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Ahora me encuentro en medio de mi maldita mente enferma.
No por complacencia propia, sino por necesidad de qué mi maldito yo tomará el control de mi vida y mi alma, y saliera a defenderme de una manera que pudiera hacerle saber a mi corazón que tuvo que ser necesario de está manera.

Buscando en los rincones más asquerosos y oscuros de mi mente, estaba en medio del silencio y de la agonía más dolorosa que no pudieran estar presentes en la vida. Tenía miedo, porqué se estaba tratando de hablar con mi yo más certero, y fuerte. El qué quería acabar, debía ayudarme ahora mismo, para poder salir con algo de dignidad de mi mente.

—¡¡HEY, estúpido yo, ¿dónde te has metido?!!
—(Changkyun enfermo): Estaba a punto de ir a verte, pedazo de estiércol. Pero, me desagrada mucho la idea de qué seas tú quién me viene a buscar. ¿Qué quieres?
—Decirte qué tenías toda la razón, qué eres un maldito idiota, pero verdaderamente acertado.
—(Changkyun enfermo): Vaya, vaya, muchas gracias por tus cumplidos, pero es por eso qué necesitas de verme, o ¿me equivoco?
—Para nada, tienes toda la maldita razón una estúpida vez más. Es por eso qué deseo algo.
—(Changkyun enfermo): Díme qué quieres decirle a tu amo, esclavo inútil.
—Quiero qué tomes control y posición de mí cuerpo en éstos momentos. Quiero qué hagas relucir tus dotes de “esquizofrenia”, y qué enseñes al mundo entero quién es el qué manda en éste lugar, en la nación y el mundo entero.
—(Changkyun enfermo): Eso sí que es reconocer mi maravillosa genialidad de ser en tí. ¿Con qué fin anhelas esto?
—Con el fin de qué todos puedan conocerte, ¿de qué me serviría conocerte a mí solamente, sí tú no puedes ser visible con todos ellos y merecido para ellos?
—(Changkyun enfermo): Bueno, pues es bastante considerado de tu parte. Pero, ¿qué habrá de Mariana?
—Ella me dijo qué quería verte un poco. Además qué te necesitaba.
—(Changkyun enfermo): Bueno, pues es hora de ir por el amor de mi vida, y enseñarle lo qué no pudiste hacer por ella.
—Cuida bien de ella, y por favor, no escatimes en coger el mundo con tus manos, lo más que puedas. Quiero qué lo hagas a partir de éste momento. Ya qué el mundo te merece completamente. Yo esperaré aquí. No te preocupes por mí.
—(Changkyun enfermo): ¡¿Quién dijo qué yo me preocupo por un inútil que no me gusta que exista, y coexista conmigo?!

En ese momento, ha salido del encierro mental, para agobiarse en el encierro físico, mi estúpida enfermedad. La misma que ha hecho un mal hombre.
Habrá qué esperar cómo ha de actuar éste, y qué ojalá logre que me hagan salir de aquí. Lo odiaba, pero no podía decirle más qué necesitaba una ayuda de su estúpida parte para qué la regla que se había impuesto en mi vida, se fuera quitada de una u otra manera.
Tenía dolor de respirar, qué sólo podía contemplar a lo lejos el desastre qué estaba empezando a hacer mi esquizofrenia paranoide, todo por salir a buscarla, pero no se había dado cuenta qué estaba en un peor encierro y qué todo estaba a punto de terminarse en menos de pocos minutos.

Cuándo los guardias comenzarán a golpear mi cuerpo físico de manera despiadada y desalmada, haciendo qué según ellos volviera en sí, pero yo no podía darme el lujo de volver y de dejarlos ganar en algo qué había deseado ganar con todas las fuerzas de mi alma y mi corazón.
Ahora, estaba encerrado en un agujero, dónde la oscuridad estaba a punto de ganarme la vida y el alma. Era algo doloroso, porqué estábamos colgados, cómo sí fuera una res en medio del matadero, para finalmente terminar siendo la sensación del mundo y posteriormente estar en los consumos de sus vidas, devorando y disfrutando de cada trozo de mi carne.

El agotamiento físico se había hecho presente en éste instante, dónde quería arrepentirme de la decisión que acabé de hacer y tomar. Pero, no, no podía darme por vencido. Quería estar en posición firme para darle una lección de vida a los malditos Kang.

Nunca debí haberlo dicho, me arrepiento mucho por haberle dicho a mi maldita esquizofrenia que nunca volvería a salir. Pués nuevamente está afuera, con sus matices y llena de dudas y estruendos de porquería. Y nuevamente sigue atacando con más furia, con más rabia, con más dolor y con más desgracias que no sé sí pudiera soportar físicamente los castigos qué mi enfermedad estaba haciendo, para defenderme de todo esto qué estaba viviendo.
Quería sumergirme y desaparecer, pero no sabía a dónde hacerlo, así qué me repetía una y otra vez que debía ser fuerte, valiente, fuerte, valiente, aúnque no sirviera de nada, aunque todo fuera un completo y asqueroso pero necesario mantra que no podía dejar de lado, sólo por el hecho de qué mi vida se estaba haciendo un profundo mar de dolor.
Costaba mantenerme cuerdo, pero no podía hacer más nada qué no fuera necesario para salvar mi corazón y mi alma entera.

Las cadenas estaban en el punto máximo de ahorcarme las muñecas de las manos, mis tobillos querían respirar algo de aire y de vida, pero no podía hacer una cosa más qué tener las promesas que nos hemos hecho antes de saber qué la peor tortura estaba a punto de salir a la luz.

No me atrevía a llamarle, porqué sentía qué estaba invadiendo su vida, en medio del caos estaba haciendo qué se sintiera responsable por algo qué solamente me estaba compitiendo en estos instantes de dolor y sacrifico perpetuos qué me dejaban desganada y llena de tantas cosas que no debía saber cómo controlarles.

Quería encontrar la luz al final del túnel, una luz dónde pudiera saber qué no me alejaría de nada, y que debía hacer mis promessas una estúpida realidad de una u otra manera en la que el tiempo no fuera en mi contra. Realmente mi esquizofrenia paranoide ha comenzado a hacer lo suyo.

Alma oscura, alma blancaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora