Parte 67: Monster

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-Te amo...-Musitó, haciendo que Jin comenzará a llorar inconsolablemente.- Te amo desde el momento en que sentí tu abrazo infantil consolándome cuando llegué a este lugar, y ahora que debes partir de esta forma quiero que sepas que no importa lo que pase... te voy a amar siempre... Hasta el final de los tiempos- Dijo inclinándose hacia él con cuidado, y sin más, depositó en sus labios un beso profundo, prohibido y triste. Y Jin lo dejó pasar... no sabe porqué, pero debía concedérselo, por eso sin afán de lujuria o morbo, se gravó ese sentimiento en la mente, bautizando esa sensación como el día en que despidió a su fiel hermano, a su primer amor, a su familia, a su compañero, y tras ello corrió, ya sin ver atrás, porque si lo hacía no podría irse, no podría dejar a esos muros, al padre, a las madres, a sus niños... No podría dejar a Ken...

Y sus pasos veloces tronaron en la graba de aquel sendero, anunciando que huía, y procuraba que fuera para siempre.

-Regalo del cielo... vuela muy lejos... y jamás vuelvas... ya no vuelvas...-Musitó Ken, viéndolo desaparecer por el camino mientras su rostro empapado temblaba, y con Jin una parte de su corazón se fué, se fué y se quedó por siempre con él.

-----fin del flashback------

El sonido de algunas de las máquinas del hospital fue lo único que inundaba la habitación en ese momento, eso y el sonido de la respiración ligeramente angustiada de ambos.

-Por eso... estabas herido...-Dijo Nam, uniendo por fin las piezas dentro de su cabeza

-Si...-Musitó sin poder mirarlo a los ojos

-Jin...-Dijo incorporándose ligeramente, tratando de mirarlo, pero el castaño lo evitó, avergonzado.

-Sé lo que vas a decir, así que por favor no lo hagas, me siento avergonzado por ello, como no tienes idea...pero...-Musitó, con un nudo en la garganta.-en tu ausencia... respirar me dolía.- Admitió.- Y la comida era ceniza

-Jinnie...-Dijo levantándole el mentón con suavidad, y encontró sus ojos cristalizados, sumergidos en su vergüenza

-Siempre me dijiste que debía ser fuerte, que no debía depender de nadie... y asentir a ello resultó más fácil cuando tu estabas a mi lado, pero puedo jurar que no dependía solo de mi, que cuando te fuiste los huesos me tronaban, por eso no quería caminar así que... solo pensaba en volar lejos de ahí... pero él me detuvo...

Comenzó a llorar quedito, sin poder bajar la mirada de su rostro, y sus mejillas enrojecidas ardían en la vergüenza de haber hecho tal cosa, pero Nam no le dijo nada, sencillamente no podía, porque lo comprendía...

Ese dolor al respirar, el sabor a ceniza, la forma en que te truenan los huesos cuando caminas, como si fueran hojas secas del otoño bajo tus pies... lo comprendía, comprendía lo que era querer volar lejos de este mundo... por eso no dijo nada.

Lo rodeó ampliamente con sus brazos, metiendo la nariz a su cabello, y suspiró, antes de decir la cosa más idiota que habría dicho en su vida, pero que para ambos era algo real, casi inevitable.

-Vive, hazlo conmigo, porque si te vas entonces yo te seguiré, puedes estar seguro.- Sentenció seriamente, sorprendiendo lo, y se miraron fijamente unos segundos.- Si hemos de irnos de este mundo, lo haremos juntos..

-Nam...

-Pero para eso... aún falta demasiado tiempo.-Aseguró

-Si...-Dijo hundiendo la cara en su pecho, y suspiró, como si esa frase le hubiese dado la tranquilidad que necesitaba.

-Jamás estaremos... el uno sin el otro, nunca más.

 el uno sin el otro, nunca más

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La casa del árbol - NamJinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora