Alma oscura, alma blanca

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Es duro volver, es duro volver después de una larga jornada, en la qué todo tu ser ha emulado una transformación tan profunda y tan pesada qué cuesta mucho saber que tanto se puede llegar a ser la vida, sin tenerla.

Es duro recobrar tus sentidos en medio del llanto de tus seres que te aprecian, y que a pesar de todo no daban la esperanza por pérdida para verte con vida. Y hacerte sonreír.

Cuesta mucho ver las paredes blancas de una habitación en dónde antes que tú, habían otros que estaban sufriendo y esperando a que les llegará un soplo de vida, y te das cuenta que el tiempo no les respondió cómo ellos querían.

Yo no me siento afortunada por despertar, despertar con un dolor en mi alma y mi espíritu.

Tocó mi pecho, y siento la misma cicatriz que se me hizo en aquél lugar, dónde estaba con él. Y es en ese momento dónde he sentido que un papel rondaba por una de mis manos.

Me estiro un poco, y cuándo me estiro para dejar aquél papel en una mesa de la habitación, siento que me toman tiernamente las manos, para dirigirlas en dirección de quiénes la tenían allí.

No podía creer lo qué estaba viendo en éste momento; mi madre se ha mostrado tan dulce y frágil que no podía sentirme más culpable por todo lo que he causado en sus vidas.

—(Madre): Mi niña, mi pequeña niña, finalmente te despiertas y me haces ver tus ojitos resplandecer. *Mi madre emite un sollozo que me ha estremecido el alma, sollozo que hizo me viera en la totalidad de mi ser.*
—Lo, lo, lo lamento mucho, mamá. Soy una tonta, he sido una tonta por completo, y ya no tengo fuerzas de verte llorar así.
—(Mamá): No tienes porqué disculparte, yo soy la que debe disculparse contigo, porqué tú mi pequeña niña estuviste muy sola, sola en sus momentos más dolorosos. No me tuviste cerca cuándo lo necesitabas, tampoco te escuche en el momento de tu quebranto.
Pensaba que tu amor por ese chico resultaría ser el mismo, cómo el que le tienes a la danza, por ser tu hobby favorito. O el que le tenías a la lectura, y después de terminar un libro te quebrantabas por completo, porqué no tendrías otra temporada.
Pero, cuán equivocada estaba yo, porqué no es ese tipo de amor qué sentías por él. Sino que era todo lo contrario, era un amor real y genuino. Tú me estás viendo, pero nadie más lo puede hacer, ya que no tienen tu pureza y tu genuinidad.
—Mamá, ¿Por qué no te pude ver en aquél lugar?
—(Mamá): Porqué me dolía mucho verte pasar por aquella transformación de tu ser. Daba mi vida entera para qué me escucharas y me dijeras que tomará tu lugar. Pero valientemente no fue así, sino qué diste la milla extra para que se hiciera vital tu proceso.
Eres tremenda valiente, por eso vine a dejarte está nota. Qué será vital para ustedes en un punto de importancia en sus vidas y sentimientos.
—Mamá, ¿Yo renuncie a él realmente?
—(Mamá): Eso lo saben sus sentimientos y tu corazón.
Yo puedo decirte algo que pueda ser errado en tu vida, yo puedo darte la letra equivocada de tu canción. Pero, quién conoce su verdadera letra y melodía es su autor, hasta el día en qué se haga evidente.
Despojate de todo lo que sientes ahora, y concéntrate en despertar bien, y seguir adelante con aquéllas instrucciones para que se pueda hacer una verdadera guerra con Soyou.
Tú estabas dormida, pero vas a despertar de tal manera, que cada ángel y cada uno de los Kang, van a quedar con un estremecimiento de sus almas, hasta el fin de los tiempos.
—Mamá, ¿Podrías abrazarme y llevarme contigo y con papá?
—(Mamá): Podré abrazarte y darte mis fuerzas, así cómo lo hice cuándo te lleve en mi vientre por más de los nueve meses, y los médicos casi me hacen perderte. Luego cuándo no querías decir una palabra, y enmudecias, hasta que te dimos remedios extraños, y empezaste a ser tú misma. A tal punto que te cuestionas, llamándote ‘holograma’. ¿Cuántas veces deberé decirte qué no lo eres?
Pero, no podré llevarte conmigo, y con tu padre.
No debes ser esclava del temor, o la aflicción, debes empoderarte de qué eres diferente, y que todo esto es un proceso que debés tener para un crecimiento personal.
—¿Cuándo te irás?
—(Mamá): En unos momentos, El Anciano enviará por mí, y deberé irme de inmediato.
Por eso, vine lo antes posible, y vine a darte mis pocas pero valiosas fuerzas.
—Entonces abrázame ahora, no quiero qué te vayas cómo cuándo era pequeña, y no tuve oportunidad de despedirme de tí, sino que le echaba la culpa de todo a todos los qué me rodeaban.
Necesito tu abrazo, mamá.

En ese momento, todo comenzaba a cobrar colores, comenzaba a hacerse un gran momento brillante en mi vida, dónde todo estaba por perdido. Ella me estaba dando las fuerzas suficientes para que mi vida siguiera adelante con todo y sus efectos instantáneos.

Me sentía muy tranquila de tenerla, pero me dolía verla partir, porqué sabía qué al irse ella, mi realidad se iba a hacer tan pesada y tormentosa, cómo enfrentarme al peor de los huracanes.

Pasaban minutos, y era un abrazo cálido, que con el paso de los segundos se tornaba frío, y especial. Ese frío me hizo abrir los ojos, y ver que ella ya había partido con El Anciano, dejándome un beso que no se borrara de mi rostro jamás.

Me hizo saber qué hay maneras de irse, y que una de ellas es sentir el helado viento de la vida en mis manos, sin hacer algún tipo de daños.

Es allí, qué se me salen las lágrimas y he comprendido que entre la vida y la muerte no hay distancia, más que el Seol. Pues sólo allí se pierde la oportunidad de comunicarse con tus seres amados, por muchos días.

Aúnque me cueste lo deberé aceptar, lo deberé asumir con mi mejor actitud, porqué no podía defraudarle. No quería hacerlo una vez más.