Parte 77: Juramento

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No recuerda que hora era cuando Jimin volvió a la casa, sólo sabe que esperó la madrugada entera a su regreso, pues había ido a dejar al padre Seejin al punto más cercano posible al pueblo, una ruta de autobuses que quedaba a unas 5 horas, y sin embargo, aún con el sol escondido en el frío de la noche permaneció con los ojos abiertos, sintiendo una mezcla extraña de felicidad y tristeza, mientras miraba a su hermano dormir profundamente en el sofá cama de la habitación de huéspedes, en el fondo. Su cara estaba golpeada, como si repetidos martillazos hubieran impactado con ella cruelmente, y eso le partía el corazón, porque a pesar del sufrimiento Ken no lo delató... había preferido recibir el castigo en nombre de su hermano.

Jin pensaba en que es lo que haría para ayudarlo, y no encontraba solución alguna porque al igual que él las habilidades de Ken se limitaban a la enseñanza de la palabra de Dios, y sin embargo estaba decidido a solucionarlo, todo por la sensación de aquel abrazo cálido que aún no se había ido de su cuerpo, ese que el padre Seejin le dejó marcado en la espalda, un abrazo que lo llenaba de consuelo, y de amor.

-Jin...-Musitó una voz pequeña que se asomaba desde la puerta entreabierta

-Jiminie...-Dijo levantándose

-¿Porqué no te haz ido a dormir?

-Estaba esperándote

-No tenías que hacerlo

-Llevaste a mi padre hasta allá... ni siquiera se como agradecértelo

-Lléndote a dormir.- Dijo el pelinegro sonriéndole de forma amable mientras meneaba las llaves del auto entre sus dedos.- Anda... él no se irá a ninguna parte.- Musitó entrando a la habitación y contempló un momento a Ken.- Vaya... le dieron una buena paliza

-Si...-Musitó Jin mortificado

-Es muy guapo...- Sonrió.- Casi tanto como tú... ¿Por qué los hombres apuestos de tu pueblo se vuelven sacerdotes? ¿Es una clase de fetiche extraño o algo así?

-¿F-fetiché...?

-Ah... no sabes lo que es un fetiche.-Sonrió burlón por lo bajo

-No, lo siento, ¿Qué es?

-¿Porqué no mejor se lo preguntas a Namjoon?.- Dijo sonriendo de forma felina y sin embargo aquella sonrisa desapareció cuando notó la expresión de angustia del castaño

-Él... no quiere hablar conmigo

-Oye...-Susurró, acariciando su mano con comprensión.- Es difícil, después de todo lo que pasó... dale un poco de tiempo, ¿si?

-Si...

-Bien... ahora vete a dormir con tu marido enojado... si te quedas aquí se pondrá peor.

-Si...-Dijo dirigiendo su mirada a Ken, suspirando.- Iré en un momento...

-Vale... que descanses...

-Descansa Jiminishi...-Dijo en un tono casi inaudible, escuchando acto seguido la puerta cerrarse a su espalda, y suspiró, estaba agotado, física y mentalmente, y la reacción de Namjoon a la mañana siguiente ya le venia dando miedo. Sabia que Namjoon lo amaba, pero después de todo, no sabia como seria capaz de pedirle tolerancia... y sobre todo perdón, pero debía intentarlo, por lo menos tenía que hacerlo.

El silencio en la habitación era inmutable, tanto que podía escuchar el sonido de la respiración de ambos llenándola, más aún porque Ken, dentro de su profundo sueño se quejaba de dolor de vez en vez, frunciendo el ceño, moviéndose un poco, como si tuviera una pesadilla, y era por ello que Jin a pesar de su cansancio no quería dejarlo solo, no quería que despertara en un lugar extraño y se sintiera abandonado, porque después de todo, si Ken había hecho algo por él siempre había sido eso... se había encargado siempre de que Jin nunca se sintiera solo... o abandonado.

La casa del árbol - NamJinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora