Capítulo 27

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-Esta delicioso – Dijo Edward comiendo el segundo plato, reí – No sabía que cocinaras así – Sonreí.

-Nunca había tenido la oportunidad de cocinarte algo especialmente algo así – Dije señalando su plato.

Lavamos los platos juntos entre risas, beso y jabón para vajilla, estábamos felices, decidimos ver películas al final.

-Vas a decirme que paso en tu casa– Dejo de teclear el nombre de la película en la tableta electrónica, suspire.

-Mi madre sabe que me pediste que me casara contigo... Y que acepté y sabia también que yo estuve aquí contigo... Nos emocionamos por el hecho de que nos amamos y que estaremos juntos, mi madre quiere conocerte y... - Un nudo se comenzó a formar en mi garganta – Dice que tienes una admiradora nueva – Reí y lágrimas brotaron de mis ojos, él me arrastro hacia sus brazos.

-Mi vida, lo siento – Sonreí.

-La melancolía se apodero del momento, ella lloro y yo le segundé – Reí – Dime – El limpio con pequeños besos mis lágrimas - ¿Qué hablaste con tu padre? – El suspiro y sonrió levemente.

-Estaba molesto, veraz... En mi familia nunca ha habido un secreto todo lo hablamos y todos incluida Alice estaba hecha una furia cuando se dio cuenta, mi padre está ansioso por conocerte, es la primera vez que hago locuras y quiere conocer a la bella chica que me hizo hacerlas – Sonreí.

-Yo no soy... - Coloco un dedo en mis labios.

-Eres la mujer perfecta mi bonita Bella, una mujer perfecta, mi mujer – Dijo acercándose a mí – Te amo con el alma – Beso mis labios fugazmente – Bien futura señora Cullen vamos a la película – Dijo señalando la pantalla, sonreí, me recargué en él, acto seguido la película comenzó, sentía este lugar como mi hogar, tenía un calor muy similar al de casa, con la única diferencia de que este calor de hogar lo iniciábamos los dos, con amor intenso.

Nos acurrucamos juntos en el sofá, pero la película paso desapercibida, nuestros labios estuvieron centrados el uno para el otro, nuestras manos buscaban el cuerpo del otro, nuestro calor se unía y se sentía maravillosamente, nuestros cuerpos desnudos abrazándose, tocándose, explorándose como si fuera la primera vez que se conocieran, admirándose, me sentía amada, dichosa, sentía que lo podía todo y lo podía todo.

Pequeños besos eran repartidos por mi espalda y mi cuello, un cosquilleo recorría mi cuerpo, comencé a removerme.

-Despierta dormilona – Sonreí, su voz era un terciopelo para mis oídos, abrí mis ojos, me giré hacia él, sonrió – No puedo creer que este paisaje solo sea para mí.

-Eres un loco... - Dije mientras lo rodeaba con mis brazos por el cuello.

-Por ti... Siempre – Planto un beso en mis labios fugazmente – Hay que levantarse – Ascendí.

-Iré a ducharme – Él sonrió.

Comenzamos nuestra rutina normal, bueno o al menos eso intentamos, con Edward y yo juntos las rutinas no existían, nuestros roces por las habitaciones del departamento se volvían en caricias y besos, Edward era atrayente, su cuerpo, su calor, su piel era un imán para mí, no había nada más cuando él estaba conmigo.

-Es tu culpa – Dije golpeando con mi tacón el piso frio del ascensor, el soltó una gran carcajada.

-¿Cómo? – Dijo entre risas, entrecerré los ojos – Tienes un gran poder sobre mi... - Lo mire confundida, acorto la pequeña distancia que había entre nosotros, mi espalda se encontró con el frio metal del ascensor, coloco ambas manos a cada lado de mi cabeza – Tienes el don inocente de la seducción – Su olor me embriagaba – Me tienes vuelto loco mi amor – Sonrió antes de besarme, le correspondí con intensidad, coloque mis brazos alrededor de su cuello – Mi bella bonita – Dijo entre besos, besos pequeños y dispersos en mi rostro, el ascensor paro en el último piso, nos encontramos con Edgar y otras dos personas más, los tres traían el mismo uniforme.

-¿Qué sucede? – Pregunto Edward, Edgar se puso frente a la puerta del ascensor, tenía una cara de pocos amigos que no podía con ella.

-Tenemos un gran problema... A fuera del complejo hay al menos treinta personas con cámaras – Edward me miro y volvió la vista a Edgar – Creo que tiene que ver por la nota de ayer – Edward soltó un suspiro de cansancio profundo.

-¿En verdad? – Pregunto colocando una mano en su cintura y otra en su cien, volvió a soltar un suspiro – Esto va hacer complicado – Dijo Edward mirándome, sabía a lo que se refería, la prensa prácticamente había destruido nuestros planes.

-¿Qué podemos hacer? – Pregunte mirándolos a ambos, hubo un silencio largo, ambos parecían enfrascados en sus pensamientos.

-La puerta de emergencias – Murmuro Edward, Edgar lo miro sorprendido – Esta... - Edgar ascendió – Esa es una opción podemos tomar un taxi, si no te importa – Dijo Edward mirándome, negué rápidamente.

-Iré a buscar uno – Dijo Edgar mientras desaparecía por los pasillos del edificio, Edward coloco la mano en la puerta del ascensor evitando que este se cerrara, me miro, me miro con inexpresión, sabía exactamente lo que su inexpresión significaba.

-Lo se... - Dije suspirando – Pero insisto si vamos a causar algún problema desearía que fuera después de la pasarela... Para tu madre y par Alice eso es importante no quiero arruinarlo estando tan cerca – Edward suspiro.

-Comprendo... Comprendo todo lo que dices, siento que a pesar de todo el tiempo que has pasado al lado de mi madre no la conoces, ella... - Coloque mis manos en sus mejillas y lo obligue a mirarme.

-Por supuesto que sí, pero se trata de ti, su hijo y yo no soy nadie... - El rodo los ojos – Lo sabes... Sabes que... - Me interrumpió.

-No quiero volver a escucharte decir eso... Jamás Isabella, ¿Lo comprendes? – Era la primera vez que Edward me llamaba por mi nombre completo en un tono tan serio y sepulcral como el que tenía – Eres una mujer profesional, inteligente, bellísima por dentro y por fuera eso te hace ser el todo en este mundo, mi mundo – Sonreí al escuchar aquellas dos últimas palabras que parecieran habérsele salido sin pensar, parecía molesto y lo estaba, había reporteros afuera, invadiendo nuestra intimidad, seguro que no se quedaría de brazos cruzados, eso estaba comprobado – Creo que me quedare – Dijo de pronto después de un silencio, me miro, parecía debatirse aun el dilema que yo no comprendía – Necesito hablar con los buitres... - Dijo señalando con su cabeza la entrada del edificio, frunció el ceño – Bella... Sabes que... - Lo interrumpí.

-Insisto por favor – Dije tomando su mano y entrelazando nuestros dedos – Te aseguro que es lo mejor al menos para mí – Sonreí intentando suavizarlo, suspiro profundamente.

-Ok – Soltó resignado – Ok – Repitió más para convencerse que para asegurármelo – De todas formas, me quedare aquí con ellos, creo que esto molesta demasiado a los demás inquilinos, debo al menos arreglarlo o mudarme – Ascendí - ¿No te molesta? – Negué con la cabeza, de pronto un apresurado Edgar apareció.

-Ya está un taxi aparcado en la parte trasera del edificio – Dijo colocando la mano en la ranura de la puerta del ascensor.

-Ok – Dijo Edward quitándose su chaqueta y colocándomela en los hombros – Escucha Edgar... No quiero que se enteren de la identidad de la Señorita Swan, debemos cubrirla – Edward paso su brazo por mis hombros, Edgar camino detrás de nosotros junto a otro hombre de edad avanzada, podía escucharlos gritar enardecidos por mí y por Edward, salimos rápidamente del edificio, Edward oculto mi rostro en su cuello – Precaución señorita – Sonreí, subí al taxi, Edward beso fugazmente mi mejilla y miro al chofer, dio la dirección rápidamente de la oficina – Entre al estacionamiento con esta tarjeta, no permita que lo fotografíen – El chofer ascendió entendidamente, Edward me sonrió y comenzamos a andar de forma inmediata, me quede con su chaqueta, con su olor, era embriagador y natural, era el, al menos una parte.

Mírame y dime que noDonde viven las historias. Descúbrelo ahora