Capítulo 118

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-Quiero que sea una sorpresa – Dijo Edward parándose frente a la puerta donde él, Esme y mi madre habían estado metidos días, entrecerré mis ojos.

-¿Pero qué están haciendo? – Pregunte intentando abrirla, pero él se interpuso y comenzó a negar con la cabeza repetidas veces.

-Tendrán que esperarse – Dijo inclinándose hacia mí y robándome un beso - ¿Cómo te sientes? – Pregunto, solté un suspiro.

-Bien – Dije en un susurro, él coloco su mano en mi espalda y camino junto a mí – Estoy cansada – Dije bostezando – Estoy muy cansada – Repetí – Y se mueven demasiado – Dije colocando mi mano encima de mi gran vientre, un mes había pasado de la boda, nuestras niñas crecían constantemente y estaban enormes, me era complicado mantenerme en pie o respirando, entramos en nuestra habitación – Siento mucho tenerte aquí... – Dije mientras me sentaba en uno de los sillones individuales, él se colocó en cuclillas frente a mí y comenzó a acariciar mi vientre con delicadeza – Debes de tener muchas cosas que hacer y yo... - Negó con la cabeza.

-Mi único deber es cuidarlas – Dijo mientras se arrodillaba y se recargaba contra mi vientre con mucho cuidado, comencé a acariciar su cabello con delicadeza – Ya quiero conocerlas

-Y yo también – Dije emocionada.

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-¿A dónde fue Edward? – Pregunto mi madre mientras me pasaba la taza de té.

-Le han llamado de urgencia desde su oficina – Dije revolviendo la miel que estaba en el fondo de la taza, solté un suspiro y fuertes movimientos se sintieron dentro de mí, era como si se estuviesen estirando, sus pies o sus manos se clavaban contra mi vientre en búsqueda de espacio – Tranquilas... - Susurre riendo.

-¿Estas bien? – Pregunto mi madre, preocupada, asentí y sonreí.

-Estoy... Perfecta – Dije acariciando aquel lugar donde estaba la pequeña empujando – Ya... - Dije dejando la taza de té en la mesita y poniéndome de pie – Es tarde ya... - Dije caminando lentamente – Esme debería haber llegado ya... - Susurre incomoda.

-Tienes razón... - Dijo tomando el teléfono de casa, de pronto comenzaron a tocar la puerta.

-Debe ser ella... - Dije caminando hacia ella.

-Toma asiento voy yo... - Dijo Rene mientras dejaba el teléfono en su lugar. Comencé a recorrer con mis dedos mi vientre, era un gran vientre.

-Aquí – Dije apuntando una parte de mi vientre – Hay dos pequeñitas hermosas, a las cuales ya quiero conocer – Recibí varios movimiento en respuesta - ¿Les gusta la voz de mamá? – Solté a reír.

-Hola – Dijo Esme sonriéndome - ¿Cómo está la futura mamá? – Pregunto dejando una caja blanca en la mesa y acercándose a mí, beso mi mejilla, sonreí.

-Hola, estamos bien – Dije removiéndome en el sofá incomoda, pero sonriendo, mire la caja con sospecha - ¿Qué es eso? – Pregunte curiosa, Esme volteo a ver la caja y se encogió de hombros.

-Un chico de paquetería estaba por tocar la puerta y lo recibí yo. Es para ti – Dijo creándome sospecha – Ah... Pero yo les traje esto – Dijo mostrando una bolsa de regalo con el nombre de una pastelería, creo que mi cara fue tan emocional, porque ambas rieron.

-¿Qué será esta caja? – Pregunto Rene girándola, era de gran tamaño, la curiosidad también me invadía, me encogí de hombros - ¿Quieres que la abra? – Pregunto, negué con la cabeza.

-Yo la abro – Dije poniéndome de pie – Mejor, porque no traes platos, para esos ricos pastelillos – Dije aplaudiendo.

-Muy bien, ¿Quieres té Esme? – Pregunto Rene mientras se dirigía a la cocina, la caja tenía mucha cinta, pero fácil de quitar, la caja no tenía remitente, tampoco alguna señal de que tenía dentro, quite el último trozo de cinta.

Las tapas se abrieron y yo me quede estática, solté un grito fuerte y tire la caja al piso, solté a llorar desesperada.

-¿¡Que!? – Pregunto Esme corriendo hacia mí, sus ojos se dirigieron a la caja – Santo... Dios....

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La caja tenía dos muñecas bebes sin ojos y decapitadas, había pintura roja por todos lados y un cuchillo manchado.

-No veas... No veas... No veas – Me decía Rene una y otra y otra y otra vez escondiendo mi rostro en su cuello, no podía parar de llorar, estaba hecha un ovillo en la esquina del sofá con mis piernas encogidas y mi alma desecha, sentía mi pulso en mis orejas, mi corazón golpeaba tan fuerte que en cualquier momento se saldría de su cauce.

Alguien entraba a casa, era apenas un sonido audible al menos para mis oídos.

-¿Qué paso? – Era Edward, solté a llorar de nuevo, sentí sus brazos rodearme fuertemente, yo me aferre a él fuertemente, no podía parar de llorar, no podía parar – Calma, calma... - Dijo mientras acariciaba mi cabello – Mírame... - Pidió tomando mi rostro con sus manos – Tranquila... Bella – Me quede en silencio y lo mire.

-Kate... Kate... Kate – Dije en un susurro lleno de pánico, Edward me miro y volvió la vista a la caja, me abrazo fuerte.

Mírame y dime que noDonde viven las historias. Descúbrelo ahora