-Ven. Vamos a jugar un rato- Gruñó.
----------------------
Seokjin lo recuerda todo con una nitidez exagerada, porque el bosque siempre despertaba con una ligera capa de neblina entre los árboles, pero esa mañana parecía que el sol quería que percibiera aquel color con todas sus fuerzas, y despejó aquella nube grisácea para que pudiera apreciar con detalle el rojo brillante de la sangre.
Llevaba ahí alrededor de 10 minutos, mirándola escurrir generosamente de ese pequeño cráneo partido en dos, y observaba en silencio sin saber qué hacer exactamente.
Se preguntaba por qué es que eso había pasado, por qué después de tantas veces de saltar por los árboles, por qué después de tantas veces de balancearse en el columpio de la casa del árbol algo así había ocurrido, y al no encontrar respuesta, lo repasaba una y otra vez en su mente hasta que el detalle relevante llegó a sus pensamientos de repente.
-Ah... ninguna de esas veces habíamos estado peleando, ¿verdad?- Se dijo a sí mismo, en un tono casi fantasmal, con el cadáver de su amigo frente a sus pies.
Aquella casa en el árbol había sido construida por el padre Seejin y otros miembros de la congregación, para que los niños del orfanato pudieran jugar por las tardes, pero Seokjin, y su mejor amigo Kyun siempre se despertaban más temprano que el resto de los niños, para poder adueñarse de ella los fines de semana y no dejar a nadie más entrar, a menos que cumplieran con una cuota que consistía en dulces, o a veces en juguetes.
Seokjin al principio no quiso cobrar dicha cuota, el padre Seejin les había inculcado que debían compartir, pero no había mucho que pudiera hacer en contra de la voluntad de Kyun porque era su único amigo, su mejor amigo, y el líder de su secreto club de dos personas. Así que, con 9 años, lo seguía a todas partes, con admiración y sobre todo cariño, porque Kyun le había enseñado muchas cosas de hombres, como capturar lagartijas, pescar en el lago de arriba, le había enseñado a administrar las cuotas, a hacer una fogata, a escupir como un macho, y sobre todo, le había enseñado lo más importante para poder ser un auténtico gobernante de la casa del árbol: trepar y columpiarse, y se lo había enseñado tan bien que lo desconcertaba el hecho de que hubiese caído de tan alto.
El día en que todo ocurrió, fue el primer día en toda la historia de su amistad que Seokjin le reclamó. Kyun estaba siendo demasiado malo con él. Le dejaba todas las tareas aburridas, mientras el mayor comía parte de las cuotas sin invitarle siquiera un poco. Por eso comenzaron a pelear, porque cuando Seokjin trató de tomar su parte de los dulces Kyun se los arrebató, diciéndole que él era un subordinado y que no podía hacer eso.
El pequeño se enfadó, forcejeando con él por la bolsa, aún cuando se encontraban casi al borde de la baranda de la casa. Su forcejeo no duró demasiado, ya que el mayor huyó con el botín, columpiándose en la llanta que colgaba de una de las ramas mas grandes del árbol para, acto seguido, saltar a una rama del siguiente árbol. Jin trató de perseguirlo, jurándole que cuando lo agarrara le iba a meter una tunda, aunque sabía que era imposible, porque él no podía trepar tan alto como Kyun. Aún así lo intentó, logrando saltar a la otra rama, y el mayor -burlón- subió aún más alto, agitando la bolsa de dulces.
-Por ser un saco de mocos no te daré ni un solo dulce- Se burló desde lo alto de la rama, mientras Jin, con la cara roja y los ojos llenos de una combinación de tierra y lágrimas trataba de alcanzarlo, pero era inútil, y el chico burlón se acomodó en la rama de forma socarrona para comenzar a engullirse los dulces a pesar de la cara de enojo del menor.
-¡Basta! ¡Esos son míos! -Chilló con su naricita constipada de mocos, pero el mayor cruel, no lo escuchó, y ante su desesperación y berrinche Jin comenzó a buscar algo que arrojarle, cuando, en una pequeña ramita cubierta de musgo encontró una aglutinación de bellotas gruesas y verdes que crecían del roble, y las arrancó para comenzar a arrojárselas con todas sus fuerzas.
ESTÁS LEYENDO
La casa del árbol - NamJin
Fanfiction(Ad+18)-Si fuera tu dejaría de rezar... no parece servir de mucho.- Dijo en un tono burlón su verdugo, mientras sus labios y su nariz repasaron la blanca piel de su cuello, absorbiendo de forma infame el aroma que su piel desprendia.-"Libranos de to...