Capítulo 2: Consuelo

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-Shhhh... sé un buen chico.- Sonrió.

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Estaba corriendo, con los pulmones exaltándosele por lo rápido que respiraba, y tratando de salir del bosque atravesaba los enormes árboles con impaciencia, hasta que llegó afuera y siguió su camino colina abajo, a través del pastizal, hasta que pudo ver la parroquia.

Buscó con la mirada rápidamente, hasta que encontró a aquella persona que siempre lo consolaba y corrió hasta a él, lleno de lodo y con lágrimas en los ojos, sin importarle que las dos señoras que conversaban con el hermano Ken lo vieran de forma hostil.

-¡Jin! Por dios, ¿Qué ha pasado? ¿Te encuentras bien?- Dijo Ken sosteniéndolo en sus brazos.

-H-hermano...- Sollozó

-Tranquilo... tranquilo.

-Hermano... yo...- Dijo con voz entre cortada, gimoteando.

-Tranquilo, respira...- Suplicó y Jin asintió de forma rápida varias veces, avergonzado.

-Ven, hablemos adentro- Dijo tomándolo del hombro, mientras Jin, encogido en sí mismo, se dejaba llevar por él.

Las mujeres se miraron mutuamente, con ligera molestia, mientras Ken les sonreía- Deben disculparme, por favor, hijas mías, debo atender este asunto- Dijo haciendo una reverencia y acto seguido se llevó a Jin a la sacristía.

-Ese chico, siempre causa problemas...- Dijo una de las señoras, indignada.

-Debieron transferirlo cuando tuvieron oportunidad...

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-Toma- Dijo Ken ofreciéndole una vaso con agua, y Jin lo tomó respirando más tranquilamente, dándole un pequeño sorbo- Tranquilo, Hermano. Si te alteras así afectaras tu salud...

-Sí- Dijo sorbiendo su nariz y tras hacer una pausa, continuó -Ya estoy bien.

-De acuerdo- Sonrió, acercando una silla con cuidado, y se sentó justo delante de él, con una mirada comprensiva en el rostro- Ahora dime, ¿qué es lo que ha pasado?

-Yo...- Dijo sorbiendo la nariz, con la mirada en el suelo- Entré al bosque como cada año- se revolvió incómodo en la silla.

-Lo sé.

-Y le dejé flores, solo eso, pero después me encontré algo horrible- Dijo recordando aquel rostro de piel extraña y mirada perversa -E-era algo perverso, como un espectro...

-¿Un espectro dices?- Dijo en tono desconcertado.

-Sí- Contestó con terror en la mirada -Un demonio, hermano.

-Jin...

-Se que suena disparatado pero... después de todo, ese lugar está maldito.

-Hermano... el bosque no está maldito, no podría estarlo, después de todo, está al lado de nuestro sagrado y fiel pueblo. Con todo ese amor a Dios, que existe en el corazón de nuestra comunidad, el infame demonio jamás se atrevería a acercarse.

-Pues este cínico espectro se ha atrevido a acercarse, y me ha enfrentado de forma burlona.

-No entiendo, por favor explícate.

-Al principio pensé que era una persona, hermano, pero no podía ver su rostro. Un manto oscuro y corroído lo vestía. Le reclamé el estar en el bosque prohibido y se burló de mi usando palabras ofensivas.

-¿Y tú que hiciste?

-Lo exhorté a que abandonara el bosque, pero no me escuchó, así que quise acercarme a él, y fue cuando me di cuenta de que no era humano; su rostro, no era como el de nosotros, tenía el color de la impureza cubriéndole la tez, y una sonrisa metálica y diabólica dibujada en su rostro. -Dijo exaltado- Cuando me di cuenta de su naturaleza retrocedí y comencé a rezar con todas mis fuerzas, pero el cínico siguió mis plegarias, imitándolas, y después arrebatándomelas de forma infame, al final terminó con la sagrada oración burlándose, y se fue. Desapareció entre los árboles.

La casa del árbol - NamJinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora