas de golpearle.

-Isabella Swan – Dije poniéndome de pie – No tengo mucho para decir Señor Cullen, no soy experta en el tema.

-Yo tampoco, alguna idea debes tener – Dijo mirándome proponiéndome el reto.

-De verdad no – Dije tomando la tableta de nuevo – Me retiro – Dije saliendo del salón de la pasarela, camine tensa hacia el buffet, sentía mis mejillas arder, estaba furiosa, solo me venía tres palabras a la cabeza "Te matare Cullen" me repetí ese mantra hasta llegar a la barra de bebidas, comencé a preparar un té.

-¿Esta molesta señorita Swan? – Sentí su aliento en mi mejilla, miré su mano tomar un vaso desechable.

-¿Por qué lo dice? – Pregunte tomando dos bolsitas de té de limón y colocándolas en el vaso.

-Sus gestos – Ascendí.

-Es un gran lector de gestos olvidaba ese detalle – Dije vertiendo agua caliente y un par de cucharadas de azúcar – Él sonrió.

-Una cosa que me gusta de ti es tu sarcasmo – Rodee los ojos.

-¿No me diga? – Dije pareciendo sorprendida, lo mire estaba sonriendo ampliamente, comencé a retirarme, me tomo del brazo.

-Me acompañas – Negué – No fue pregunta – Dijo al final, camino conmigo tomada del brazo, me dirigió a la sala de juntas cerró la puerta al entrar.

-¿Es algo de trabajo? – Negó – Entonces – Dije aproximándome a la puerta, el me rodeo con su brazo, retrocedí - ¿Qué? – Dije enfurruñada - ¿No tienes algo más que hacer? – Negó.

-Nada excepto seguir detrás de ti – Reí con sarcasmo.

-¿Nada mejor? – Dije colocando mi mano libre en mi cadera - ¿Qué tal? – Dije pensativa – ¿Coquetear con el resto de las modelos?, Anda – Dije señalando la puerta – Ve – Intente salir, de nuevo me regreso.

-Espera – Dijo riendo - ¿Esta celosa Señorita Swan? – Soltó a reír, fruncí el ceño y el rostro comenzó a arderme, era como si me hubiera caído y mi rostro la hubiese amortiguado.

-Estas demente – Dije dándome la vuelta, mire la vista que nos ofrecía aquella sala, el sol avanzando, la ciudad, los edificios, tome del té, me queme en el intento de beber.

-Bella – Dijo en mi oído, mi piel se erizo completamente, trague saliva – Me amas, lo sé – Su voz se escuchaba melancólica – Te necesito – Sonó suplicante – No puedo más sin ti – Recorrió con sus dedos mi brazo, cerré mis ojos – No puedo vivir sin ti.

-Edward – Me aparte y deje el té en la mesa – No quiero... - Me interrumpió, coloco sus manos en mis brazos y me atrajo hacia él.

-Mírame y dime que no, dime que no sientes nada por mí, mírame a los ojos Bella – Aparte mi rostro - ¡Mírame! – Dijo fuertemente, me obligue a mí misma a mirarlo, mire sus dulces ojos, aquellos ojos que tanto amaba, su rostro estaba turbado por la melancolía, sus pupilas dilatadas, sus labios llamándome, su calor inundando de calidez mi espíritu, estaba loca por este hombre.

-No tengo por qué... - El cerro mis labios con un beso, me resistí, intente zafarme, pero sus brazos me aprisionaron, se abrió paso en mi boca, besándome con pasión, había de nuevo desesperación, deje de resistirme, me atrajo más fuerte hacia él.

-Te amo – Dijo entre nuestro beso.

-Te amo – Pronuncie yo, él sonrió y volvimos a enfrascarnos en aquel beso, un beso apasionado, deseoso y lleno de peticiones que no sabía si podría cumplir.


Mírame y dime que noDonde viven las historias. Descúbrelo ahora