Capítulo 31

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~Adrien~

Estaba algo agotado, no pensé que me demoraría tanto en la empresa. Todos me recibieron bien, con sonrisas y amabilidad.

Lo que no pensé que pasaría es que fueran a meterme en una sesión de fotos imprevista que al parecer mi padre estaba al tanto, luego me las cobraría con él.

Estaba ansioso por ver a Marinette, estos últimos días estuvo ocupada con la universidad y no quise molestarla en ese asunto, así que comencé a hacer mi papeleo con ayuda de mi padre. No sería nada fácil, ya que prácticamente no terminé mis estudios por todo el asunto de mi lamentable fallecimiento y resurrección, si sigo así tendré más fama que Jesús, aunque le hago honor a mis siete vidas gatunas.

Quedaban un par de fotos más cuando sentí un fuerte dolor de cabeza.

-Joven Adrien, ¿se encuentra bien?.- no pude responder, solo me limité a tomar mi cabeza por el insoportable dolor.- ¿joven?.

-S-si... yo debo... ir al baño.- salí del estudio y fui hacia el sanitario, abrí el grifo y me mojé un poco el rostro viéndome al espejo.

Comencé a sudar de sobremanera y el aire comenzó a hacerme falta, imágenes se presentaron en mi mente junto con una palabra a lo lejos casi inaudible.

<<Inculpar... >>

-¿Inculpar a quién? .- repetía y no oí nada más apretando mis puños.

-Chico, ¿estás bien?.- preguntó Plagg asomándose por mi camisa y negué con la cabeza.

-Escondete, podrían verte.

-Mírate, estas pálido.

-Plagg, hazme caso... yo... .- y ahí caí en cuenta de lo que había visto.-Mierda, ¡Marinette!.

Plagg se escondió nuevamente y salí rápidamente de la empresa.

-Señor, ¿ya se va?.- cuestionó una señorita en la entrada.

-Disculpe, surgió algo de improvisto. Disculpeme con los demás, por favor.- sonrió asintiendo y subí a mi auto.

Aceleré dirigiéndome hacia la mansión lo antes posible, intenté llamar a Marinette pero no contestaba, hasta que se me ocurrio llamar a mi padre.

-¡Papá!, ¡¿dónde está Marinette?!.

-Estaba recién aquí conmigo, le pedí que fuera por Félix a su habitación, ¿ya vienes?. Te escuchas agitado.

-¡No!, ¡no puede estar ahí!... bien, no hagas nada y actúa normal...

-¿Qué?, Adrien, ¿Qué sucede?.

-Y-yo... recordé quien es Franco Bianchi.

-Quiero una explicación cuando regreses, pero cuenta conmigo.

-Gracias, nos vemos allá.- colgué y presioné el acelerador.

Antes de que llegara al portón este se abrió dejándome pasar, me estacioné y bajé del auto entrando a la mansión con los nervios carcomiendome por dentro, sentía que las piernas me fallaban.

After The Rain &quot;El Amor Es La Existencia De Nosotros Mismos&quot; (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora