Capítulo 1: Café Veret

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Me desperté por la mañana con una sonrisa, como de costumbre. Presioné mi mano sobre el pequeño objeto que emitía un pitido y detuve el ruido. Genial, mi mañana estaba arruinada, el despertador solo empeora las cosas.

Mientras salgo de mi cama y voy de camino al baño, me quito la ropa y me meto en la ducha. Comencé a limpiar el sueño de mis ojos mientras el agua caliente caía continuamente sobre mi cuerpo. Suspiré una vez que me sentí satisfecha, apagué el agua y tomé una toalla.

Me paro frente al espejo mientras seco mi cabello, paso mis dedos sobre este un par de veces y tiro del mismo sintiendo los rizos.

—Es demasiado grande —me reí entre dientes mientras terminaba de secarme.

Aquí en Francia, ya me había ganado muchas miradas curiosas debido a mi extraño cabello. A cualquier parte que iba, la gente solía preguntarme de dónde era. Disfrutaba de la atención, pero a veces se volvía un poco molesto.

Apliqué crema hidratante en mi cabello antes de salir de mi baño, me apresuré y me vestí con rapidez al darme cuenta de que no me quedaba mucho tiempo.

Trabajaba en un café llamado «Café Veret», uno de los mejores cafés aquí en el corazón de París. Es un lugar muy ocupado y normalmente odiaba llegar tarde, pero a su vez, me gustaba dejar una muy buena impresión en mi trabajo.

Terminé de ponerme mi uniforme y me preparé para salir del apartamento. Afortunadamente, cogí el autobús a tiempo.

Solo he estado viviendo en Francia durante aproximadamente uno año y aun estoy aprendiendo las costumbres de aquí. Podía hablar francés con fluidez, pero seguía en proceso de aprendizaje, y acerca de cómo hacerlo. Un punto a favor de Francia era que la gente es muy amable y pacífica, a diferencia de mis contrapartes estadounidenses.

Removí un poco la falda del uniforme y me puse el sombrero en la cabeza, lo que fue difícil por cierto. Cuando entré al café, noté que había menos gente el día de hoy. Eramos uno de los mejores cafés de París, pero también uno de los más caros, lo cual solía alejar a la gente.

Fui sacada del espacio por mi amiga, Juliette, a quien conozco desde hace un tiempo. Tenía el cabello rubio que se detenía a la altura de sus hombros y los ojos marrones oscuros.

—Salut, Iman.

—Bonjour, Juliette —le sonreí. Como amiga, Juliette me enseñaba un poco de francés, y también podía hablar inglés con fluidez. Era muy amable y verdaderamente confiable.

—Ponte a trabajar pronto, ya sabes como puede llegar a ser Mary —dijo poniendo los ojos en blanco. Nuestra gerente, Mary, era una mujer muy estricta y autoritaria. Incluso me ponía de los nervios a veces.

Asentí y tomé una libreta junto con un bolígrafo mientras me dirigía a la primera mesa. Esta se encontraba junto a una ventana, en la cual estaba sentado un joven con gafas. Me pareció extraño ya que no estaba tan soleado dentro del café.

—Monsieur, puis-je prends votre poubelle?

El hombre me miró con las cejas fruncidas mientras inclinaba levemente la cabeza hacia un lado, y mis ojos se agrandaron cuando finalmente me di cuenta de lo que acababa de decir.

Le pregunté si podía tomar su basura. Dios, que vergüenza.

—Je suis desolée, monsieur. Puis-je prends votre commandé s'il vous Plaît?

El joven sonrió antes de levantar las cejas, divertido.

—Dame un capuchino y un pequeño muffin de arándanos, por favor —ordenó, y pude escuchar su débil acento francés fuera de su lengua. Me dejó confundida, no esperaba que me respondiera en español.

—¿Eso será todo? —le pregunté, dando golpecitos con el bolígrafo en el bloc de notas.

—Sí —respondió con esa deslumbrante sonrisa en sus labios.

Si mi piel fuera más clara, ahora mismo parecería Patricio Estrella.

Volví a asentir y caminé hasta Juliette para darle la orden.

—Oye, pareces preocupada —habló, estudiando mi rostro.

—No es nada —respondí, lo más natural posible. No necesitaba saber la vergüenza que pasé allá atrás. Por suerte, Juliette le restó importancia y me entregó el pedido ya listo—. Gracias.

Respiré profundamente y me devolví a la mesa donde el joven estaba sentado. Concéntrate, Iman. No la cagues esta vez.

—Aquí tiene, señor —coloqué la comida en su mesa.

No podía ver sus ojos a través de las gafas, pero podía notar que estaba observando mis brazos desnudos mientras dejaba la bandeja. De algún modo, me hizo sentir incómoda.

—Serían 5,61€ —removí el cabello de mi cara. Estaba bastante ondulado y un hilo seguía cayendo sobre mis ojos.

El joven sacó el dinero de su billetera de diseño y me lo entregó.

—Muchas gracias —hice una leve reverencia y, antes de que pudiera darme la vuelta para atender a mi próximo cliente, me detuvo.

—¿De dónde eres? —soltó simplemente, mirándome con interés. Le devolví la mirada con sorpresa.

—Soy de los Estados Unidos, señor —respondí, mordiendo mi labio inconscientemente. No sabía por qué estaba tan nerviosa; por lo general, escuchaba esa pregunta todo el tiempo.

El hombre asintió y sin más, decidí volver al trabajo.

El día pasó realmente lento, pero supongo que se debió a que no tuvimos muchos clientes. Por un lado, eso fue bueno para mí ya que hoy no tenía ganas de ir y venir. ¿Quién diría que tomarle órdenes a la gente podría ser tan agotador?

—Estoy lista para ir a casa —escuché murmurar a Juliette. No pude evitar sonreír, su acento era muy lindo.

—Moi aussi.

—Iman, ese hombre ha estado allí sentado por un buen tiempo —se rió entre dientes y me hizo levantar una ceja. Se trataba del mismo hombre al que serví no hace mucho tiempo.

—Eso es raro —le dije, encogiéndome de hombros.

Miré el reloj en mi muñeca y era casi la hora de volver a casa, solo unos minutos más. Mientras tanto, conversé con los otros empleados hasta que acabó mi tiempo.

—Te veré mañana, Juliette.

Tarareé cuando abrí la puerta de mi acogedor departamento. Me sentí aliviada al estar finalmente en casa, solo quería relajarme. Mi jornada laboral había resultado bastante extraña el día de hoy, sin mencionar demasiado que pasé vergüenza delante de ese único cliente.

"¿Puedo tomar su basura?" ¿En serio?

Me vestí con ropa más cómoda y calenté algunos fideos. Ya era algo tarde para cocinar algo demasiado elaborado, pero eso no impedía que termine mis clases en línea.

Hace un año llegué a Francia para obtener un título en finanzas. Pude haber elegido ir a cualquier otro lugar para obtenerlo, pero siempre quise estudiar en el extranjero y siempre quise ir a Francia; dos pájaros de un tiro. Terminé tomando cursos en línea ahora que tenía mi propio espacio, pero a su vez trabajaba a tiempo completo para sobrevivir.

Era difícil, pero estaba segura de que las cosas mejorarían.

Prince Of France | Shawn MendesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora