Capítulo 42

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-Fueron retiradas las astillas de las costillas rotas, estas no perforaron ningún órgano importante, se quedaron atascados en la piel y la carne – Todos soltamos un suspiro tranquilizador – Repetimos las placas del cráneo y solo es un golpe sanguinario – Sonreí aliviada – La tendremos aquí un par de días en observación, en este momento – Dijo interrumpiendo aquello que Charlie no pudo ni comenzar – Esta sedada, no abra visitas dentro de un par de horas mientras la instalamos en su habitación y terminamos las curaciones pertinentes – Charlie ascendió y sonrió ampliamente – Cualquier información que tengamos se las are saber – Ascendí.

-Gracias – Soltamos al unísono un par de personas presentes, abrace a Charlie.

-Te lo dije – Sonreí, Charlie ascendió.

-Siempre – Soltó el alegre, la tensión de pronto se redujo a cero, ahora solo faltaba verla y asegurarnos que estuviese bien.

-Si me permiten – Dijo Alice llamando nuestra atención – Charlie necesitas dormir un poco, asearte, se ven ustedes tres – Dijo mirándonos a Edward, mi padre y a mí – Cansadísimos – Nadie dijo nada – Yo puedo quedarme mientras vienen.

-También yo – Dijo Esme estirándose y poniéndose de pie.

-No, gracias... - Comenzó Charlie, lo interrumpí.

-Creo que es lo mejor, necesitas dormir un poco papá, cuando despierte mamá no querrá verte así y tú no querrás que te vea así – El pareció pensarlo y al final de unos segundos ascendió, Alice sonrió.

-Gracias Señora Cullen, Alice – Alice se limitó a negar con la cabeza. Me acerque a Edward, él me sonrió, sabía que diría.

-Yo iré al departamento, ¿Necesitas algo de allí? – Negué con la cabeza, Alice comenzó a guiar a mi padre al ascensor mientras le hablaba de cosas que hacían sonreír a mi padre, Edward tomo mi mano e hizo lo mismo – Toma – Dijo extendiéndome las llaves de su auto.

-¿Qué? – Pregunte confundida.

-No quiero que tomen un taxi, tu padre vino aquí en ambulancia, así que toma – Coloco las llaves en mi mano.

-Pero... - Robo un beso de mis labios.

-Sin peros futura Señora Cullen – Me guiño un ojo – Tómeselo con calma – Sonreí y rodeé los ojos.

-Nos vemos pronto – Entre en el ascensor y pude ver el rostro de Esme, este no demostraba absolutamente nada, las puertas se cerraron. Di un largo suspiro de cansancio.

-Llamare a un taxi – Dijo Charlie tomando su móvil, negué con la cabeza.

-Llevo el auto de Edward – Mi padre me miro, parecía formular mil preguntas, pero se quedó callado, quizá ya había demasiados problemas en la familia.

El trayecto a casa fue lento y cansado, Charlie se había quedado dormido en cuanto partimos del hospital y a mi poco me faltaba, llegamos a casa, esta tenía un aspecto bastante tétrico o era así como lo sentía en el fondo de mi corazón. Entramos y un escalofrió recorrió mi cuerpo, aun se encontraba el charco de sangre en el piso y manchas de pisadas por todo el piso, el jarrón de la abuela Swan estaba allí hecho pedazos, sentí arcadas atacándome constantemente.

-Limpiare esto – Dijo Charlie tomándome por los hombros, negué con la cabeza.

-Estoy bien, ve... Ve a ducharte yo limpio – Dije repitiendo en mi cabeza para asegurarlo no para el sino para mí misma.

-¿Estas... - Ascendí interrumpiéndolo – Bien hija, si necesitas ayuda solo grítame – Ascendí.

Los minutos pasaban y yo me limitaba a mirar el charco de sangre con el limpiador en mi mano y el desinfectante en la otra, di un suspiro y comencé a limpiarlo, preferí pensar en otra cosa, en otras acciones, en lo que sea, pero el olor me lo ponía complicado.

-Es difícil – Dijo Charlie bajando de las escaleras, ascendí.

-Es muy difícil – Asegure sintiendo ardor en mis ojos, tenía ganas de llorar allí mismo.

-Yo termino – Dijo extendiéndome la mano, la tome y me ayudo a incorporarme.

-Está bien... Yo me iré a duchar – Le extendí los utensilios que estaba utilizando y me aproximé a subir las escaleras, el olor de la sangre se revolvía en mi nariz y hacia que mi estómago se estrujara del asco.

Entre en mi habitación y cerré la puerta, me dejé caer a los pies de la puerta, cerré los ojos, estaba pasando por una muy mala racha y no podía imaginar cómo se encontraba mi padre.

-Anímate Bella – Murmure, abrí los ojos y gatee hasta mi armario, tome lo primero que vi y me adentre en la ducha.

El agua tibia recorría mi cuerpo, me hacía pensar, me encontraba dándole demasiadas vueltas a mi situación con Edward, ¿Qué pasaría ahora?, ¿Qué estará pensando su madre en este momento? Y no había nada más complicado que estar sin la Reyna de los consejos, Rene, di un suspiro y cerré el grifo, comencé a vestirme rápidamente, Jeans de mezclilla y una jersey amarilla, seque mi cabello enérgicamente con la toalla, no podía dejar de pensar en los consejos de mi madre sobre este detalle al respecto "Bella, ¿Por qué esta la secadora de cabello en tu armario?", solté unas risillas de complicidad, también podía recordar el cumpleaños pasado de Charlie sobre el pastel de chocolate, ese momento seria inolvidable y seguramente el cuento pasaría a mis hijos, ese día, Rene y yo habíamos hecho un pastel de chocolate, sería una sorpresa para mi papá , cuando llego creo que jamás se lo hubiera imaginado, tuvimos una cena entre risas y anécdotas, Charlie apago la velita de cumpleaños y acto seguido mi queridísima madre le hundió prácticamente la cara en el pastel, ese día hubo risas hasta el día siguiente. No me alcanzaba el tiempo para contar los buenos momentos en familia, no podría olvidarlos nunca, me pregunto, ¿Podremos Edward y yo llegar a ese punto en nuestras vidas?, esa duda me mantenía despierta parte de mis noches. 

Mírame y dime que noDonde viven las historias. Descúbrelo ahora