Parte 16: Amor

169K 11.8K 15.6K
                                    


-El mío también...-murmuró por lo bajo, sintiendo que el corazón le explotaría en cualquier momento, y no pudo hacer nada mas que recargarse en el pecho de Jin, dejándole caer las piernas a los lados y tras ello salió de su cuerpo poco a poco, estremeciéndolo, dejando que un súbito goteo de éxtasis cayera, ensuciando el suelo.

-"Namjoon y yo... acabamos de fundirnos juntos".- Pensó, con la respiración agitada y su cara aun ruborizada que fue acompañada por una leve sonrisa. Se quedaron así por lo que les pareció una eternidad, Namjoon, con el cabello hecho mechas de las que escurrían algunas discretas gotas de sudor se quedó respirando apaciblemente sobre el pecho de Jin, con los ojos cerrados, escuchando el latir de su corazón que con el paso de los minutos se había hecho un poco más tranquilo pero que aun se notaba impaciente, mientras que Jin, habiendo llevado su mano libre a la cabeza de Namjoon lo acariciaba tímidamente, observando su rostro de ojos cerrados que hallaban refugio en su pecho, y solo por esos momentos no existió nada más en su cabeza que no fueran esas hermosas facciones marcadas, esos ojos hermosamente rasgados, y... esa piel que tenía el color de los robles.

Aún así, en medio de esa tranquilidad hubo lugar para la incertidumbre en el corazón de ambos, Jin sentía que no había sido correcto, que había sido un acto de sodomía, de perversión, de brutalidad incuso... y por otro lado, una parte muy poderosa y casi nueva dentro de él bendecía cada uno de esos segundos, bendecía sus acciones sus palabras con la certeza de haber sido participe del momento más tortuoso e insufrible de su vida pero también del más autentico, el más emocionante.

Namjoon por su parte se hallaba fatigado y no solo físicamente, porque tal vez Jin no pudo notarlo pero él si: Estaba cautivado... por primera vez... por una persona... por esa persona... y su maldición era que no sabía que hacer con esos sentimientos porque nunca tubo algo parecido a eso por alguien, ni siquiera por su madre y era cierto, el único amor que sentía era por su tío, un amor puro y fraternal, como el que tienes por un padre, y el otro era por su arte, por lo que podía plasmar, y se preguntó si el amor por Jin recidia en eso, pero no, esa no era la respuesta. Jin era un hombre, un beato, terco, incrédulo, tonto pero... era amable... era inocente casi al punto de ser bobo, servicial, sensible, era.... Tan hermoso como un ángel y Namjoon siendo un demonio, no sabía que es lo que haría con él.

Cansado de sus pensamientos se incorporó poco a poco, con el cuerpo temblándole por haber estado en esa posición por tanto tiempo, y se levantó de pronto, siendo seguido por la mirada de Jin que en silencio lo observaba, con los labios entre abiertos. Pensó en decirle algo, lo que fuera, después de todo y a pesar de la intención que tenía de humillarlo y de lastimarlo... había tomado su primera vez y sabía que eso eran importante, pero el caos dentro de su cabeza, su orgullo, su terquedad no lo dejaron musitar siquiera un sonido, se rehusaba aceptar sus sentimientos, incluso tuvo miedo de ellos y más aún cuando Jin se levantó de la silla, desnudo, con las marcas aún ardientes en rojo de los dientes de Namjoon y lo miró con ojos enormes, tímidos, cautivándolo aún más...

-Namjoon...-Dijo por fin el castaño, acercando su mano a la del menor, y tomó uno de sus dedos, sonriéndole a medias, como si se sintiera sumamente tímido. Para Jin no existía el miedo en ese momento, existió la duda, tal vez la incertidumbre pero no el miedo, no había lugar para el miedo dentro de su cabeza en ese momento porque el rostro de Namjoon se lo había llevado todo.

-Suéltame...-Gruñó Namjoon de repente, quitándole el calor de su tacto, y retrocedió lentamente, sintiéndose abrumado.

Jin sintió su corazón dar un vuelco, porque estaba dentro de un sueño cálido y de pronto aquella persona... había vuelto a ser agresivo con él como era antes, pero esta vez no sería como las veces anteriores, esta vez el miedo que Namjoon le infundía ni siquiera se hizo presente, en su lugar sonrió, dándose cuenta de que esa persona de tez morena que miraba hacia el piso en realidad estaba confundida, temerosa.

La casa del árbol - NamJinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora