Parte 60: El borde

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Capítulo 4 de hoy ❤

-Eternos...-Susurró Jin, abrazando la mano en la que vestía el anillo de plata, y lloró quedito, sin dejar de ver el mural.- Así es como nos quedamos en el tiempo, Nam...-Sollozó, perdiendo la fuerza de las piernas, y cayó de rodillas estrepitosamente.

Después de eso todo se oscureció.

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Namjoon llegó al departamento de Yoongi, en donde había estado viviendo poco antes de irse a vivir al pueblo, poco antes de que tuviera que vender casi todas sus posesiones para pagar la cuenta de hospital ,las medicinas, las cosas para su tío... Y entró suspirando, cargando las cosas que le cupieron en las manos y tras ello se dirigió a la que fue alguna vez su habitación.

Su motocicleta la había conducido Jimin, siguiendo el auto en el que iban las demás cosas, no lo dejaron conducirla él mismo, estaba demasiado destruido mentalmente, y Yoongi había insistido en que no se lo llevaban lejos de la muerte como para que la encontrara en la carretera.

Todo se volvió demasiado triste después de eso, el tiempo para Namjoon se volvió mas relativo de lo que alguna vez hubiese imaginado, porque los minutos, las horas de cada día pasaron arrastrándose, luchando por continuar su marcha ante los ojos del de tez morena, y al mismo tiempo se burlaban, al mismo tiempo lo compadecían.

No comía... no importa las veces en que le insistieron que lo hiciera, comía un bocado o dos y eso era todo, se ponía violento cuando intentaban sacarlo, y lloraba... lloraba desconsoladamente cada noche.

Lloraba esperando que haciéndolo se le secara el alma, y entonces el dolor se adormeciera, pero el dolor no era una bestia a la que podía cansar, a la que podía matar, el dolor para él era un objeto punzante que se le atoraba en la garganta, y lo desangranba poco a poco, ahogándolo con su sangre, ahogándolo en el deseo de no seguir en ese mundo.

Quería regresar, quería tomar el auto y conducir horas solo para verlo por lo menos de lejos, para verlo en la puerta de la iglesia, sonriendo de forma somnolienta por alguna de las travesuras que solían hacer por las noches... quería verlo cocinar, cortar los vegetales con calma, como si estuviera arreglando una maquinaria, quería escuchar uno de sus regaños, quería oler de nuevo su cabello... lo quería a él de vuelta, y no podía tenerlo...

Dudaba que algún dia podría tenerlo.

Yoongi le insistió que consiguiera trabajo, Namjoon ni siquiera se molestaba en fingir que se estaba ocupando de eso, vendió su amada motocicleta por un precio casi ridículo, y con ello le pagó a Suga el depósito perdido por el departamento y todo lo que había estado gastando en él, pero conservó el casco, sencillamente no pudo deshacerse de él, porque Jin se lo había puesto antes, y lo guardó bajo su cama, sacándolo de vez en cuando como todas las cosas que le recordaban a él.

Estaba famélico, y aunque no quisiera decirlo en voz alta... deseaba la muerte más que otra cosa... pero la muerte no iba a ser misericordiosa, Dios no seria misericordioso, sería castigado, por haber profanado a uno de sus ángeles, y el castigo empezaría por hacerlo perder la cabeza, porque ahora más que nunca el cuchillo que sostenía en sus manos era cariñoso con él.

Estaba consciente de ello.

-No me profanaste... Jamás hiciste tal cosa...-Le dijo compasivo, aquel espejismo que lo había perseguido desde que dejó el pueblo, ese espejismo de cabello castaño y sonrisa presiosa, y Nam lo miró un segundo, con sonrisa agridulce

-Si lo hice, Jin... Tú eras un ángel... Y yo te contanimé con la maldad que me corre en las venas...

-No... Por ti fui feliz... Por ti viví...

La casa del árbol - NamJinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora