Capítulo 3: Él tiene nombre

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Esto es tan ridículo e infantil.

—¿Qué demonios está pasando? —pregunté frustrada. Todos estaban actuando como chicas celosas en el colegio.

Divisé a Juliette caminando hacia mí, después de recibir la orden de un cliente. Suspiró y se la dio a alguien más para que la preparara.

—Juliette, ¿qué les pasa a todos hoy? ¿Por qué todos me ignoran? —le pregunté, sintiéndome una marginada. Ella era la única de la que podía obtener una respuesta en este momento, pero simplemente me miró con los ojos muy abiertos.

—¿Quieres decir que realmente no lo sabes?

—¿Saber qué? —me sentí aun más confundida. Por el rabillo del ojo, vi que Mary nos observaba con recelo, sin dejarnos continuar con la conversación—. Hablaremos más tarde.

Ella entendió la indirecta y volvimos al trabajo.

Mientras continuaba con mis deberes laborales, el "Señor sin-nombre" seguía sin moverse de su sitio, y sin apartar la vista. La mayoría encontraría esto como halagador, pero a mí me parecía incómodo. Es como si estuviera acechándome.

Escurrí el agua de la rejilla y comencé a limpiar una de las mesas, a medida que los clientes abandonaban el lugar. Pasaron varios minutos, pero el Señor Misterioso seguía en su asiento, analizándome con interés. Como si fregar las mesas fuera lo más divertido del mundo.

No pude más y mi ojo se terminó por crispar molesto cuando noté que continuaba observándome con una sonrisa dibujada en sus labios.

—Señor, le agradecería que dejara de mirarme fijamente —solté con un ligero tono. Traté de decirlo de la mejor manera para no sonar irritada.

El hombre levantó las cejas divertido y se rió entre dientes.

—Lo siento, es que no puedo evitarlo —respondió simplemente, lo que me hizo poner los ojos en blanco.

—No quiero sonar grosera, pero ¿por qué sigue aquí? Es casi la hora de cerrar y ha permanecido allí sentado sin hacer nada, desde temprano.

Ignoró mi pregunta y continuó en la misma posición. Decidí dejar de darle importancia al asunto y volví a mi trabajo, escuchando numerosos susurros.

"¡Demonios, es tan grosera!"

"¿Acaso esta mujer no sabe quién es?"

"Tiene suerte si no pierde su trabajo"

Rodé los ojos ya molesta y revisé mi reloj. Habían pasado diez minutos desde el cierre.

—Lo siento, pero es hora de cerrar la tienda. Va a tener que irse —me dirigí hacia él, ya sin mucha paciencia. Odiaba ser ruda con los clientes, pero este estaba haciendo trabajar mi último nervio.

—Pero aún no estoy listo para irme, Iman —respondió con una sonrisa, esperando por cualquier respuesta. Me encogí. Estoy comenzando a pensar que nunca debí haberle dicho mi nombre.

—Señor, ya tiene que irse.

—¡Iman!

Ambos volvimos nuestra atención hacia mi gerente, quien se encontraba comiéndome viva con los ojos. Mis compañeros de trabajo me miraban como si estuviera loca.

—Es bastante inusual y de extrañar que no sepas quién soy —manifestó con las cejas fruncidas. Sus perfectas cejas fruncidas.

—Supongo que nunca me dijo su nombre, en primer lugar. ¿Cómo podría saber quién es? —hablé aún más confundida. Todo esto no tenía sentido—. Es hora de irme —expresé rendida. No entendía a qué estaba jugando.

Despidiéndome de Juliette, quien me miró preocupada, lo escuché una última vez antes de salir de la tienda.

—Por cierto, soy Shawn.

{•••}

Metí una uva en mi boca mientras que cambiaba los canales de la televisión con la otra mano. Hoy era mi día libre y me la estaba pasando de maravilla, relajándome en mi acogedor apartamento. Hubiera salido, pero la verdad es que no tenía ganas. El trabajo me agotaba en todos los sentidos.

Después de ver una película dramática, a la vez que comía un tazón de uvas, decidí dejar un canal de chisme francés. Estaban hablando en inglés, así que me era más fácil de entender.

Me parecía bastante aburrido hacer chismes sobre la vida de una persona famosa, pero lo que sea que mantenga el dinero en marcha.

Definitivamente, Jean, estoy de acuerdo —río una mujer rubia con el cabello corto, mirándole las caras a sus compañeros periodistas.

Y continuando con nuestra próxima historia, aquí hay una pregunta: ¿Qué harías si el príncipe de Francia entrara a la cafetería en la que trabajas?

Es una buena pregunta, Joe. No sé lo que tú harías, pero yo probablemente le daría el mejor servicio posible —la mujer le guiñó un ojo.

Considerando que yo misma trabajo en una cafetería, era una pregunta interesante. Estaba al tanto de que Francia tenía una familia real, solo que no sabía cómo eran físicamente.

Tal parece ser que el príncipe ha sido visto en una cafetería localizada en el corazón de París. No podemos dar el nombre o la ubicación de la tienda, lamentablemente, pero se ve que visitó el lugar dos días seguidos.

—Esto es ridículo.

¿Así que si un príncipe va a una tienda a comprar café, se lo considera un momento histórico y hace falta hacer toda una nota al respecto? Al parecer me faltaba mucho conocimiento sobre cómo funciona la vida de los famosos.

Antes de que pueda usar el control remoto para cambiar el canal, apareció en pantalla la imagen de un hombre que vestía un traje oscuro con el cabello prolijamente peinado. Comencé a parpadear repetidamente.

¿Acaso es...?

—No, no, no, no. NO. Esto... ¿qué? —me dije a mí misma con nerviosismo, recordando a este mismo hombre que serví en el café.

¡Al parecer es bastante mirón!

Yo también estaría riéndome si tuviera asegurado que no voy a perder mi trabajo. ¡Demonios! Esto no puede ser cierto. Así que esta es la razón por la cual la gente me miraba de la manera en que lo hacían.

Solo me quedaba rezar para que Mary se apiade de mí.

Prince Of France | Shawn MendesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora