Capítulo 30

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Prácticamente el evento de pasarelas estaba a la vuelta de la esquina, Alice se encontraba a la defensiva no... Lo siguiente, tenía cierto sentido asesino y de competencia que no me sorprendía solo a mí, sino al mismo Edward.

-Alice – Dijo Edward intentando incrustarse en la coraza que Alice había formado, esta se encontraba silenciada y perdida en algún lugar del universo - ¡Alice! – Grito Edward provocándome un calosfrió en cuanto la mirada de la pequeña Alice se posó en nosotros.

-¿Qué? – Dijo secamente, el departamento de pronto se tornó frio.

-Creo que deberías calmarte un poco – Dijo Edward, pasando su brazo por mis hombros.

-¡Es que no puedo! – Dijo poniéndose de pie y caminando de un lado a otro por todo el departamento – Esa... Esa perra de Victoria... - Edward apretó sus labios intentando reprimir la risa, y mi rostro seguramente no lo ayudaba en lo absoluto.

-¿Habías visto a un cachorro chihuahua intentando ser rudo? – Alice volteo a verlo de una manera tan cortante que si sus ojos fueran dagas el estaría prácticamente partido por la mitad.

-Ammm.... ¿Quién es Victoria? – Pregunte confundida, Edward me miro.

-Es... - Alice lo interrumpió tajantemente.

- Es una zorra, perra, descarada y una maldita estafadora – Edward me miro con diversión – Y sobre todo una ladrona, la odio, ¡La odio! – Grito con enojo.

-La odia – Dijo Edward ascendiendo, ascendí.

-La odia – Confirme yo, Alice comenzó a lanzarnos con los cojines.

-¡MADURA! – Grito Edward mientras la contraatacaba, me escabullí lejos de sus ataques.

-¡¿Qué madure?! Mira quien habla... - Me quede mirando admirada, ¿Eso era la relación hermanal?, ¿Era así de importante, de alegre, de esos momentos?

-Maduren los dos – Dije en un murmullo, de pronto sus ataques se detuvieron.

-¿Qué? – Dijeron los dos al mismo tiempo, los nervios me sobrepasaron y comencé a reír.

-Que... Que maduren – Dije encogiéndome de hombros.

-Oh si... Que madure... - Dijo Edward cruzándose de brazos, Alice alzo una ceja y miro a su hermano, se dedicaron una mirada que no alcance a comprender, después risas salieron de sus labios, esas risas las conocía entre un millón de risas que este par de hermanos podrían tener.

-No – Dije retrocediendo, apunte a Edward – Te juro que si.... – Sus sonrisas se ampliaron, ya los había perdido, dijera lo que dijera no serviría.

"Bella, ¿Porque te metes?" – Los matare – Dije rindiéndome y comenzando el ataque, los ataques se volvieron pronunciados y más veraces, no podía imaginar cuantas veces Alice y Edward habían peleado a las guerrillas de almohadas para tener una excelente puntería.

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-No, no, no... NO – Dijo Alice reacomodando el perchero por novena vez en la mañana, yo intentaba seguirle el paso y ayudarle lo más que mis conocimientos me lo permitiesen.

-Señoritas – Dijo Jasper saludando caballerosamente, Alice se detuvo en seco y sonrió.

-Jass... - Dijo con emoción - ¿Qué tal tu mañana? – Cierto brillo apareció en sus ojos, aquel brillo que miraba todos los días en el espejo en mi reflejo, la pequeña Alice estaba enamorada, ahora sí tendría algo con que burlarme, como ella se burlaba.

-Me has robado las palabras... - Hubo un silencio y cierto sonrojo por parte de Alice – Digo... - Dijo Jasper nervioso – Si, eso... - Suspiro rendido, aclare mi garganta para que mi presencia se notase, ambos dirigieron su mirada hacia mí.

-Yo iré a terminar por allá – Dije dirigiéndome a un perchero lejano, Alice sonrió complacida, no podía creerlo, nuestra Alice, la caprichosa y alocada Alice estaba enamorada.


Mírame y dime que noDonde viven las historias. Descúbrelo ahora