—Karen, ¿dónde está tu hijo? —le preguntó el rey a su mujer, echando un vistazo al asiento vacío en la gran mesa.
Todas las mañanas, los miembros de la familia real de Francia se reunían para desayunar en conjunto, y el rey Manuel estaba harto de las ausencias injustificadas de Shawn.
—¿Tienes idea de por qué últimamente nuestro querido hermano mayor no nos honra con su presencia durante el desayuno? —susurró discretamente la princesa Aaliyah, dirigiéndose a su hermano, mientras que una doncella servía el té.
Blake se encogió de hombros.
—¡Que alguien lo traiga aquí de inmediato! —ordenó el rey, provocando que los demás presentes sobresaltaran en sus asientos. Como ninguno de los sirvientes se movió, entornó los ojos—. ¡Ahora!
—Mi rey, ¿en necesario ser tan duro? —cuestionó la reina Karen, observando a su esposo. Él simplemente suspiró.
Shawn
Al mismo tiempo que termino de arreglar mi cabello, escucho que llaman a las puertas de mi habitación.
—¡Adelante! —exclamé bajando el peine, para a continuación rociar algo de colonia. Tiendo a lucir y oler lo mejor posible si tengo planeado encontrarme con Iman.
—¿Príncipe? —llamó una voz tímida. Suspiré y salí de mi baño para encontrarme con una doncella asomándose por la puerta.
—¿En qué puedo ayudarle? —me acerqué, ya que esta no se movió de su lugar. Me molestaba un poco que tuviese miedo de estar en mi presencia.
—El rey exige su presencia de inmediato, su alteza —habló con nerviosismo, cabizbaja. ¿De acuerdo?
—Dile que hoy no me presentaré en el desayuno —le pedí amablemente. Parecía algo tierna. Tenía el cabello rubio y rizado, y sus ojos eran grises. Se veía inocente e inofensiva, por lo que le sonreí a su figura temblorosa, provocando que se sonrojaba.
—Pero, Príncipe Shawn, el rey... él...
Arqueé una ceja. Estaba perdiendo tiempo al escucharla, cuando tendría que estar en otro lado.
—Shhh —posé mi dedo sobre mis labios, callándola—. Tengo asuntos que atender. Solo dile que no asistiré al desayuno, por favor.
Me miró y sin decir otra palabra, asintió a regañadientes antes de marcharse. Había decidido montarme en uno de mis coches. Lo que menos quería era que mis padres amenazaran a los chóferes, o a los guardias para que revelaran mi ubicación. Y hablando de amenazas, rezaba para que la rubia doncella no sea despedida.
Me siento en el interior de cuero de mi auto, un roll Royce phantom 2015, e instantáneamente percibo el aroma a coche nuevo. No había tocado esta máquina en mi vida. Por lo general tengo un chófer que me lleva, pero hoy tenía ganas de estar al volante.
Ahí voy, Café Verlet. Necesito verte, Iman.
Aparco en el estacionamiento y hago mi camino directo a la tienda. Sabía que me estaba arriesgando bastante al ir por ahí sin protección, siendo una figura pública y perteneciente a la realeza, intentando no ser reconocido. Pero ya comenzaba a abrumarme el hecho de que mis padres estén sobre mi trasero constantemente.
Llevaba mis gafas de sol, un suéter negro, pantalones jogger color caqui y botas timberland. Esperaba haberme vestido lo suficientemente casual.
Al entrar al café, pude sentir como un dulce aroma se adentraba en mis fosas. Me gustaba mucho este lugar, era acogedor y te hacía sentir cómodo, sin mencionar que la comida era deliciosa. Si de mí dependiera, no tendría problema alguno en desayunar aquí todos los días. Lamentablemente, no era una opción.
Un camarero notó mi presencia y me guió a una de las mesas en la parte de atrás. Me entregó el menú, le di las gracias y se retiró.
Comencé a buscar a Iman con la mirada, pero no podía localizarla. Miré de camarera en camarera, incluso busqué empleadas con peinados inflados, pero no encontraba a quien realmente quería ver.
Suspiré en derrota, pero mis ojos se encontraron con alguien que me devolvió la esperanza. Una mujer bajita que a menudo veía platicar con Iman. No estaba seguro de si era ella, pero tal vez podría ayudarme.
Vi como le entregaba el café a un cliente antes de comenzar a alejarse.
—¡Excuse-ez, Mademoiselle! —levanté un poco la voz. Ella giró la cabeza un par de veces—. Excuse-ez —repetí. Finalmente me vio y se acercó. Había hecho bien en elegir un sitio donde no se encontraran muchos clientes.
—¿Qué desea ordenar, señor? —preguntó con una sonrisa. Parecía agradable. Escaneé el menú rápidamente, a pesar de que mi objetivo principal no era comer.
—Solo un panecillo de arándanos y té helado —le pedí, mientras que escribía la orden en su bloc de notas adhesivas.
—¿Algo más?
—Eh, sí —me aclaré la garganta—. Madam, ¿acaso usted conoce a una mujer llamada Iman? Es una empleada de aquí.
La joven muchacha me observó con sorpresa.
—¿Por qué lo pregunta, señor? —cuestionó con confusión e intriga a la vez, inclinando su cabeza hacia un lado.
Mierda.
—Soy un amigo de ella —respondí simplemente, esperando que no note mi nerviosismo.
—Sí... la conozco. Pero desafortunadamente, ya no trabaja aquí.
Fruncí el ceño.
—Disculpe, ¿qué fue lo que dijo? —le pregunté, esperando haber escuchado correctamente.
—Iman ya no trabaja aquí, señor —repitió. Me quedé estupefacto, sin comprender qué estaba pasado—. Ahora vuelvo con su pedido —la camarera hizo el amague de irse al notar que no formulaba palabra, pero la detuve.
—¡Espere! ¿Qué le ocurrió? ¿Por qué...? ¿Por qué ya no trabaja aquí? No lo entiendo —hablé sintiendo que mi corazón se aceleraba.
—Lo siento, señor, pero no se me permite revelar ese tipo de información.
Apreté la mandíbula y asentí, lamentando no poder saber más. La muchacha me observó en silencio y me dio una sonrisa compresiva antes de volver a su trabajo.
—¡Maldición! —golpeé ligeramente mi puño contra la mesa color roble. Lo hubiese hecho peor, pero no quería montar una escena.
¿Qué había pasado con Iman?
Deslicé mi mano por mi rostro. Momentos después, la misma camarera que no podía darme respuestas regresó con mi pedido, le agradecí y le pagué.
—Señor, no puedo darle la información que está buscando —habló al notar mi frustración. Mi ceja se contrajo con irritación.
Pero fue entonces que tuve una idea.
—Lléveme con su gerente —dije sin rodeos, y eso pareció sorprenderle.
—Señor, no puedo-
—Lo lamento, pero no fue una pregunta. Y no lo volveré a repetir, llévame con el gerente.
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Prince Of France | Shawn Mendes
Romance«-Quiero que seas mi reina -susurró Shawn mientras me acorralaba entre su cuerpo y la fría pared. No hay palabras que pudieran salir de mi boca. Lo único que podía hacer era mirar sus suplicantes ojos color avellana. -Cariño, por favor.. -dijo besan...