Parte 26: Nuestro amor

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-Sí... Sientes demasiado dolor por favor dímelo...-Murmuró.-Dímelo sin miedo y me detendré...

Jin no contestó, alargó el cuello, empujando sus labios con deliciosa calidez, y lo besó intensamente, suspirando, perdidamente enamorado y Namjoon, cerrando los ojos ante ese beso lo recibió muy dentro, entendiendo su respuesta, así que se separó de él, extrañando por ese efímero momento el sabor de su saliva y subió de nuevo el tapabocas, acercándose a su pecho.

-¿Decidiste que vas a pintar?

-Sí...-Dijo lentamente, encendiendo la máquina y el sonido de una vibración constante llenó la habitación de repente

-¿Qué es?...- Preguntó, viendo la máquina de reojo cerca de su piel

-Nuestro amor...-Musitó tocando la piel de Jin, y este frunció el ceño dolorosamente, mirando hacia el cielo.

Había empezado el dolor más extraño e insufrible que había sentido en la vida.

-Tranquilo... -Musitó Nam haciendo el primer punto sobre su piel, y tras ello comenzó a trazar con cuidado, mientras el castaño, con los ojos apretados al igual que su mandíbula torturaba a la madera del asiento de la silla, casi perforándola con las uñas.-Jin...-Dijo deteniéndose, y el mayor suspiró pesadamente una vez, antes de voltear a verlo con una media sonrisa.

-Está bien... sigue...-Pidió

-No, te duele mucho...

-Necesito acostumbrarme... Eso es todo, por favor continua.- Dijo mirándolo fijamente y Nam sólo asintió despacio, encendiendo de nuevo la máquina, y de nuevo el sonido de la vibración inundó la casa del árbol antes de ponerse en contacto con la blanca nieve que era la piel del mayor.

Jin sentía entrar a las agujas dentro de su piel, miles de veces, golpeteando a discresión mientras avanzaban lentamente, desde la parte inferior de su pecho, y tras unos minutos continuaron su camino hacía su hombro, con paciencia.

El dolor le punzaba, pero no volteó ni una vez hacia abajo, Nam le había dicho que procurara no moverse y pretendía portarse bien, acatar sus palabras como se había prometido.

Namjoon se encontraba inmerso, en una burbuja de éxtasis que el mismo no podía creerse, porque sabía que las pequeñas, diminutas estocadas de tinta, ardían en la piel de su amor, y eso le preocupaba... pero... al mismo tiempo sentía que el alma se le salía del cuerpo por el placer de estar tatuando una piel virgen... tan pura, tan preciosa, que casi le hablaba, con ese color enrojecido, sembrado con diligencia al lado de cada punto que pintaba sobre ella, mientras entre los labios del mayor se hayaban sonidos acallados, pequeños sollozos discretos que hicieron de los minutos una insufrible sesión del cielo entre sus manos y ese cielo permaneció ahí después durante largas horas.

Jin comenzó a jadear hacia el techo, cerrando los ojos, sintiendo su pecho bajar y subir de forma pesada igual que su respiración, y Nam, viéndolo tratar de soportar se detuvo un momento, bajando el tapabocas de sus labios, y guardó silencio. Al castaño le ardía la piel de forma insufrible, y trataba de concentrarse en otra cosa que no fuese ese dolor, por ello no se dio cuenta de que Nam se había detenido, y se encontraba mirándolo de forma calmada, admirando la hermosura de todo su dolor, de la forma en que respiraba aguantando, y sin poder más con esa imagen que lo cautivaba, que lo encantaba hasta la médula de los huesos, pasó las yemas de sus dedos por el cuello de Jin, llamando su atención, pero no lo dejó bajar la cabeza, sostuvo el suave mentón del mayor hacia arriba y acarició desde ahí hasta sus clavículas, relamiéndose los labios, completamente encantado, y después, como si quisiera sellar esas caricias, llevó sus gruesos labios al cuello del mayor, haciéndolo estremecerse.

La casa del árbol - NamJinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora