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«—(Jan):... aquél gozo que se disfrutaba en medio de la noche. Éramos muy tontas. Sólo contigo he podido ser yo misma.
Ahora, ahora qué no sé sí te tengo o te pierdo, siento qué todo se está encaminando al olvido, aquél olvidó que me ha hecho ver qué te necesito.
Mamá y papá no nos dejaron a  nuestra suerte, cómo tú lo piensas o creés. Debes saber qué los Kang han hecho mella en nuestras vidas.
No te olvides de las veces qué te rescataba cuándo ibas a ser abusada, yo me sacrifiqué, hasta desgarrarme internamente. Para mantener aquélla pureza qué nos quería ser arrebatada de la peor manera.
Te he estado cuidando, y todos estámos pidiendo por tí, Changkyun, tú y Son Hyun Woo, quiénes están en la cuerda floja del peligro.
¿Creés qué batallar sin ustedes, es bello o perfecto? ¡¡No, no lo es!! Y por eso es qué te necesito, necesito qué vengas a verme y me dés fuerzas, o al menos me motives a hacerlo bien, porqué siento qué fracaso cómo mujer.
¡¡¡MARIANA, FUISTE INJUSTA CON ÉSA ABSURDA NOTA, DE UNA DESPEDIDA QUÉ NO ACEPTÓ EN MI VIDA. TE QUIERO, PERO ESTOY MUY ENOJADA CONTIGO, POR HABERME DEJADO ASÍ...»

Jan estaba quebrada, muy quebrada, hablándole a mi cuerpo.
Estaba tan dolida qué ahora sus lágrimas se habían hecho el detonante para que mi ser comprendiera qué sí fuí una egoísta, completamente egoísta que pensaba en el primer golpe fuerte qué había recibido.

¿Cómo pude hacerme daño, y hacerles daño? ¿Cómo pude dejarme llevar por mis emociones? ¿Quiénes más están por aquí? Sí hasta dónde yo sólo sabía, era la única qué estaba por aquí.

Mi ser se ha estremecido completamente, a tal punto qué entré en un estado de shock y desmayé. Sintiéndome caer, caer a un lugar dónde el olor a azufre y podrición estaban a la órden del momento. Un lugar en el qué temía, temía por quedarme aquí, y no salir.

Era oscuro, muy oscuro, húmedo, caloroso, y peor qué estar en el centro de un volcán qué se ha consumido mi ser.

Escuchaba gritos, pero no eran los gritos comunes o de alegría, eran gritos qué hacían mi ser se paralizará por completo en el tiempo, un temor caótico y lleno de una amenaza tan fuerte, qué me daban ganas de huír y no ver más.
Aquél lugar estaba dividido en secciones, dónde los castigos eran más pesados qué los de la tierra misma. ¿Dónde estoy? ¿Qué hago aquí? No sabía, ni descubría el para qué estaba aquí. Sólo temía por mí, pués veía a personas con un castigo tan aterrador, qué dolía mucho el no poder ayudarles con su tormento.

Una mujer, qué tenía en su cabeza millares de lombrices qué carcomian sus huesos craneales y su cerebro, traspasando por los ojos, y su nariz, y al gritar se unificaba en una sola lombriz gruesa, para devorarle su cuerpo. Un sujeto qué tenía una culebra muy gruesa en su parte trasera, metiéndose en el interior de su cola, para de alguna manera devorarle su interior, y hacer qué gritará, para luego cortarle su voz con sus feroces mandíbulas, una mujer llena de escorpiones negros en todo su cuerpo, parecía un monstruo, debía verse en una llama ardiente y decirse que estaba inmunda, y asquerosa. Una pareja qué estaban sentados en una mesa y al pie suyo, había una tonelada de bichos de toda clase y tipo, tenían que comerlos, y cada vez qué lo hacían se trazaba una herida muy honda en sus gargantas y su estómago. Una mujer qué tenía que sacar una piraña de su vientre, y luego se introducía en su interior, devorando su intimidad y entrando nuevamente en su interior, para llegar a su vientre.

Pasé por un lugar dónde había un monumento qué era de Soyou, era gigante, y la hacían mover entre muchos cuervos, con sus picos, picos filudos. ¿Por qué Soyou tiene un monumento tan grande y tan custodiado por cuervos?
Al caminar por éste lugar en dónde estába sola, tenía la sensación qué debía hacer algo por alguién que estaba aquí en medio de tanto dolor.
¿Quién podría ser? ¿Cómo podría ayudarle?

Seguía recorriendo el lugar, con gran prontitud en mis piernas y mi corazón acelerado; tenía qué ver por dónde pisaba. Y seguía la tortura visual, con un anciano que tenía su lengua inflamada a tal punto qué parecía un globo, y en ella, tenía muchas garrapatas qué dañaban con sus hocicos diminutos, la lengua de aquél sujeto, armando orificios de gran profundidad y que permitían ver al otro lado de la lengua. Una anciana qué sus manos estaban formadas por asquerosos filos qué le trasladaban de lado a lado, causándole el mayor dolor de todos, y exclamando «¡¡SÓLO FUE UN POCO, PARA PADECER TAL TORMENTO!!» ¿Qué habrá sido tan ‘poco’, cómo para qué recibiera tal castigo en su vida?
Una joven, qué estaba descubierta, y en su cuerpo tenía millares de sanguijuelas qué le recorrían su piel despellejada, buscando nuevos orificios para meterse, y hacerla más miserable que antes.

Cada tormento era peor qué el anterior, cada tortura era peor qué la anterior; no había necesidad de imaginarse a un montón de demonios con látigos, torturando a las personas, porqué ya se ha hecho de las peores maneras.
Todo ésto era doloroso y miserable, a tal punto qué me habían hecho pensar que se trataba de la peor parte del mundo en dónde me encontraba. ¿Era el Seol? ¿Será eterno su sufrimiento?

Luego llegué, hasta dónde había visto a una segunda yo, qué estaba torturando a un pobre hombre que ya estaba muy maltratado, por sus cicatrices pude ver qué sus heridas eran muy profundas, y cada una tenía un nombre distinto.

¿Por qué el mío estaba repetido tantas veces? ¿Por qué tenía el nombre de los demás chicos? ¿Por qué decía que era un travesti abusado sexualmente?

Éste hombre tenía un rostro desfigurado. Pero, sus ojos, se me habían hecho muy familiares, a tal punto, qué mi memoria ha despertado una vez más. Gritándome qué era Im Changkyun, Daniel Changkyun, quién estaba en peligro de quedarse en éste lugar, padeciendo una tortura inmerecida.
Porqué a pesar de todo, le amaba profundamente...

Alma oscura, alma blancaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora