Capítulo 25

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El trabajo había sido turbador, más mis nervios era igual a un desastre completo, apenas podía concentrarme, Edward se encontraba en su oficina y prácticamente no nos habíamos visto en todo el día, su trabajo casi estaba terminado y podía verlo por las betas que constantemente se recibían desde la matriz que era la computadora de Edward, se encontraba en una inspiración brutal, eso estaba claro, Esme había estado muy silenciosa, Alice había estado metida en el taller de creación y yo apoyando a todos un poco, atendiendo las llamadas de clientes y futuros clientes y de diferentes compañías que llamaban, mi móvil me saco de mi ensoñación, mire el número y sonreí, era él, respondí.

-No puedes venir sin mí, ¿Cierto? – Dije reacomodando mi escritorio, miré el reloj en el computador, casi seis de la tarde.

-Para nada... De hecho, tengo un deseo de verte que no puedo con el – Sonreí y mordí mi labio inferior – Quisiera verte en verdad – Sonreí y negué.

-Le recuerdo que tiene trabajo y yo también – Podía imaginarlo hacer su mohín para convencerme, reí.

-Por favor, ¿A caso no me extrañas? – Suspire.

-Con el alma mi amor – Lo extrañaba más que con el alma.

-Entonces si no vienes iré, tiene 3 minutos mi vida – Y colgó, miré el teléfono y negué con la cabeza, me levante y toque la puerta de Esme.

-Adelante – Dijo distraídamente, entre sin decir más, la mire, se encontraba rodeada de papeles y un sinfín de bocetos, algunos más antiguos que otros.

-¿Necesitas ayuda? – Pregunte, ella me miro y sonrió, negó con la cabeza.

-Veo algunas cosas que hice hace mucho tiempo, busco algo para el evento, algo especial – Me acerque y mire todos los bocetos.

-Wow... Ya veo de donde aprendió Alice todo su talento – Ella sonrió avergonzada – Son hermosos – Dije con una sonrisa y tomando un par de ellos.

-Gracias Bella eres encantadora – Revolvió un poco – Mira – Dijo mostrándome un vestido de novia, era estilo princesa, tenía todo el pecho cubierto y en la espalda estaba descubierto, era discreto, elegante, femenino y destacaba la sensualidad de cualquier mujer, mire a Esme y volví al vestido – Un bonito velo con las orillas de encaje estaba diseñado – Ese vestido lo diseñe antes de que me casara... Era uno de mis preferidos... Pero gano este – Dijo extendiéndome otro, lo tome y me quede maravillada, era una verdadera obra de arte, era un vestido ajustado desde el torso has las caderas y amplio en la falda, el encaje caía hasta abajo, un bonito y discreto escote corazón, tenía unas pequeñas mangas y un cinturón de piedras preciosas en la cintura, un velo con pequeñas piedras le acompañaba.

-¿Es el que... - Ella ascendió alegre y emocionada – Es precioso Esme... - Ella ascendió – Refleja dios... Es... - Me quede muda.

-Precioso, lo amo tanto como el primer día en que lo diseñe – Los admire por última vez – Dime que necesitas – Dijo mirando más bocetos.

-Iré al baño solo quería saber si no necesitabas algo – Ella negó – Me llevare la radio – Dije saliendo de la oficina.

Tome la radio apresurada y me encamine rápidamente a la oficina de Edward, por un momento me imagine en algún vestido así, sonreí, solo podía pensar en él y en mí en esa hermosa situación, reí, toque su puerta.

-Pase – Acto seguido entre, se encontraba enfrascado con el computador, levanto su mirada y en sus labios se formó una sonrisa, extendió su mano hacia mí, me acerque a él y la tome, me senté en sus piernas, el me rodeo con sus brazos y escondió su rostro en mi cuello – De verdad como te extrañe – Recargue mi cabeza hacia la suya y rodee sus brazos con mis manos – ¿Te quedaras conmigo esta noche? – Sonreí.

-Tengo que ir a casa – Dije acurrucándome en sus brazos.

-Ve a casa y vuelve... Quiero estar junto a ti – Me abrazo con más intensidad – Iré con mi padre esta noche, pero volveré quisiera encontrarte allí – Su voz sonaba a un ligero murmullo, un murmullo tranquilizador y arrullador.

-Mis padres me van a matar – Dije intentando imitar su tono.

-Ya te dije que quiero hablar con ellos – Pegamos nuestras frentes – No me digas que no mi cielo, por favor – Beso la punta de mi nariz y después mis labios.

-Me caes mal... Jamás puedo negarte nada... Eso es un defecto – Él sonrió.

-Una perfecta virtud – Dijo besando mi cuello – Te amo mi pequeña – Sonreí.

-Y yo a ti – Murmure.

Mírame y dime que noDonde viven las historias. Descúbrelo ahora