Capítulo 112

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-No, no, no... ¡NO! – Grito Alice haciendo que todos en el lugar diéramos un pequeño salto y más Laurent que se notó cuando despistadamente manchar mi rostro con labial rosa, solté a reír en cuanto vi mi cara.

-Perdón, perdón... - Dijo limpiándome el rostro – Ufff... - Creo que Alice había inyectado en todos una gran dosis de nervios y muchísima, pero muchísima histeria.

-¿Qué pasa? – Pregunte mirándola por el reflejo del espejo, esta estaba con el ceño fruncido mirando su tableta electrónica.

-Dijimos rosas blancas, ¿Lo recuerdas? – Pregunto, permitiendo que Ignacio le colocara rubor en sus mejillas, ascendí.

-Rosas blancas, orquídeas blancas, lisianthus perfectamente verde manzana... Te odio por eso – Confesé apretando mis labios para no reír, pero esta no reacciono ante mi mal chiste.

-Pues bien, las rosas no son blancas, son un horrible blanco amarillento – Laurent me miro riendo en silencio, yo reí tras él, Alice tomo su teléfono y marco rápidamente, Laurent comenzó a retocar mi cabello de nuevo, era la una de la tarde para que todo comenzara y parecíamos un poco retrasadas, preferí concentrarme en el plato fruta con miel que amablemente me habían traído, moría de hambre, no sabía que esto sería tan difícil o al menos tan desgastante para mi poca capacidad de soportar el hambre.

-Alice quédate quieta – Amenazo Ignacio con las tenazas calientes en su mano, Alice lo miro por el reflejo del espejo y no dudo un mostrarle la lengua en un acto infantil – Estamos retrasados jovencita embarazada y tediosa – Alice bajo el teléfono y la tableta, se rindió totalmente.

Nos quedamos en completo silencio después de aquellos incidentes graciosos, todos trabajaban sobre nosotras, arreglándonos y sacando brillo de cada parte de nuestros cuerpos, poco después mi madre y Esme se nos unieron.

-Cómo has sido buena niña... - Dijo Laurent rebuscando entre sus cosas, pareció encontrarlo, ya que se dio la vuelta – Te doy este regalo – Dijo extendiéndome una paleta de color rojo – Es de mi sobrina – Soltamos a reír, ya estaba más que lista, habían dejado mi cabello suelto y recogido en una media cola con trenza, ondularon mi cabello ligeramente, era sencillo, pero verdaderamente hermoso, mi maquillaje era igual, ligero, con labios rosados y brillantes, un sonrosado en mis mejillas y sombras que iluminaban mis ojos, me quede sentada mirándolos trabajar con Alice, Rene y Esme, pasaba mis dedos por mi vientre con delicadeza, sentía un cosquilleo y muchos movimientos por dentro, eso me mantenía viva, feliz, me sentía muy bien, aunque conforme iban terminando con ellas, algo pesado se sentaba en mi estómago, si... Lo nervios, estaba claro que no estaba perfectamente preparada para todo esto, boda, saludos, boda, fotos, charlas y BODA... Pronto sería una Cullen más, la esposa de Edward Cullen, mordí mi labio inferior y las caricias en mi vientre fueron respondidas por pequeños golpecitos insistentes, debía calmarme.

-Entonces, ¿Estas nerviosa? – Pregunto Alice, estaba parada frente a mí con una sonrisa enorme en sus labios.

-No... - Susurre intentando fingir, ella se sentó a mi lado y la mire, la mire con mucha atención, su maquillaje era un poco más cargado que el mío, pero aun así parecía relajada y sencilla.

-Mentirosa... - Susurro estirándose – Yo si lo estoy... - Dijo de pronto – Es el primer evento en mi vida que es crucial – Dijo mordiendo su labio inferior – Estoy asustada y está bien estarlo – Dijo en un susurro, fruncí el ceño.

-También lo estoy –Susurre lo más bajo posible, tanto como para que la misma Alice no pudiera escucharlo.    

Mírame y dime que noDonde viven las historias. Descúbrelo ahora